La vida tiene una forma peculiar de poner a prueba nuestra paciencia. A veces, parece que el universo lanza un par de tormentas para ver cuánto podemos resistir. He estado pensando en mis propios episodios de frustración, como cuando prometí a mi amigo que acabaría su rompecabezas de 5000 piezas en una tarde y, spoiler, nunca lo hice. Pero a veces, las promesas no son simplemente olvidos o tareas mal planeadas; en ocasiones, se convierten en veredictos de abandono.

Contexto de la DANA: un desastre que sigue causando estragos

El pasado 29 de octubre, España fue el escenario de una DANA (Depresión Aislada en Altos Niveles) que dejó su marca en muchos lugares, pero quizás ninguno como en la urbanización de diseminados en Torrent. Las imágenes de inundaciones y estragos circularon por todos lados, pero lo que muchos quizás aún no saben es que los efectos colaterales de esa catástrofe siguen latentes tres meses después.

Si piensas que el caos sólo se vive en la televisión, te invito a que hablemos de Rafa Gil y Yolanda Gallardo, dos valientes vecinos y miembros de la Asociación de Vecinos De Agost. Ellos nos cuentan cómo en su comunidad, donde viven casi 3.000 residentes, la situación sigue siendo insostenible. Con el suministro de agua inexistente y las carreteras en condiciones lamentables, la «normalidad» sigue siendo un concepto extraño. ¿Qué tal suena eso? No es exactamente un paseo por el parque.

La tragedia del agua

Imagina no tener acceso al agua. En una época donde lo único que necesitamos hacer es abrir un grifo, hay familias, y hablo de 30 en total, que están viviendo esta pesadilla. Esto afecta especialmente a quienes tienen niños pequeños o a quienes cuidan a personas con discapacidad. Una de las tantas veces que escucho que el agua es vida, nunca me había sentido tan impactado al oírlo.

Rafa y Yolanda, en su carácter empático, han relatado que hay una mamá con un bebé que tuvo que mudarse con su prima. ¡Y todo esto mientras la promesa de ayuda por parte del Ayuntamiento de Torrent queda en el aire!

Promesas vacías: la relación con el Ayuntamiento

“Siempre hemos tenido una buena relación con el equipo de gobierno”, comienzan a contar. Pero, ¿qué implica eso realmente cuando las promesas de ayuda se convierten en eco vacío? El concejal de urbanismo, al parecer, siempre está presente, pero ¿dónde está la acción? No quiero ser el abuelo gruñón de la historia, pero esto suena a un clásico de la política: un montón de palabras y poco más.

La alcaldesa Amparo Folgado parece ser una figura inaccesible para los vecinos de los diseminados. En el pleno del 9 de enero, los vecinos expusieron sus sufrimientos. Helena Casas, presidenta de la asociación, no se guardó nada: “Nos jugamos la vida todos los días”. ¡Ouch! Eso no son palabras a la ligera.

La lucha por el agua potable

Claramente, el agua potable no aparece de la nada, y el Ayuntamiento ha intentado desmarcarse de la responsabilidad. “La mitad de los que viven allí no tienen cédula de habitabilidad”, alega un representante municipal. ¿Y eso qué significa? ¿Acaso los derechos de estos residentes se desvanecen por no haber pasado por un proceso burocrático? En este punto, llamaría a los técnicos que dicen estar trabajando, pero lo que se escucha es más ruido de máquinas que realmente concreto.

Mientras tanto, la comunidad se organiza. Simples mortales como tú y yo están llenando garrafas desde el Toll de l’Alberca, y ¡qué héroes han sido! Pero la subidita de diciembre fue el fin del desfile. Nadie quiere agua embotellada eternamente cuando el grifo está en la puerta.

Reacciones de la comunidad y la búsqueda de soluciones

Ya he mencionado el esfuerzo colectivo, pero hay un punto que debe abordarse: la solidaridad. La comunidad ha lanzado una recogida de firmas que, al lado del manido «nosotros somos la gente» es el verdadero reflejo de un pueblo que no se rinde. “Queremos que se canalicen las acequias” es un grito que refleja la lucha por no solo sobrevivir, sino por volver a vivir dignamente.

No es sólo el agua; es la necesidad de pavimentar carreteras, reinstaurar el servicio de basuras y recuperar la iluminación. Cuando la oscuridad se vuelve tu compañera constante, la luz que antes era normal parece un lujo. ¿Cuántas veces hemos subestimado lo que realmente significa vivir en un lugar seguro, donde todo funciona como debería?

La perspectiva institucional: ¿un análisis realista?

Desde el Ayuntamiento de Torrent se defiende que “los técnicos están trabajando” y que “se están adjudicando obras”. Vale, parece que han criado a sus propios técnicos en un invernadero, porque a veces parecen poco visibles. Aunque afirman que están haciendo lo último posible tras la tragedia, el tiempo corre y esa “normalidad” tan esperada se asemeja más a un mito.

Es fácil caer en la trampa de pensar que son solo números y cifras. Trece millones de euros destinados a reparaciones suena magnífico. Pero, ¿quién no ha hablado de números redondos que no se traducen en realidades tangibles? La administración a veces parece una especie de laberinto de papel y promesas, donde la gente se pierde en su propia desesperación.

¿Qué puedes hacer tú?

Aquí es donde entramos todos nosotros. A veces, la distancia nos hace ajenos a las realidades que otros viven. Pero en la era de las redes sociales, de compartir y concienciar, cada voz cuenta. Podrías preguntarte, “¿Qué puedo hacer yo? Soy solo una persona más en este vasto mundo”. Pero, ¿y si esa voz es la que inspira a otro? Quizás tu retuit o tu publicación de Instagram sobre la situación en Torrent ayude a que se escuche más fuerte el eco de los vecinos o, incluso, que se inicien acciones concretas.

Tómate un momento y reflexiona sobre esto. Puedes ser el cambio que otros necesitan. También es una buena oportunidad para hacer esa visita a la ciudad de Torrent y mostrar apoyo. A menudo, un gesto pequeño puede tener repercusiones profundas.

Epílogo: una comunidad que no se rinde

A pesar de las circunstancias, la comunidad de los diseminados en Torrent sigue luchando. Los vecinos han creado un movimiento que pide atención, reclama justicia y exige dignidad. Esto no es solo una lucha contra la DANA; es una lucha por derechos básicos que no deben ser negociables.

Los vientos de cambio a veces son difíciles de sentir, pero cada firma, cada voz unida, cada paso hacia adelante construyen un futuro mejor. Por tanto, si alguna vez te encuentras preguntando “¿qué puede hacer uno solo en todo esto?”, recuerda que una gota es suficiente para generar un gran cambio. Y, como lección final, no esperemos que esos rompecabezas se completen solos; al final, somos nosotros los que necesitamos hacer las piezas encajar.