Es innegable que vivimos en una época marcada por un torrente de información. ¿Cuántas veces te ha pasado que decides ver una película, pero después te das cuenta de que has pasado más tiempo mirando tu móvil que prestando atención a lo que realmente quieres disfrutar? Lo sé, suena familiar, y si no es así, permíteme presentarte mi historia. En algún momento de estos últimos años, me sentí como un niño pequeño encaramado a una montaña de caramelos, incapaz de decidir cuál escoger. Esto viene a que me he convertido en un fanático de las series y las películas, pero, curiosamente, cada vez es más difícil que algo logre captar realmente mi atención.
La trampa de la multitarea
En una charla reciente con Susana Martínez-Conde, una de las voces más destacadas en el estudio de la atención y su relación con la tecnología, me reveló un hecho que delata nuestra incapacidad de enfocarnos en una sola tarea. “Estamos sufriendo una explosión tecnológica que está alterando la naturaleza misma de nuestra atención.” ¿Y quién puede culparla? La presión de nuestra sociedad actual parece empujarnos constantemente hacia la multitarea, esa ilusión en la que creemos ser más productivos, pero que, en realidad, nos diluye en un mar de distracciones.
Recuerdo que hace unos años, cuando otras personas hablaban de problemas de atención, pensaba: «Eso no es para mí». Pero ahora, a la vuelta del tiempo, aquí estoy, compartiendo mis propias luchas. ¿Soy el único que abre una ventana de Netflix y pasa más tiempo buscando algo que ver que disfrutando efectivamente de una película o serie? ¡Es casi un deporte en sí mismo!
La Isla de la Concentración: La lectura
Pero, señoras y señores, no todo está perdido. He encontrado mi refugio: los libros. A pesar de toda la cacofonía provocada por las pantallas, cuando abro un libro, el mundo exterior se desvanece. Esas historias me transportan a otra dimensión. Recientemente me zozobré en universos cautivadores como «La península de las casas vacías» de David Uclés y «Los nombres de Feliza» de Juan Gabriel Vásquez. En esos momentos, no existe ninguna «mosca» que me estorbe. Solo hay mí, el libro y una buena taza de café (o lo que se tenga a mano).
Aquí entra la pregunta del millón: ¿Por qué los libros logran lo que una serie aclamada por la crítica no puede? Es simple: los libros requieren un tipo de huella cognitiva distinta. En una página impresa, mi mente se siente menos bombardeada y más concentrada. Puede que sea una burbuja de aire fresco que los creadores de contenido para la pantalla aún no han logrado romper.
El dilema del cine
Hablemos ahora de otra gran pasión: el cine. A pesar de mi lucha en casa por ver películas, en una sala oscura se produce una especie de magia. La combinación de las imágenes en movimiento y el sonido me atrapan de tal manera que todo se reduce a eso. Un respeto casi sagrado que, al menos en mi experiencia, es difícil de replicar en casa. Recientemente, disfruté de títulos como «Emilia Pérez», y aunque cada uno tenía su encanto, lo que me impactó fue la forma en que experimenté la narrativa en el cine.
Aquí me encuentro dispuesta a ser «esa persona» que no entiende cómo hay quienes no pueden ir a una sala de cine sin mirar su móvil. De verdad, ¿qué están haciendo? Cada vez que veo a alguien con una pantalla iluminada en la oscuridad, siento que algo dentro de mí se rompe. Además de ser simplemente descortés, se están perdiendo algo mágico. ¡Es como ir a una fiesta y pasarla sentado en un rincón revisando tus correos!
Los cines como refugio cultural
No puedo evitar compartir mi amor por las salas de cine que han tornado en auténticos templos de cultura. En mi barrio, los Cines Embajadores han emergido como un símbolo de resistencia cultural, incluso en tiempos de pandemia. La idea de que un lugar ha logrado abrir nuevas salas en medio de un peligroso clima económico me llena de esperanza. Esto demuestra que, a pesar de la creciente pérdida de atención, hay quienes todavía valoran la experiencia cinematográfica.
Así que la próxima vez que te desanimes por esos vídeos cortos que consumimos a toda velocidad, piensa en esos espacios que nos permiten desconectarnos y sumergirnos en una narrativa visual.
Estrategias de superación
Además de las películas y los libros, he desarrollado un par de trucos para hacer frente a la «dispersión». Entre ellos, poner mi móvil en modo avión es crucial. En mi mente, volar es un alivio en sí mismo, ya que puedo disfrutar de unas horas para concentrarme únicamente en lo que me rodea: un avión, un libro o la caja idiota conocida como – en voz baja – «televisión». Ya no soy la única que disfruta de este alivio; Gómez Bárcena en su libro también menciona voces parecidas, ¡asi que ahí estamos!
En una época donde cada notificación se siente como un pequeño grito, el modo avión es una bendición. No somos superhéroes, es natural que no podamos responder a todo de inmediato. Al final del día, estamos aquí por la calidad de nuestras experiencias, no por la cantidad.
Reflexionando sobre nuestra pérdida de atención
He llegado a la conclusión de que, en esta guerra contra la dispersión, la clave está en ser conscientes de nuestros patrones. ¿Siempre reviso las redes sociales justo antes de un capítulo de mi serie favorita? ¿Las notificaciones del móvil acaban por convertir una sesión de cine en un consultorio de atención? Reconocer estas cosas es el primer paso para retomar el control.
Conclusión: Encuentra tu refugio
En un mundo que parece dar la bienvenida al caos, no olvidemos que existen espacios de concentración y momentos de tranquilidad que debemos atesorar. La lectura, el cine, e incluso momentos donde podemos ser simplemente nosotros mismos, son esenciales. La falta de atención no es un fracaso, es una conversación más amplia sobre cómo interactuamos con el mundo y cómo buscamos nuestra felicidad.
Así que la próxima vez que sientas que tu mente comienza a divagar, considera sumergirte en un buen libro o disfrutar de una película en la sala de cine. Al final del día, todos buscamos lo mismo: una conexión genuina y auténtica con lo que nos rodea. ¿Me acompañas en esta lucha por recuperar nuestra atención?