La vida es un camino lleno de altibajos, y a menudo, las comunidades que dependen de una única fuente de ingresos se ven atrapadas en un ciclo de incertidumbre. Esto es exactamente lo que están sintiendo los habitantes de Almaraz, un pequeño municipio de Cáceres que, de la noche a la mañana, podría enfrentar un tremendo cambio en su realidad económica. La razón detrás de este estrés existencial, que podría hacer que un mediocre lunes parezca un acontecimiento catastrófico, son los planes de cierre de la central nuclear de Almaraz, prevista para 2027 y 2028. Así que, vamos a adentrarnos en este asunto, lleno de números, emociones, y sí, algo de humor.
Una historia de éxito económico
Primero, déjame poner un poco de perspectiva. Cuando la central nuclear comenzó a operar en marzo de 1981, Almaraz era un lugar prácticamente desolado, con solo 300 habitantes. Pero desde entonces, y gracias a la llegada de la planta, esa cifra se ha multiplicado hasta casi 1,800 vecinos. A veces me pregunto, ¿qué pensarían los antiguos lugareños si pudieran ver cómo ha crecido su comunidad? Tal vez se quedarían atónitos, o quizás se verían al espejo y gritarían: «¿Quiénes son todos estos extraños? ¿Dónde están mis cabras?»
La realidad es que la central ha sido el motor económico que ha sacudido la economía local, aportando 435 millones de euros en impuestos. Solo un municipio ha recibido alrededor de 15 millones anuales, lo que equivale a mantener a flote la mayoría de los servicios e infraestructuras. Para ponerlo en perspectiva, es como si cada vecino tuviera un repartidor de pizza en casa, con pizzas gratis todos los días (aunque, seamos sinceros, después de un tiempo también uno podría cansarse de la pizza).
Pero, ¿qué pasará si se apagan los reactores? Esa es la pregunta que muchos de los habitantes de Almaraz se están haciendo, y no sin razón. El alcalde Juan Antonio Díaz lo deja claro: “No podemos dar pasos hacia atrás, sería un caos volver a donde estábamos hace 40 años”. Y con razón; muchos de ellos sienten que les están quitando algo que les pertenece.
¿Por qué cerrar la planta?
Hablemos un poco más sobre los argumentos en favor del cierre de la planta. Se dice que los recursos renovables son el futuro energético del país. Mientras tanto, en la otra cara de la moneda, hay quienes creen que la energía nuclear es esencial para mantener la economía a flote, como una especie de tiburón en el mundo del océano energético. La pregunta es, ¿podrán las fuentes renovables realmente mantener nuestra demanda energética? ¿O simplemente estamos apostando a un juego en el que las probabilidades están en nuestra contra?
La visión del alcalde es igualmente clara: “Los jóvenes se van a tener que buscar la vida en otro sitio”. ¡Ah, el dilema de la juventud! Mudarse a una gran ciudad para buscar oportunidades o quedarse en el pueblo y vivir la vida sencilla. Pero claro, cuando la vida sencilla te deja sin un sueldo digno y sin opciones laborales, eso se convierte en un juego de «donde elijo vivir».
La dualidad de la energía
Por otro lado, existe una parte desconcertante en esta historia: la percepción de que el cierre de Almaraz permitirá que se desarrollen otras alternativas económicas en la zona. ¿Realmente tenemos alternativas inmediatas y suficientes para reemplazar todo lo que la nuclear aporta al pueblo? Si bien es cierto que iniciativas como la gigafactoría de baterías en Navalmoral de la Mata están en marcha, la realidad es que eso no es suficiente para llenar los zapatos de lo que podría perderse si se apagan los reactores.
¿Quién quiere invertir en un lugar donde el futuro es incierto? Si yo fuera un empresario buscando establecer una nueva planta, tendría que pensarlo dos veces si sé que la principal fuente de energía se está cerrando. Es como invitar a tus amigos a una fiesta y hacer una barbacoa sin carne. Puede que algunos se queden, pero otros simplemente se irán.
Un llamado a la acción
Díaz no se detiene al señalar que la mentalidad debe cambiar tanto en el gobierno como en las empresas. Recuerda que en 2020 ya hubo una prórroga a las empresas Iberdrola, Endesa y Gas Natural Fenosa, y ahora es un poco incomprensible que no se haya hecho nada al respecto. La tensión en torno al cierre es palpable, como el aroma de un buen café que se vuelve demasiado amargo cuando se deja reposar.
La situación actual también se ha visto influenciada por eventos globales recientes, como la pandemia y la guerra de Ucrania. Estas experiencias han llevado a una creciente evaluación de nuestra dependencia de fuentes externas de energía. ¿Realmente podemos permitirnos ser tan vulnerables? Me parece que se mueve en la dirección de la autodeterminación energética. Aplaudimos la necesidad de ser autosuficientes, pero al mismo tiempo, atacamos cualquier propuesta que busque soluciones basadas en la energía nuclear.
El debate medioambiental
Cuando hablamos de la sostenibilidad ambiental, la central de Almaraz podría ser vista como un buen fichaje en el equipo de los verdes, si uno simplemente mira los números. La planta no emite CO2 a la atmósfera ni radioactividad peligrosa. De hecho, es tan segura que ha pasado todas las pruebas requeridas, a menudo recordando a los escépticos que es la segunda más segura de Europa. Es difícil no ver la paradoja: aparentemente, el mismo desarrollo que puede dañar la Tierra es también lo que podría ayudar a sustentarla.
Se podría argumentar que el cierre de una planta que ha probado ser segura podría considerarse un acto improvisado. Pero, ¿realmente toma decisiones la gente basada en datos y seguros, o más bien en miedos y desinformaciones? Es como ese amigo que, cuando tienes una caída durante un evento, recuerda ese momento por años. Aunque sea una anécdota graciosa (o vergonzosa), siempre hay algo de dolor involucrado.
Mirando al futuro
Entonces, ¿cómo se verá Almaraz si la central cierra sus puertas? La pregunta queda en el aire, haciendo eco en la mente de muchos habitantes. El futuro podría ser sombrío, al igual que la última película de un director independiente famoso, donde todos piensan saber el final, pero nadie realmente quiere el desenlace.
Lo que está claro es que el alcalde no está tirando la toalla. “Vamos a seguir movilizándonos hasta que el Gobierno cambie de postura”, afirma. La unidad en el pueblo es palpable, ya que todos parecen estar de acuerdo en que hay que luchar por lo que han construido durante 40 años.
Así que, si tú también estás siguiendo esta historia, te pregunto: ¿cómo puedes involucrarte? Tal vez escribiendo a tu representante, o simplemente creando conciencia sobre la importancia de la energía nuclear. Porque en el fondo, la realidad es que la relaciones públicas pueden ser tan esenciales como los recursos energéticos que utilizamos.
Conclusión
En un mundo donde las dinámicas están cambiando y los ciclos políticos parecen interminables, es vital que las comunidades encuentren un equilibrio entre las viejas y nuevas formas de energía. La historia de Almaraz no es solo un relato sobre una central nuclear, sino un llamado a la acción para preservar lo que se ha edificado en décadas. Y en realidad, eso se trata de nuestra capacidad para adaptarnos a los cambios.
Como en cualquier historia, habrá diferentes puntos de vista y opiniones. Pero una cosa es segura: el futuro de Almaraz y de muchas comunidades similares está en el aire, y la energía nuclear será una parte central del debate durante un buen tiempo.
Así que, ¿estás listo para la conversación? Porque podría que, en lugar de un buen café, terminemos discutiendo sobre un futuro en que los jóvenes no sientan la necesidad de abandonar su hogar. ¡Eso sí sería una historia digna de recordar!