Cuando Gabriel Boric, el presidente chileno con un camino lleno de redes sociales y memes, anunció su deseo de convertirse en un presidente analógico, muchos se quedaron boquiabiertos. ¿Qué significa esto realmente? ¿Es viable en un mundo que parece girar sobre la base de bits y bytes? En un genuino intento de levantar la mirada de sus dispositivos, Boric ha lanzado una reflexión que resuena más allá de las fronteras chilenas.

La realidad del hiperconectado

Permíteme contarte una anécdota. Un día cualquiera, mientras disfrutaba de un café en una pequeña cafetería local, observé cómo un grupo de amigos compartía una mesa. Cada uno de ellos, absorto en sus teléfonos, estaba «conectado» a un mundo virtual, pero separadamente de la realidad que los rodeaba. Me pregunté: ¿Es esto realmente la conexión del futuro? Esa escena, similar a lo que describió Boric en su discurso en el «Congreso Futuro», invita a una profunda reflexión sobre nuestra relación con la tecnología.

Durante su discurso, Boric destacó un aspecto sorprendente: a pesar de la presencia física, muchos estaban virtualmente ausentes. ¿Dónde estamos cuando estamos? Esta pregunta, que podría sonar a trabalenguas, se vuelve crucial en un mundo en el que el smartphone se ha convertido en una extensión de nuestro ser.

Boric, con su nuevo enfoque, busca un equilibrio entre la vida digital y la vida real. ¡Y vaya que lo necesita! En un contexto donde la tecnología dicta las reglas, hacer este cambio puede parecer una hazaña casi titánica.

¿Te imaginas a un líder mundial totalmente desconectado? A veces pienso en cómo sería si esos momentos de soledad y desconexión emocional que vivimos en nuestra vida diaria se tradujeran en políticas. Quizás sería más fácil comunicarse con los ciudadanos.

Reflexiones del presidente: un giro inesperado

Por supuesto, no todo es color de rosa. A pesar de ser conocido por su espíritu progresista, Boric no ha estado exento de controversias. En su discurso, abordó no solo la adicción a los móviles, sino también sus propias luchas. Después de todo, él mismo se ha visto atrapado en la vorágine digital que criticó.

A medida que se acerca al final de su mandato, Boric reflexiona sobre los efectos de la hiperconexión, no solo en su salud mental, sino también en su capacidad para gobernar y ser escuchado. Es un desafío que muchos enfrentan hoy en día: ¿puede una persona que está constantemente interrumpida por una notificación realmente concentrarse en lo que importa?

Algunos podrían considerar que su mensaje es contradictorio, teniendo en cuenta su propio uso de las redes sociales durante los tres años en el poder. Después de todo, fue a través de ellas que comunicó su alegría por su futura paternidad, una noticias que encantó a muchos, pero que también despertó críticas. La percepción de ser un ‘presidente en Twitter’ le ha seguido. Y sí, ¡no es fácil librarse del juicio público!

La sombra de la inestabilidad política

Hablando de su tiempo en el cargo, no se puede pasar por alto el contexto en el que Boric ha estado gobernando. Desde su llegada a La Moneda, la expectativa de cambio y reforma ha sido monumental. Sin embargo, su intento de cambiar la Constitución ha sido un tema candente, y no ha sido fácil.

El rechazo de los dos intentos de reforma constitucional pone de manifiesto la fragmentación de la opinión pública y las complicaciones de gobernar en un momento en el que las redes sociales amplifican cada discrepancia. En este sentido, Boric ha encontrado que la misma herramienta que le ayudó a ascender al poder puede haber contribuido a su desafío actual.

¿Mana la tecnología una policía del pensamiento? ¿Nos está convirtiendo en consumidores pasivos de información? Los desafíos que enfrenta Boric son emblemáticos de un problema más amplio, y es algo que está dando de qué hablar en todo el mundo, especialmente en la esfera política.

Comparativa con otros líderes

Sin embargo, no está solo en esta lucha. Su homólogo argentino, Javier Milei, se mueve en un panorama totalmente diferente pero igualmente dependiente de las redes. La ironía es buena. Dos presidentes jóvenes que ante la misma audiencia, con herramientas similares, podrían estar en extremos opuestos de la política, pero que carecen del control sobre cómo sus mensajes son recibidos.

Si bien ambos líderes han utilizado la tecnología a su favor para construir sus respectivas marcas y llegar a las masas, hay un reconocimiento creciente de que este enfoque tiene una segunda cara. Aunque resulta atractivo y eficaz para captar la atención de los votantes jóvenes, la desinformación y el ruido digital también representan una amenaza.

Me viene a la mente una pregunta que muchos se hacen: ¿cómo equilibrar la responsabilidad de informar con la necesidad de entretener para captar la atención? Boric parece estar llamando a un tiempo de reflexión, un «detente y piensa» en medio del caos de la inmediatez.

La necesidad de una desintoxicación digital

En este contexto, Claudio Elórtegui, director de la Escuela de Periodismo en la Universidad Católica de Valparaíso, ofrece una perspectiva valiosa al explicar que muchos en la generación de los líderes actuales están comenzando a reconocer los efectos dañinos de la hiperconexión. Sin embargo, se cuestiona la viabilidad de que un líder pueda realmente desintoxicarse digitalmente, dado que se enfrentan a la necesidad de estar disponibles y comunicarse.

Como seres humanos, sabemos que las relaciones son fundamentales. Boric, al inclinarse hacia una desconexión, busca precisamente eso: reconectar con las personas a su alrededor—su familia y su nuevo rol como padre. Su anhelo por una relación más limpia y menos influenciada por el dispositivo que llevamos en el bolsillo es una necesidad profundamente humana. Al fin y al cabo, ¿no queremos todos un poco de espacio para respirar?

Pero, ¿qué pasará cuando el mundo y las dinámicas sociales demanden la inmediatez que una línea de conexión digital proporciona? Es un dilema que muchos enfrentan en su vida diaria, y este desafío se ve magnificado cuando uno se sienta en un trono de poder.

La búsqueda de un nuevo camino

Así es como se presenta la pregunta que muchos se hacen: ¿Es posible realmente volver a un mundo analógico? ¿Puede un presidente, que ha crecido inmerso en la digitalización y las redes sociales, adoptar una postura más desconectada sin perder su efectividad?

La verdad es que no hay respuestas fáciles. La tendencia actual tiende hacia la digitalización, y la lucha contra ese impulso puede ser desalentadora. Pero ahí está el punto de Boric: no se trata de rechazar la modernidad, sino de encontrar un equilibrio que permita una relación más sana con la tecnología.

Tal vez, en el fondo, buscamos un balance. Boric puede ser el pionero que necesita Chile para replantear su relación con lo digital. En lugar de una guerra total contra la tecnología, quizás lo que necesitamos es un pacto: una relación donde la tecnología sirva a nuestra humanidad, y no al revés.

Levantando la mirada frente a la pantalla, quizás Boric está invitándonos a todos a hacer una pausa. A cuestionar cómo y cuándo utilizamos la tecnología, no solo como herramientas, sino como un reflejo de nuestra humanidad compartida.

Con cada pequeño paso hacia la desconexión, permitámonos intentar recuperar esas conversaciones olvidadas alrededor de una mesa, cara a cara. Tal vez sea eso lo que realmente hace falta en un mundo tan interconectado: humanidad.

Recuerda, tanto Boric como Milei nos muestran que la política hoy es un campo de batalla donde los retweets, likes y shares son tan importantes como las decisiones políticas. Quizás el verdadero reto de Boric, y de muchos otros líderes, será encontrar una forma de gobernar que respete tanto los deseos del electorado moderno como las necesidades de su propia salud mental.

Así que, mientras esperamos ver cómo se desarrolla esta historia, nos queda una cosa clara: no está mal buscar un poco de calma en el caos digital. Así que, ¡quítate el móvil de la mano y simplemente mira a tu alrededor! ¿Qué puedes ver ahora mismo?