La Puerta del Sol, ese emblemático punto de encuentro en el corazón de Madrid, no solo es famosa por sus monumentos o la multitud de turistas que la visitan. También alberga un tesoro que marca el tiempo de los madrileños, y que trae consigo una rica herencia de tradición y pasión: el reloj que ha presidido las campanadas de Nochevieja desde 1866. Relojería Losada es la responsable de que este símbolo siga funcionando, y sus cuidadores son verdaderos artistas en su oficio. Pero, ¿cómo se mantiene un reloj que ha sonado para más de 48 millones de residentes en España?

Un poco de historia: el reloj que nunca se detiene

Imagina el bullicio de la Nochevieja en Madrid: miles de personas se reúnen en la Puerta del Sol, todos listos para despedir el año viejo al son de las 12 campanadas. Este ritual ha sido parte de la cultura española desde 1962, cuando la televisión comenzó a retransmitir las campanadas en vivo. Pero lo que pocos saben es que el reloj que da vida a esta tradición tiene una historia mucho más larga y fascinante.

Inaugurado en 1866 por el relojero leonés José Rodríguez Losada, el reloj fue donado a la ciudad para sustituir al antiguo reloj de Gobernación. Curiosamente, este último era tan famoso por su imprecisión que la gente solía reírse de él. ¿Te imaginas una fiesta de Nochevieja donde el reloj te haga perder la cuenta de las campanadas? ¡Era un desastre garantizado!

El del reloj de la Puerta del Sol ha sido un viaje de más de 157 años, y su funcionamiento ininterrumpido durante 30 años es un testimonio del buen trabajo de los relojeros que lo mantienen. Estos hombres son como los superhéroes del tiempo, quienes se aseguran de que nada altere el ritmo de la vida madrileña.

Conociendo a los guardianes del tiempo

Los máximos responsables del cuidado de este icónico reloj son los relojeros de Relojería Losada. Con un equipo de solo nueve personas, estos profesionales han dedicado su vida al arte de la relojería. Este equipo es dirigido por cuatro maestros: Jesús López-Terradas, Pedro J. Ortiz, Juan López-Terradas y Santiago Ortiz. ¡Es un verdadero lujo contar con un cuarteto de expertos de esta talla!

Recuerdo una anécdota personal cuando llegué a su taller para entrevistarles. Al entrar, me invadió esa mezcla de olores: un poco de aceite mezclado con madera comprada de tiempos inmemoriales. “Antes de tocar un reloj, recuerda que son como personas”, me dijo Jesús con una sonrisa. Él tuvo la oportunidad de aprender de su familia, y lo que es más impresionante, inició su carrera a la tierna edad de 15 años. ¡Yo apenas sabía atarme los zapatos a esa edad!

La agudeza con la que describen su trabajo es admirable. Santiago, por ejemplo, se toma la precisión tan en serio que, como él mismo señala, “si un reloj digital es lo más práctico para ti, lo siento, pero aquí amamos a los mecánicos”. Esa pasión por lo antiguo se siente en cada conversación, en cada risa compartida.

Cambios en el reloj de la Puerta del Sol

Este año se avecinan cambios significativos. En marzo, se llevará a cabo la primera intervención en el reloj desde su última restauración completa hace 30 años. «No se trata de una operación de corazón», bromeó Pedro. “Solo un poco de limpieza y cariño”. Al parecer, incluso las máquinas necesitan un día de spa, ¿no crees?

El asiento del reloj se someterá a un desmontaje por primera vez en este siglo, y quienes conocen su funcionamiento aseguran que “es mejor tomar precauciones y limpiarlo”. La cita con el mantenimiento fue planificada con tiempo, cuidando siempre de no dejar a Madrid sin su faro temporal durante mucho. Sin embargo, la incertidumbre está en el aire sobre cuánto tiempo tardará el reloj en volver a sonar: ¿serán 10 días? ¿15? Solo los relojeros lo saben.

La complejidad de la reparaciones de un reloj antiguo

La preservación de un reloj tan antiguo es mucho más que simplemente darle cuerda. “Es un arte”, advierte Santiago, mientras manipula delicadamente una pequeña pieza de latón. “Cualquier fallo puede significar que hay que volver a empezar desde cero”. Su maestría es encomiable, y la precisión que aplica en su trabajo es comparable a la de un médico durante una cirugía.

La ventaja de tener maestros en su oficio es que conocen cada torno, cada tornillo y cada engranaje como si fueran parte de su familia. “Fíjate en esto”, le dice a un aprendiz mientras le muestra una pieza que necesita ser creada desde cero. “No hay repuestos disponibles para estos relojes; todo tenemos que fabricarlo nosotros, y debe tener la misma estética que la original. ¡Esto no es IKEA!”

Aquí es donde se muestra la verdadera diversidad de su trabajo: desde restaurar relojes del siglo XVII, hasta revisar las manecillas de un reloj de bolsillo moderno. “Cada reloj tiene su propia historia”, dicen. Y como fieles guardianes del tiempo, están dispuestos a preservar cada una de ellas.

El reto de la transmisión del legado

Como muchos oficios tradicionales, la relojería enfrenta un desafío grave: la falta de relevo generacional. Pedro se muestra pesimista sobre el futuro del oficio: “No existe una escuela formal donde se pueda aprender esto. Cuando nosotros desaparezcamos, el conocimiento se irá con nosotros”. La idea de que el tiempo y la tradición puedan extinguirse como un susurro me deja pensando: adiós a las campanadas que han marcado mis celebraciones durante años.

Y, para ser honesto, a veces me entra el miedo de que mis propios hijos no valoren estos oficios. En tiempos donde la tecnología avanza a pasos agigantados, los jóvenes tienden a buscar trabajos más rentables y menos laboriosos. Es como ver un reloj de sol que se apaga lentamente. Al final, ¿qué quedará de esta cultura tan rica y llena de historia?

Reflexiones sobre el tiempo, la tradición y el futuro

Es cierto que hay un aire de nostalgia cada vez que paso por la Puerta del Sol y miro ese reloj. Recuerdo las risas, los abrazos y el ‘¡Feliz Año!’ que se intercambian a medianoche. Pero también me siento agradecido por la pasión de los relojeros de Relojería Losada, quienes siguen dedicándose a salvaguardar el tiempo. Ellos son los verdaderos héroes ocultos detrás de cada campanada.

Y tú, ¿qué piensas sobre la tradición frente a la modernidad? ¿Crees que los oficios clásicos seguirán vivos en nuestro mundo cada vez más digitalizado? Tal vez sea hora de evaluar cómo podemos proteger y promover estas habilidades para que vivan más allá de nuestra era.

Al final, el tiempo sigue su curso, y mientras los relojeros de Relojería Losada continúen trabajando con esmero, seremos testigos de pequeñas piezas de historia que siguen latiendo en cada tic y tac. Y, tal vez, cuando escuche una vez más las campanadas de Nochevieja, recordaré que hay manos laboriosas detrás de ese sonido. ¡Larga vida a la relojería! 🎉