Cuando se habla de Nicole Kidman, es imposible no pensar en la forma en que su carrera ha desafiado la norma, especialmente cuando se trata de expresar el erotismo en el cine. Desde sus inicios, ella ha explorado roles atrevidos que desafían tanto las expectativas del público como los límites del arte cinematográfico. Sin embargo, su más reciente trabajo en Babygirl, una película que se vende como un drama erótico, ha generado controversia y parece haber caído en una espiral que parece más un juego de rol fallido que una exploración seria de la intimidad. Así que, ¿qué sucede realmente en esta cinta y por qué ha decepcionado a muchos de sus seguidores?

Nicole Kidman: Una carrera marcada por el riesgo

Ah, Nicole… Recuerdo haberla visto en «Todo por un sueño» (1995), donde su interpretación no solo fue memorable, sino que también lanzó un guiño sutil a los oscuros juegos de deseo y poder. ¿Acaso no es fascinante cómo la carta de recomendación que ella misma escribió hablaba de sus destrezas en el sexo oral? Aquí, el juego era serio, y la actuación, sublime. A lo largo de su carrera, Kidman nos ha llevado a través de un viaje lleno de sensualidad y complejidad, desde la impresionante escena de apertura de «Eyes Wide Shut» (1999), donde se muestra completamente desnuda, hasta su perturbador papel en «Birth» (2004), que nos dejó con más preguntas que respuestas.

Sin embargo, en el camino, hemos sido testigos de cómo otras actrices, como Sharon Stone y Demi Moore, se han arriesgado y, en algunos casos, han visto su carrera tambalearse. ¿Fueron las elecciones de las películas las culpables, o quizás las presiones de la industria? Kidman ha navegado este mar tempestuoso con gracia, manteniendo su estatus como una de las actrices más aclamadas y provocativas de su tiempo. Pero, ¿podrá su última aventura en Babygirl seguir el mismo camino?

‘Babygirl’: Un regreso a lo erótico, ¿o una caída al abismo?

En este punto, quizás te estés preguntando: ¿qué hace que Babygirl sea un punto de inflexión en la carrera de Kidman? Dirigida por Halina Reijn, la película nos presenta a una Kidman de 57 años, interpretando a una mujer madura que se embarca en una relación erótica con un joven de treinta años menos. Aunque la premisa podría sonar intrigante, aquellos que esperaban una experiencia cinematográfica visceral se llevaron una decepción monumental.

Desde el primer vistazo al tráiler, me sentí emocionado. Parecía que estábamos a punto de regresar a una era del cine que se atreve a explorar las profundidades del deseo y la sexualidad sin censura. Pero tras ver la película, me di cuenta de que lo que prometía ser un emocionante viaje al mundo del BDSM y el erotismo maduro se convirtió en… bien, algo más parecido a un viaje al quirófano de una película de serie B.

La influencia de las películas eróticas pasadas

Algunas de las obras más impactantes del cine, como «El imperio de los sentidos» (1976) y «Secretary» (2002), desafiaron nuestras percepciones sobre la sexualidad, llevándonos a lugares que estaban tan lejos de la zona de confort. En esos filmes, el erotismo se exploraba de manera compleja, casi como si hablara un lenguaje diferente que nos invitaba a entender el deseo de una forma nueva. Pero Babygirl parece más una burla de esa tradición. La directora, con su debut en el cine, se queda atrapada en los clichés y no logra crear un ambiente que atraiga al espectador. ¿Acaso esto se debe a la creciente presión por incluir “correctitud política” en la trama?

Un producto de las expectativas modernas

Uno de los problemas más evidentes en Babygirl es el conflicto entre lo que intenta ser y lo que realmente es. Tras la visión de Kidman como una mujer descubriendo su sexualidad en un mundo donde aún enfrentamos los tabúes sobre el deseo femenino, el film parece acobardarse en el camino. La película se siente como una disculpa continua por su propia existencia, eludida por las sombras de la corrección política. ¿Hasta qué punto se ha ido la libertad artística en esta búsqueda de representación y aceptación?

La música elegida para la película es otro punto que deja mucho que desear. En ciertos momentos, me sentí tentado a preguntar si había cometido un crimen al escuchar el uso inoportuno de canciones de George Michael. La ironía de que una selección musical fallida pueda arruinar la atmósfera es palpable. Mientras que en «Drive» (2011), el uso irónico de su música resultaba hipnótico, aquí simplemente añade una capa extra de vergüenza.

Un casting que da pena

Podría ser justo reconocer que Harris Dickinson, quien interpreta al joven amante, tiene el talento. Por otro lado, la interacción entre su personaje y Kidman parece más una caricatura de la vida real que una representación auténtica de una conexión humana. Imagine esto: en medio de escenas de seducción, donde deberían bulliciar las emociones, lo que vemos es una especie de danza torpe y vacía. La ausencia de un guion sólido se siente, y uno se pregunta si el casting fue una decisión motivada por el nombre en vez del talento real.

¿Dónde está la chispa que hizo brillar a Kidman?

Es triste ver a una actriz con tanto potencial reducido a papeles en una trama que no respeta ni su capacidad actoral. En momentos, los personajes de Babygirl parecen estar en un bucle infantil, donde las relaciones sexuales consentidas se justifican hasta el cansancio. ¿De verdad necesitamos una lección sobre el BDSM y el consentimiento en 2024? El filme parece acomplejado y, a la vez, incapaz de mostrarse audaz, una mezcla raramente lograda.

Reflexiones finales: ¿Es el final del camino erótico para Nicole?

A raíz de todo esto, la pregunta persiste: ¿Babygirl marca un cierre a la sexy era cinematográfica que Kidman ha explorado a lo largo de su carrera? O quizás, simplemente fue una tropiezo. Mientras que algunos críticos han intentado ver en la película algún tipo de sensualidad escondida, la mayoría de nosotros solo vemos una oportunidad perdida. La provocación del cine erótico parece haber sido completamente reemplazada por una narrativa que se siente más como una parodia que un homenaje a su género.

En resumen, si bien el deseo de Kidman de seguir explorando su sexualidad como un ícono maduro puede ser comprensible, Babygirl nos hace echar de menos las producciones que supieron combinar el deseo con la profundidad. La confusión entre lo vulgar y lo erótico no solo ha traspasado las fronteras del proyecto, sino que también ha logrado que los espectadores de cine sigamos añorando el ingenio de los grandes del pasado. Tal vez, una nueva dirección, un guion más sólido y menos desdén por lo que realmente puede ser una exploración erótica, podría dar a Kidman la oportunidad de volver a brillar. La esperanza persiste, pero por ahora, es mejor recordar a la Nicole que conocimos cuando fue una verdadera pionera en el cine audaz.