La política en Alemania, como en muchas partes del mundo, puede ser tan fascinante como preocupante. En este momento, uno de los temas más candentes es la reciente campaña del partido Alternativa para Alemania (AfD), que ha suscitado un torrente de críticas y polémicas. La última «innovación» en su arsenal electoral son unos inusuales “billetes de expulsión” destinados a inmigrantes ilegales, una propuesta que ha encendido el debate sobre el discurso del odio y la xenofobia en la política contemporánea.

¡Ponte cómodo! A través de este artículo, exploraremos las implicaciones de esta medida, su recepción en la sociedad alemana y los ecos históricos que resuenan detrás de estas acciones. Además, compartiré un par de anécdotas personales que me permiten conectar la teoría política con la vida cotidiana.

¿Qué son los «billetes de expulsión»?

La idea de usar billetes de avión como propaganda electoral es, sin duda, insólita. La AfD ha impreso entre 20.000 y 30.000 de estos flyers que retratan a un “inmigrante ilegal” como un pasajero cuyo destino es un “país de origen seguro” (una expresión que suena tan acogedora como un sombrero en forma de foca). Esta estrategia, presentada durante el último Congreso del partido en Riesa, busca reforzar un mensaje claro: el cierre de fronteras y una ofensiva de deportaciones. Claro, a veces me pregunto, ¿realmente logran conectar con el ciudadano medio con este tipo de mensajes? ¿O simplemente buscan hacer ruido por el ruido mismo?

Algunos podrían pensar que esta es solo otra táctica electoral, pero para muchos expertos, esta medida roza la incitación al odio. La policía de Karlsruhe ya ha comenzado una investigación sobre estos «billetes», subrayando la seriedad de esta táctica. ¿Puede un pedazo de papel incitar a la violencia o al odio en la sociedad? La respuesta, lamentablemente, parece ser un rotundo sí en escenarios similares históricos.

Historia y paralelismos inquietantes

No es la primera vez que utilizamos propaganda de este tipo en Alemania. En 2013, el Partido Nacional Democrático (considerado neonazi) lanzó una campaña que decía “Desde: Alemania – Objetivo: País de Origen”. Volver a ver un eco de esta retórica genera un escalofrío a muchos. Recuerdo hablar con un amigo sobre lo que significan las palabras y el simbolismo en la política. En ocasiones, lo más poderoso no es lo que se dice, sino lo que no se dice.

Pero, ¿por qué una campaña que evita la sensatez y la humanidad logra resonar con un sector de la población? Tal vez sea el miedo a lo desconocido, a lo extranjero, que siempre ha sido utilizado como herramienta de manipulación. En un mundo donde las noticias falsas y las falacias políticas están a la orden del día, cualquier mensaje que ofrezca un chivo expiatorio fácil parece encontrar su lugar.

La inmersión electoral: un terreno fértil para el miedo

El inminente día de las elecciones, el 23 de febrero, parece estar impregnado de un aire de urgencia. Los sondeos muestran que AfD está ahora en segunda posición en las intenciones de voto, con un 19-22% de apoyo, mientras la Unión Cristianodemócrata (CDU) lidera con un 29-31%. Es asombroso cómo la Inmigración se ha convertido en un tema central en estas elecciones. A veces, la política puede parecer una carrera de obstáculos, y los partidos deben encontrar maneras de sortear los baches lanzando propuestas provocativas.

Los partidos tradicionales, desde los Socialdemócratas de Alemania hasta Los Verdes, están en apuros para mantenerse relevantes y competitivos. Aquí es donde creo que se presenta una oportunidad de oro: los ciudadanos deben asumir un papel activo en la discusión. ¿Estamos permitiendo que el miedo defina nuestra narrativa? Esa es una pregunta que sólo podemos responder con honestidad.

Reacciones en la sociedad civil

Las reacciones no se han hecho esperar. Grupos de derechos humanos, así como otros actores en la sociedad, han condenado la campaña como “peligrosa” y que desestabiliza la cohesión social. Ciertamente, esto no es solo un tema político, sino que toca el corazón de una sociedad que ha luchado durante décadas con sus propios demonios en relación con la inmigración y la identidad.

Es interesante ver cómo la historia tiene una manera curiosa de repetirse, pero también de enseñarnos. Hace años, cuando viajaba por diferentes países de Europa, escuchaba a los más mayores contar historias sobre los tiempos de los conflictos. “No puede volver a pasar”, decían una y otra vez. Y, sin embargo, aquí estamos, casi perdiéndonos de nuevo en la misma trampa.

Humor en tiempos de seriedad

A veces, en medio del caos político, necesitamos encontrar formas de aligerar la carga. Me acuerdo de la vez que, en una reunión familiar, alguien trajo un juego de mesa sobre políticas europeas. Podemos imaginar lo divertido que fue observar a mis tíos representar a diferentes partidos discutiendo sobre… bueno, ¡cualquier cosa menos lo que realmente importaba! Entre broma y broma, nos percatamos de que, a pesar de nuestras diferencias, todos coincidíamos en querer un mundo mejor. Quizás si los políticos leyeran un poco más de cuentos infantiles y menos informes de estrategias, seríamos testigos de un tipo de discurso más soñador y menos polarizador.

Conclusiones: el camino adelante

La campaña de AfD y sus «billetes de expulsión» son un reflejo inquietante de las tensiones políticas actuales en Alemania. Mientras que algunos se sienten alentados por esta retórica, otros ven su propagación como un regreso a tiempos de miedo y exclusión. La inmigración no solo es un problema electoral; es una cuestión humana que, como sociedad, debemos confrontar con empatía. Pero ¿dónde encontramos el equilibrio? ¿Cómo navegamos por este mar agitado de discursos?

Lamentablemente, muchos políticos tienden a centrar su atención en el corto plazo y en cómo maximizar su impacto electoral. Sin embargo, la historia es un maestro severo. Debemos ser proactivos y exigir un discurso que fomente la unión y no la división. En el fondo, todos queremos lo mismo: vivir en sociedades donde la diversidad se celebre, donde se escuchen todas las voces y donde la humanidad prevalezca.

Como ciudadanos, no dejemos que el miedo nos renda; al contrario, celebremos y protejamos nuestra capacidad de diálogo y entendimiento. La balanza se inclina hacia uno u otro lado dependiendo de cómo decidamos actuar en este crucial momento de la historia electoral de Alemania. Así que, ante el próximo evento electoral, la pregunta permanece: ¿qué tipo de país queremos realmente construir?

Al final del día, siempre habrá espacio para el humor y la risa, pero también para la reflexión. Todo lo que necesitamos es un poquito de amor… y tal vez una buena cerveza alemana. 🍻