¿Te has fijado alguna vez en el contenido de tu armario? Esa sensación de abrir la puerta y ver un mar de prendas que nunca usas es indescriptible. Tal vez te suene familiar esa imagen de tu cocina, inundada de utensilios que, sinceramente, solo ocupan espacio. Es como si todos estuviéramos atrapados en un laberinto de cosas que nunca utilizamos, pero que seguimos comprando. Pero, ¿por qué? La respuesta puede llevarnos a una profunda reflexión sobre nuestra relación con el consumo, el minimalismo y la búsqueda de la felicidad.
Una reflexion sobre el consumo desenfrenado
Vivimos en un mundo donde cada problema parece tener una solución en forma de un nuevo producto. ¿Quieres ser más feliz? Te venden libros y cursos sobre la felicidad. ¿Deseas deshacerte de cosas? Te venden seminarios sobre cómo «despejar tu vida”. Y así continúa este ciclo sin fin. A veces me pregunto si, en lugar de solucionarlo, estamos simplemente alargando el problema.
Recuerdo un tiempo en que decidí seguir la moda minimalista. La idea era sencilla: liberarte de posesiones innecesarias para vivir de manera más plena. Así que, un domingo, armada con bolsas grandes, me propuse deshacerme de la mitad de mis cosas. Al final del día, logré llenar cuatro bolsas de ropa, una de accesorios y otra de objetos que ni sabía que tenía. Todo parecía ir bien hasta que, en el momento de donar, me dio un ataque de nostalgia al ver esas botas de 2010. ¿Quién iba a decir que podría arrepentirme de algo que ni siquiera había usado en años? La lucha interna es real.
El suculento mercado del minimalismo
Los gurús del minimalismo, como Joshua Fields Millburn y Ryan Nicodemus, han construido un imperio alrededor de esta filosofía. Desde blogs hasta documentales en Netflix, están en todas partes. Y lo que comenzó como un simples intento de vivir con menos ha crecido hasta convertirse en un negocio lucrativo de millones. ¿No es irónico? Luchar contra el consumismo mientras se vive de él.
Millburn y Nicodemus afirman haber ayudado a millones a «eliminar el desorden y vivir plenamente». Pero, ¿es realmente posible vivir plenamente con menos? O, ¿es solo una excusa más para lanzar otro libro sobre el tema? Y es que, en este juego del minimalismo, hay una delgada línea entre hacer un cambio significativo y simplemente hacer negocio.
La compra de segunda mano como salvación
Una respuesta a este dilema es el auge de plataformas como Vinted, donde los usuarios compran y venden ropa de segunda mano. Esto puede verse como una solución brillante para el problema del consumo acelerado, pero, ¿realmente está ayudando, o solo está perpetuando el ciclo? Claro, podrás deshacerte de unas botitas que no usaste, pero ¿cuántas más terminarás comprando solo porque están «en oferta»?
Las cifras son alarmantes. Según un estudio del INE, las familias españolas gastaron de media 1.349 euros en 2023 solo en muebles y artículos del hogar, y el 96% admitió tener productos electrónicos sin usar que suman más de 500 euros. ¡Eso son muchos euros tirados al viento! Y no solo eso, también perdemos tiempo valioso buscando esas famosas cosas perdidas en casa, aproximadamente seis meses de nuestra vida.
La psique del comprador
Dimitris Xygalatas, un apasionado investigador de la cultura del ritual, sugiere que comprar es un ritual que ayuda a reducir nuestra ansiedad. “¿Sentimos estrés porque no tenemos control sobre algo? La compra nos da la sensación de tener poder”, dice. Esto me recuerda a la vez que compré tres pares de zapatillas en una sola semana. No me hacían falta, pero la sensación de adquirirlas me dio un pequeño subidón de alegría. Sin embargo, ¿cuánto tiempo duró esa felicidad? Apenas di un par de pasos antes de que ese efecto se desvaneciera.
También es interesante analizar nuestra relación con los objetos. Tienden a perder su valor cuando se pueden comprar con un solo clic. Según Xygalatas, esto nos lleva a una búsqueda constante de comprar más para sentir lo mismo, lo que me hace reflexionar sobre nuestras prioridades.
¿Está el minimalismo una opción sostenible?
La crítica Becca Rothfeld plantea que las casas minimalistas pueden no ser tan acogedoras como pensamos. Nos venden la idea de que lo «menos es más», pero, ¿realmente queremos vivir en un lugar que asemeje más a un museo que a un hogar? A veces, lo que necesitamos son recuerdos y toques personales que añadan calidez, más allá de la estética.
Y aunque muchos promulgan que deberíamos vender o donar nuestras cosas, a menudo esas donaciones se convierten en un problema mayor. Algunas marcas, como se mostró en el documental «Compra Ahora», envían ropa donada a países donde acaban creando un desastre ecológico. Así que, la próxima vez que quieras donar esas camisetas que ya no usas, piénsalo dos veces y considera si realmente estarás ayudando.
Un cambio de mentalidad: educarnos para consumir menos
Si realmente queremos cambiar nuestra relación con el consumo, debemos priorizar la educación. En lugar de comprar por impulso, deberíamos tomarnos un tiempo para reflexionar sobre nuestras necesidades. Pregúntate a ti mismo: “¿Realmente necesito esto? ¿Esta compra me traerá felicidad a largo plazo?”. Las respuestas pueden ser reveladoras.
Además, en lugar de comprar, ¿qué tal si intentamos intercambiar? Esta práctica ha resurgido como una alternativa viable para reducir el consumo y al mismo tiempo fomentar la cohesión social.
Iniciativas que rompen el ciclo
En nuestro día a día, podemos adoptar principios que nos ayuden a lidiar con el problema del consumo. Las bibliotecas de objetos son una excelente alternativa. En lugar de comprar una herramienta que usarás solo una vez al año, puedes alquilarla o pedirla prestada. Esto no solo disminuye el consumo, sino que también fomenta una comunidad más unida.
Reflexión final: menos es más
Cada vez que abres el armario y te sientes abrumado, recuerda que la vida no se mide en cosas. La verdadera satisfacción reside en las experiencias y en las relaciones que construimos. Kyle Wiens, cofundador de iFixit, dice: “La vida son las experiencias y las personas con las que las compartimos”. Así que, antes de hacer clic en «comprar», te invito a reflexionar.
¿Podemos empezar un nuevo año consumiendo menos y encontrando alegría en lo que ya tenemos? La respuesta está en tus manos. ¡Así que la próxima vez que sientas la necesidad de comprar algo nuevo, piensa en lo que realmente importa: las experiencias y las conexiones!
Así que, la próxima vez que te topes con ese cajón lleno de trastos, recuerda que deshacerse de ellos puede ser más fácil que comprarlos en primer lugar. Y si no, siempre puedes seguir la moda de donar… ¡a un buen amigo que también necesita limpiar su armario!
¿Listos para un nuevo comienzo, amigos?