Cuando pienso en Marruecos, lo primero que me viene a la mente es la imagen de un joven de 22 años (ese era yo, por si se lo preguntan) tomando un vuelo lleno de expectativas y un poco de temor. Después de todo, un salto de solo 14 kilómetros a través del Estrecho de Gibraltar parece poco, pero, oh, ¿la magia que se puede encontrar al otro lado! En aquel entonces, me sentía como si estuviera a punto de cruzar una puerta que me llevaría a un mundo completamente diferente, lleno de cultura, misterio y, como diría mi abuela, “cantos de sirena”.

Marruecos ha sido más que un destino para mí; ha sido una experiencia de vida que he repetido infinidad de veces. Cada viaje me ha cambiado un poco y me ha enseñado más sobre este país fascinante, lleno de contrastes. Pero hoy quiero compartir con ustedes no solo las maravillas que encontré, sino las razones por las que siempre vuelvo. Así que acomódense, ¡porque esto va a ser un viaje emocionante!

La frontera más singular del mundo: un salto en el tiempo

Imaginen esto: cruzar una frontera y, de repente, sentirse como si hubieran retrocedido mil años. Eso es exactamente lo que ocurre cuando aterrizas en Marruecos. Desde el momento en que pasas de un lado a otro del Estrecho de Gibraltar, las luces de neon se apagan y las antiguas tradiciones toman el centro del escenario. En un instante, te ves rodeado de riads, zocos y tantos colores que no sabes si llevar unas gafas de sol o un par de anteojos 3D.

De hecho, durante uno de mis viajes, decidí perderme en las calles de Chefchaouen, la famosa ciudad azul. La primera vez que vi esas calles pintadas de azul intenso, sentí que estaba en un cuadro de Picasso (aunque te diría que mi interpretación artística se queda corta). Cada rincón está lleno de vida; los vendedores, los olores de las especias… ¡No hay nada como el aroma del comino y la canela mezclándose en el aire!

Las medinas de Fez y Meknes: un laberinto de historia

Por supuesto, uno de los lugares que no puedes dejar de visitar son las medinas de Fez y Meknes. ¡Déjenme contarles! La primera vez que anduve por esos zocos, me sentí como una extraña en un universo paralelo. Las calles son tan estrechas que, si miras hacia atrás, puedes perder de vista a tu compañero de viaje. Te topas con un sinfín de talleres donde los artesanos siguen creando obras maestras al igual que lo hacían siglos atrás. En cierto modo, mis habilidades de negociación se afilaron bastante aquí. ¿Debería haber aceptado esa segunda chaqueta de piel? Bueno, eso es un tema para otro artículo.

En el laberinto de pasadizos, el tiempo parece fluir de manera distinta. Sientes que cada esquina encierra una historia; historias de imperios pasados, de comerciantes intrépidos, y de festivales que han has resonado en esas calles por generaciones. Todos deberían tener la oportunidad de perderse en este tipo de magia que solo el tiempo puede ofrecer.

Marrakech: donde cada día es una obra teatral

Ah, Marrakech… qué ciudad tan vibrante y caótica. La plaza Djemaa el Fna es el verdadero corazón de la ciudad. Es un espectáculo sin igual: acrobacias, encantadores de serpientes, músicos y, por supuesto, los vendedores de zumo de naranja. ¿Alguna vez han tomado un zumo tan fresco que uno se siente más vivo? ¡Te lo recomiendo! La vida aquí es un microcosmos de cultura, donde la antropología vive y respira a la vista de todos.

Recuerdo una tarde en la que decidí instalarme en un café a ver el mundo pasar. Era como ver una película donde cada personaje es más pintoresco que el anterior. Mientras observaba, un hombre que vendía retros y cestas cruzó la plaza gritando en un dialecto que, honestamente, no entendía, pero lo disfrutaba tanto como un buen chiste. Marruecos tiene esa habilidad de hacerte reír incluso en momentos de confusión. ¡Y cuántos de mis amigos han intentado cazar fotos en la plaza sin que se les caiga el café!

La ruta de las kasbahs: Un paisaje de ensueño

Imaginemos que tomamos un tour por el sur del Atlas: un paseo que te lleva a través de un paisaje de ensueño. Entre las ciudades fortificadas, palmerales y oasis, hay un piano de recursos visuales que no puedes dejar de admirar. Aït Ben Haddou, por ejemplo, es como un escenario de película; uno que ha sido utilizado en varias producciones. Alguna vez pensaron, “¿por qué no filmar allí?”. Al mirarla, no puedo evitar compartir mi anécdota de que realmente me sentí como un explorador en una misión secreta.

Es importante explorar: cada kasbah, cada fortaleza tiene su propio cuento que contar. Además, para aquellos que disfrutan capturando cada instante, ¡no olviden llevar su cámara! Pero, advierto: podrían encontrar más de una escena que podría hacer que deseen quedarse allí por más tiempo.

Una economía sorprendente: viajando con presupuesto

Mientras exploraba Marruecos, me sorprendió la variedad de opciones económicas. ¡Viajero de presupuesto, este es tu sitio! Desde las acogedoras casas de huéspedes hasta los lujosos riads, el espectro de precios es amplio, y la relación calidad-precio suele ser bastante justa. Pero aquí está el truco, algo que he aprendido de mis experiencias: todo gran viaje comienza con una buena taza de té. ¡Y cómo se sirve en Marruecos!

Recuerdo un viaje en particular, donde me quedé en un albergue con un grupo de mochileros. Cada noche, después de un día de exploración, intercambiábamos historias y recomendaciones de viaje. La mayoría de las noches terminaban en alguna terraza local tomando té a la menta y riéndonos hasta altas horas de la madrugada. Este es el verdadero regalo que ofrece Marruecos: conexiones auténticas. ¿Quién necesita una billetera pesada cuando puedes llenar tu corazón con recuerdos ricos?

El desierto más cercano: aventuras en Erg Chebbi

¿Y qué me dicen de la experiencia del desierto? Siempre he admirado el Erg Chebbi, esas conmovedoras dunas doradas que parecen saludar al cielo. La primera vez que monté en camello, era un desastre total. Imaginadme intentando mantener el equilibrio mientras el camello se levantaba del suelo. Creo que fue más divertido para el guía, quien contenía la risa por mi lucha épica. Pero una vez sobre la duna, el atardecer se tonos naranjas y rojos fue un espectáculo digno de un lienzo monumental. Esa mezcla de asombro y diversión hace de Marruecos un lugar inolvidable.

Los atardeceres desérticos son un recordatorio de lo pequeña que es la vida, ¿no creen? Algo reconfortante que conecta todo el caos de nuestras vidas, ya sea navegando por las medinas o haciendo frente a las dunas.

Montañas y desafíos: naturaleza en su máxima expresión

Otra joya del país son las montañas del Atlas. Si la idea de escalar el Toubkal (la cima más alta del norte de África) te suena emocionante, te animo a que lo pruebes. He tenido la suerte de estar allí, sintiendo que estaba en la cima del mundo. Pero, sinceramente, el sendero puede ser un desafío, y a veces me encontraba preguntando: “¿Por qué decidí hacer esto?”. Pero, una vez alcanzada la cima, el panorama es tan impresionante que todo el esfuerzo vale la pena. Mirar hacia abajo y ver el mundo tan pequeño –te hace sentir pequeño pero poderoso a la vez.

Subir las montañas no solo es un testimonio físico, sino también una metáfora de nuestras propias luchas personales. Cuando uno mira lo lejos que ha llegado, se da cuenta de lo fuerte que ha sido en el camino.

La rica gastronomía: un recorrido de sabores

No se puede hablar de Marruecos sin mencionar su increíble cocina. Cada bocado lleva consigo siglos de tradiciones. Aquí, la comida es parte del arte. ¿Tajín? Eso es solo la punta del iceberg. La composición de sabores en un simple cuscús puede ser un viaje culinario, y cada recetas, desde la harira hasta la pastilla, te cuenta una historia. Tengo un amigo que, después de un viaje a Marruecos, decidió intentar cocinar un tagine, y ahora ocupa un puesto en la lista de «que no quiero volver a probar». La cocina marroquí presenta sus propios desafíos, pero la belleza es que siempre hay alguien dispuesto a enseñarte en los mercadillos locales.

No puedo evitar mencionar mis primeras impresiones sobre el menú en mi llegada. Como novato, quería probarlo todo, pero aprendí rápidamente que lo mejor es disfrutar con calma.

La experiencia del hamam: más que higiene

Imagina entrar a un lugar donde la niebla y el calor se combinan para sumergirte en un estado de relax total. Los hamam, aunque a menudo se asocian con hábitos turcos, son fundamentalmente parte de la cultura marroquí. La experiencia del bañado tradicional no solo es un ritual; es una forma de socializar, de cuidarse. Algunas veces me encontraba dando un salto fuera de mi zona de confort, pero al final siempre regresaba agradecido.

Los días después de un hamam eran siempre los mejores; te sientes renovado, casi como si hubieras dejado atrás la tensión del mundo moderno.


Marruecos siempre ha sido y será un país en el que puedas aprender más sobre ti mismo que sobre cualquier cosa que puedas encontrar en las guías de viaje. Cada visita, cada experiencia, se entrelaza con una vida de souvenirs emocionales que guardo tanto como los recuerdos de mis aventuras.

Así que, ¿qué esperas? La próxima vez que te preguntes hacia dónde ir, recuerda que hay un mundo vibrante y lleno de vida justo al otro lado del Estrecho. Las maravillas de Marruecos están esperándote, y quién sabe, podrías terminar descubriendo más sobre ti mismo en el proceso. ¿Te atreves a dar el salto?