El 10 de enero de 2024 marcó un nuevo capítulo en la búsqueda de la paz en México con el lanzamiento del Plan Nacional de Desarme Voluntario ‘Sí al desarme, Sí a la paz’. Este ambicioso programa busca que los ciudadanos entreguen sus armas de fuego a cambio de compensaciones económicas mientras el Gobierno confía en que esta medida contribuirá a reducir la violencia en el país. Es un tema que realmente me toca, porque, seamos honestos, ¿quién no ha sentido miedo en algún momento por la creciente inseguridad? Así que, acompáñame en este recorrido donde exploraremos los matices de esta iniciativa, sus implicaciones y lo que podría significar para el futuro de nuestra sociedad.

Un acto simbólico en la Basílica de Guadalupe

El lanzamiento del programa no fue solo una formalidad, sino un evento cargado de simbolismo. Claudia Sheinbaum, la presidenta del país, estuvo acompañada de altos mandos de la defensa y, por primera vez en mucho tiempo, autoridades religiosas. En la explanada de la Basílica, un lugar que une a los corazones de muchos mexicanos independientemente de su credo, se dio inicio a esta jornada. Según las palabras de Sheinbaum, “las armas son un símbolo de violencia y de muerte. No queremos que ninguna familia tenga un arma en su casa”.

Ahora, imagina por un momento que estuvieras ahí, entre la multitud, viendo cómo algunas personas entregaban armas que habían estado guardadas por años, potencialmente letales. Me pregunto, ¿qué pasa por la mente de alguien que decide deshacerse de un arma familiar? Para muchos, debe ser como entregar un pedazo de historia familiar, aunque ese símbolo esté más asociado a heridas que a recuerdos felices.

Plan de recolección y compensaciones económicas

Para incentivar la participación ciudadana, el Gobierno ha dispuesto varios puntos de recolección en iglesias de distintas creencias a lo largo y ancho del país. Esta idea de involucrar a la Iglesia en un asunto tan delicado habla de un intento genuino de unir a la sociedad. En Ciudad de México, el punto de recolección está fijado en la Basílica, donde las familias pueden intercambiar sus armas por compensaciones que oscilan entre 4,000 y 26,450 pesos (aproximadamente entre 200 y 1,300 dólares).

¿Realmente vale la pena? Se podría pensar que con esos montos, algunos podrían estar tentados a cambiar lo que en algún momento se pensó como una inversión. Sin embargo, al escuchar las historias de personas como Virgilio Ramírez, quien entregó una pistola vieja de su padre porque cree que «se suma al proyecto de paz», te das cuenta de que el valor de la vida y la seguridad familiar supera cualquier ganancia material.

El desafio del tráfico de armas

No podemos ignorar que el problema del armamento en México no es solo un asunto de lo que está en manos de la población civil. De hecho, se estima que hay alrededor de 16 millones de armas en el país. Un dato inquietante revelado por la encuesta de Small Arms Survey menciona que el 74% de las armas utilizadas en delitos relacionados con los carteles provienen de los Estados Unidos. Y a pesar de las tímidas iniciativas, el tráfico de armas continúa siendo un grave desafío. ¿Acaso este desarme voluntario servirá para frenar la violencia cuando la verdadera fuente de armas es otra?

Intentar desarmar a la población civil es solo una parte de un gran rompecabezas. El crimen organizado y la violencia que emana de él afectan la vida diaria de miles de mexicanos. Como dicen por ahí, “el pez grande se come al chico”, y en este caso, el pez grande tiene un suministro inagotable de armas. Entonces, una pregunta inevitable se presenta: ¿es este plan suficiente si los verdaderos autores del delito siguen armados hasta los dientes con artículos traídos de contrabando?

La percepción de la paz

El evento en la Basílica también marca un cambio en la narrativa sobre cómo el Gobierno, particularmente con Claudia Sheinbaum a la cabeza, busca tener una relación más cercana con la comunidad religiosa, una relación que fue bastante criticada en administraciones anteriores. La entrada del liderazgo religioso puede ser un camino hacia una mayor legitimidad y apoyo social. La frase del papa Francisco sobre la igualdad fue citada por Sheinbaum, destacando la importancia de cuidar el bienestar del prójimo.

Sin embargo, ¿podemos realmente depender de la espiritualidad para resolver problemas tangibles como la violencia? La respuesta no es sencilla. Pero hay algo que sí sabemos: la falta de diálogo y la división solo conducen al endurecimiento de posturas. En un mundo donde Twitter parece ser la única conversación que tenemos, el hecho de juntar a líderes de diferentes esferas en un mismo objetivo puede abrir puertas a un futuro más esperanzador.

Las historias detrás del desarme

Volviendo al evento del desarme, lo más impactante son las historias de vida detrás de cada arma entregada. Como el hombre que llevó una pequeña pistola guardada en una cajita de galletas. “La tenía guardada por si acaso”, dice. No sé tú, pero eso me hace pensar: ese “por si acaso” es un concepto tan potente en nuestras vidas. Todos tenemos algo que queremos proteger, ya sea nuestra familia, nuestras pertenencias o nuestra paz mental. Pero, ¿realmente una pistola nos da eso, o simplemente alimenta un ciclo de miedo?

Mujeres como la señora de 70 años que entregó un fusil de caza de su padre deben estar sintiendo una mezcla de alivio y nostalgia. La carga de tener un objeto que representa un pasado violento es un peso que no todos pueden llevar. ¿Queda acaso alguna esperanza de que este acto cambiará la vida de quienes viven con miedo? Es difícil decirlo, pero estamos al menos dando un paso hacia adelante.

La expectativa de resultados

A medida que el plan avanza, muchas preguntas permanecen: ¿será suficiente este intento de desarme para disminuir las cifras alarmantes de homicidios y feminicidios? Un objetivo ambicioso, sí, pero los retos son muchos. La idea es que con cada arma menos en circulación, la tasa de criminalidad baje y, eventualmente, las familias ya no tengan que vivir con el temor constante de la violencia.

Sin embargo, el camino hacia la paz es sinuoso y lleno de obstáculos. Algunos analistas sostienen que el verdadero cambio vendrá solo cuando existan soluciones estructurales a los problemas profundas: educación, empleo y atención a la salud mental. Tal vez algún día podamos mirar atrás y decir que hubo un antes y un después en la historia de México a partir de este día, pero es claro que el esfuerzo necesita ser masivo y sistemático.

Conclusiones y miradas hacia el futuro

Así que aquí estamos, en medio de un cambio que promete transformar no solo la imagen del país, sino también la vida de miles de ciudadanos. Aunque la iniciativa del desarme parece un buen comienzo, la clave estará en cómo se despliega de manera integral con otras acciones que, a la larga, aborden las raíces de la violencia. ¿Puede el pueblo mexicano unirse en un esfuerzo tan monumental para dejar atrás un legado de armamento y vulnerabilidad? La respuesta a esa pregunta podría ser el verdadero termómetro de nuestra capacidad colectiva para sanar.

Y tú, querido lector, ¿crees que el camino hacia un México pacífico es un camino viable o simplemente una ilusión más en esta enrevesada historia? Sin duda, el tiempo dirá si el Plan Nacional de Desarme es un primer paso hacia el anhelado sueño de vivir en paz, pero mientras tanto, seguiremos compartiendo anécdotas, historias y, sobre todo, esperanzas. Porque al final del día, cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en esta búsqueda común.