El mundo del ciclismo está lleno de historias de esfuerzo, sacrificio y, a menudo, un poco de locura. Si eres un aficionado a este deporte, seguramente te emocionas con cada ascenso empinado y cada descenso vertiginoso. Pero, ¿qué pasaría si te dijera que uno de los ciclistas más prometedores de la actualidad, Tadej Pogacar, se encuentra a solo un paso de lograr un hito histórico conocido como la triple corona? Este fin de semana, en el caluroso y vibrante Mundial de Zúrich, el fenómeno esloveno buscará no solo dejar su huella, sino también inscribir su nombre en la leyenda de este deporte.
Un poco de historia: ¿qué es la triple corona?
Antes de sumergirnos en el emocionante presente del ciclismo, vale la pena recordar qué implica la triple corona. Esta condecoración no es más que el título honorífico otorgado al ciclista que logra vencer en un mismo año el Mundial y dos de las grandes rondas por etapas: el Giro de Italia y el Tour de Francia. Hasta ahora, solo dos gigantes del ciclismo han conseguido esta hazaña: Eddy Merckx en 1974 y Stephen Roche en 1987.
Sobre esto, he de confesar que cuando leí por primera vez sobre la triple corona, creí que se referían a un concurso de comer helados. Y, aunque personalmente estoy muy a favor de los helados, la realidad del ciclismo es mucho más emocionante. Imagínate estar en la cima del mundo, siendo el único en la conversación con nombres tan grandiosos. Envidiable, ¿verdad?
Tadej Pogacar: un fenómeno en ascenso
Tadej Pogacar, con tan solo 25 años, ya ha conquistado el Giro de Italia y el Tour de Francia, dos de los trofeos más codiciados por cualquier ciclista. Su participación en los Mundiales ha sido hasta ahora una mezcla de éxito y sufrimiento. Podría decirse que es un poco como yo tratando de hacer una tortilla: a veces sale perfecta, pero otras veces, bueno, digamos que la cocina queda hecha un desastre.
En sus cinco participaciones anteriores en los Mundiales, Pogacar ha logrado un tercer lugar, un resultado prometedor que muchos quisieran tener en su currículum. Pero, como decía mi abuela, «más vale siempre intentar un poco más». Así que, el domingo, a las 10:30 horas, le estaremos echando un vistazo a su desempeño con la esperanza de que logre el gran golpe.
Ahora, ¿qué aporta a la mesa la selección eslovena? Un equipo de ensueño conformado por ciclistas excepcionales, como Primoz Roglic, quien acaba de volver de una triste retirada, y otros talentosos que lo acompañarán en la montaña. Sin embargo, me pregunto, ¿no se sentirán un poco como unos currantes de oficina que sólo tienen a un jefazo sobresaliente? Sé que muchos se identifican con eso.
¿Qué se necesita para ganar?
El recorrido de 273,9 kilómetros de este Mundial de Zúrich es todo menos un paseo por el parque. Con un desnivel de 4,470 metros, los ciclistas tendrán que dar siete vueltas a un circuito final bastante exigente. Si alguna vez has compartido un plato grande de pasta con amigos, sabrás que uno no puede dejar de pensar en el «más» que viene después. En este caso, después de cada vuelta, los ciclistas mirarán a la meta, no a un plato de carbohidratos.
Los corredores tendrán que maniobrar en subidas que pondrían en jaque a cualquier montañista: por ejemplo, la Kyburg, que se eleva rápidamente con 1.1 km al 12% de pendiente media y rampas de hasta el 16%. Para muchos, esto suena como un paseo, pero créanme, yo apenas me atrevería a andar en bicicleta por la calle cuando hay una ligera pendiente.
Y a pesar de que no es un Mundial tan montañoso como el que ganó Alejandro Valverde en 2018, definitivamente está diseñado para ciclistas con una combinación de escalada y velocidad. Entonces, ¿será suficiente la fuerza de voluntad y la fuerza física de Pogacar para desafiar a otros gigantes como Remco Evenepoel, Mathieu van der Poel y el estadounidense Matteo Jorgenson?
Las esperanzas españolas: una mezcla de juventud y experiencia
No sé tú, pero siempre he creído que las mejores decisiones suelen tomarse en grupo. Y la selección española de ciclismo parece estar siguiendo esa filosofía. Con un elenco que equilibra juventud y veteranía, se presentan como un equipo fuerte. Juan Ayuso, tras haber ganado la contrarreloj del Tour de Luxemburgo, llega con el ánimo por las nubes, mientras que Enric Mas parece estar en uno de los momentos más brillantes de su carrera.
Es natural sentir cierta preocupación al comprobar que todos los elegidos son cabezas de cartel en sus respectivos equipos. Es como tratar de organizar una cena con amigos donde todos desean ser el plato principal, ¿verdad? Sin embargo, esa diversidad de experiencias podría dar como resultado una magia inesperada en la carretera.
Entre los nombres en la lista, encontramos a algunos que han tenido éxito en competiciones anteriores; por ejemplo, Pablo Castrillo, que ha ganado etapas en la Vuelta a España, no es ajeno a los grandes escenarios. Así que, a pesar de ser un reto monumental, ¡quizás sea el momento de que la escuadra española brille en Zúrich!
El desenlace: ¿será este el año de Pogacar?
Ahora bien, cuando echamos un vistazo a la fecha y el lugar, el Mundial de Zúrich está programado para ser un espectáculo impresionante. Tendremos ciclistas de todo el mundo compitiendo en un ambiente vibrante y competitivo. Para muchos de nosotros, el ciclismo no es simplemente un deporte; es una forma de vida. Recordemos que aquellos días en los que intentamos practicar nuestra técnica en una bicicleta de montaña, anhelando la emoción de una competencia. Sin embargo, el Mundial es un universo diferente, una olla a presión que puede hacer que cada ciclista brille o se desmorone.
Mientras los ciclistas se preparan mentalmente para la gran carrera, podemos imaginar cómo es la sensación de estar en la línea de salida, la adrenalina corriendo por sus venas, la multitud animando… ¿alguna vez lo habías pensado? Todos esos ensayos previos, las prácticas, y ese último impulso antes de dar el gran salto. ¡Qué presión!
Por supuesto, aunque reconozcamos que la presión está en la cima de la montaña, este es también un recordatorio de que la vida es un viaje; los valles y las colinas son parte de la aventura. Y, aunque yo estaría tentado de quedarme en casa y disfrutar de un buen libro, Tadej Pogacar tendrá que salir a conquistar la carretera.
En conclusión, este fin de semana promete ser emocionante, cargando con la expectativa de ver si Tadej Pogacar se alza con el maillot arcoíris y escribe su nombre en los anales de la historia del ciclismo. Tendremos una gran atención en Zúrich, con esperanzas y deseos de ver a este fenómeno seguir superando límites. Mientras tanto, yo seguiré intentándolo con mis tortillas… y quizás pongamos una imagen de Pogacar en la nevera como fuente de inspiración y motivación.