La política es un juego complicado, ¿verdad? Mientras intentamos mantenernos al día con las últimas noticias, nos damos cuenta de que los acontecimientos se desarrollan a una velocidad vertiginosa. Si la reciente ola de elecciones en Alemania nos ha enseñado algo, es que la ultraderecha sigue ganando terreno, y más preocupante aún, nuevas fuerzas políticas comienzan a surgir y reformulan la narrativa. Hablemos sobre lo que ha sucedido en los länder de Turingia, Sajonia y Brandemburgo en septiembre: el ascenso de Alternativa para Alemania (AfD) y la emergente Alianza Sahra Wagenknecht (BSW).

El contexto político: ¿quiénes son estos nuevos jugadores?

Imagina ir a un concurso de talentos donde todos esperan ver a sus favoritos y, de repente, sale un nuevo participante que pisa fuerte. Eso ha pasado en Alemania. La AfD ha estado en la mira desde hace tiempo, pero la auténtica sorpresa fue que la BSW se presentó como un nuevo contendiente. Fundada hace apenas unos meses por la conocida figura Sahra Wagenknecht, quien previamente era copresidenta de La Izquierda (Die Linke), esta alianza ha sobresalido donde muchos no lo esperaban, alcanzando porcentajes de dos dígitos.

Una mezcla de ideologías

BSW no es solo una escisión de La Izquierda por razones ideológicas; también es una respuesta a un electorado que se siente desilusionado y apartado. Uno se pregunta, ¿cómo es posible que un partido que surge de la izquierda adopte posturas tan cercanas a la extrema derecha? Pues bien, se podría afirmar que esto es el resultado de una transformación en la política alemana, donde los sentimientos anti-globalización, anti-inmigración y la hostilidad hacia ciertas élites están en auge.

Ciertamente, no es solo un fenómeno alemán. En la actualidad, muchos países europeos están navegando por aguas turbulentas, donde la desesperación económica y social están llevando a sectores de la población a buscar respuestas en la retórica populista, aunque esta retórica esté empañada de matices que pueden resultar inquietantes.

¿Una reacción genuina o solo una moda pasajera?

La pregunta que muchos se hacen es si el éxito de la BSW y la AfD es simplemente una reacción reactiva a situaciones contemporáneas o si representa un cambio más profundo en las creencias políticas de la población. A menudo me encuentro reflexionando sobre esto. En varias ocasiones, he discutido con amigos sobre cómo la política parece repetirse cíclicamente, como esa moda del «vintage» que vuelve cada pocos años.

Podríamos decir que en esencia, la BSW se ha posicionado como una variante moderna del viejo socialismo, pero ¿realmente es socialismo si ignora al inmigrante y adopta políticas de xenofobia? Metafóricamente, ¿podemos realmente tener un perro guardián que sea carnicero al mismo tiempo?

Políticas polémicas bajo la lupa

Los fundadores de BSW defienden la idea de que la izquierda tradicional no está en sintonía con las preocupaciones reales de los trabajadores. La culpa, para ellos, reside en la globalización, la inmigración y las políticas medioambientales. En lugar de unir fuerzas contra el sistema capitalista, algunos nuevos años parecen preferir reforzar la insolidaridad. Es un argumento que apela a emociones crudas: el miedo a «perder lo que tenemos» suele ser un catalizador poderoso en las decisiones de voto, no hay que olvidarlo.

Un apunte humorístico: me imagino a un trabajador que, después de un largo día, al llegar a casa en vez de un buen plato de comida, se encuentra con un discurso sobre el calentamiento global. ¡Ouch! Eso no es lo que necesita en ese momento. En el fondo, ¿no todos nos enfrentamos a una cierta desconexión con discursos que parecen estar lejos de las experiencias diarias?

Efectos colaterales en el electorado

El ascenso de estos partidos plantea serias preguntas sobre la identidad política tradicional. Por un lado, están los votantes jóvenes que piensan que estos nuevos partidos ofrecen más autenticidad. Pero, por otro lado, surgen preocupaciones sobre el impacto que tienen estos discursos sobre valores democráticos y la inclusión.

¿Son realmente representativos? En mi experiencia, cada elección se convierte en un termómetro social. Y lo que está ocurriendo en Alemania resuena con lo que otros países están experimentando. Facciones discordantes buscan un lugar en el tablero, y muchas veces, lo hacen a expensas de las normas democráticas tradicionales.

La trampa del populismo

Como ciudadano consciente, es difícil no caer en la trampa del populismo: promesas atractivas que a menudo son más vacías que un globo de cumpleaños. De hecho, no se puede negar que los partidos de extrema derecha ofrecen un discurso atractivo que resuena con el descontento actual. A medida que el mundo se globaliza, los que sienten que están perdiendo su lugar piensan que esos partidos son su última esperanza. Pero, ¿realmente es así?

No olvidemos que la polarización y el populismo tienden a utilizar el miedo como una herramienta principal. Y cuando las políticas se enfocan en dividir más que en unir, la sociedad pierde. Como diría mi abuela, «en los extremos, siempre hay un error». Ella, que era una sabia consejera, tenía un punto.

La necesidad urgente de despertar ideológico

Entre la confusión de etiquetas y posiciones, lo que surge como una necesidad urgente es un despertar ideológico. Las fuerzas de la ultraderecha han cristalizado sus argumentos y han encontrado una audiencia desilusionada. Lo que la izquierda actual debería preguntarse es: ¿por qué los votantes se sienten tan alejados de su mensaje original?

Es cierto que muchas izquierdas han perdido su rumbo, distraídas por batallas culturales mientras que los problemas fundamentales – la equidad económica, la justicia social, y la igualdad – permanecen sin discusión. Hace unos años, conversando con un amigo en una cafetería, él me decía la importancia de recordar las raíces de la ideología. En un sentido, tenía razón: ¿podemos realmente empezar de nuevo sin saber de dónde venimos?

Redefinir el significado de «izquierda»

En comparación con los populistas rojipardos, uno puede pensar que representar la «izquierda» debería ser sinónimo de inclusión. Sin embargo, hay un peligro inminente: el riesgo de que la llamada izquierda evolucione hacia posiciones que, en lugar de ofrecer soluciones, se alineen más con la exclusión.

A fin de cuentas, la ética y la solidaridad deben prevalecer. Sin ellas, la política se convierte en un mero intercambio de mercancías: un producto por un voto, ¿alguna vez nos hemos encontrado en una situación así? La política debería ser sobre la creación de una sociedad más justa, no sobre la entrega de migajas a cambio de lealtades cortoplacistas.

Reflexiones finales: el futuro de la política en Alemania y más allá

Es fascinante y a la vez aterrador mirar el futuro de la política. Cada elección representa una nueva oportunidad para reflexionar sobre las decisiones del pasado. Lo de Alemania es un aviso: debemos reevaluar nuestras estrategias y ser conscientes de las narrativas que surgen en los rincones oscuros de la desilusión electoral.

La amenaza está clara: si no se ofrece una alternativa que resuene con las verdaderas necesidades de todos, es probable que la incertidumbre y el miedo continúen reportando beneficios a aquellos con discursos radicales, que son más atractivos que una alternativa genuina.

Así que, mientras sigamos mirando lo que sucede en Alemania, recordemos lo que hay en juego aquí y en el resto del mundo. Necesitamos una «sopa» política en la que todos los ingredientes sean útiles y nutritivos. ¿Estamos listos para ello?