La DANA, o Depresión Aislada en Niveles Altos, que azotó Paiporta y otras localidades de la comarca de l’Horta Sud el pasado 29 de octubre, ha dejado una estela de desolación que muchos todavía no logran procesar. ¿Puede un festival de alma festiva como las Fallas sobrevivir a una catástrofe natural? En Paiporta, la respuesta ha sido unánime: no habrá fallas en 2025. ¡Imagina por un momento la tristeza de no poder ver esas impresionantes figuras de cartón y madera, que tan alegres e irónicas comentan sobre nuestra sociedad! Pero, ¿qué ha pasado exactamente en esta pequeña localidad valenciana, y cómo está lidiando con la complicada situación?

La tragedia de Paiporta y su impacto en las Fallas

Mi primer encuentro con las Fallas fue una experiencia que nunca olvidaré. El aroma de la pólvora, el bullicio de la gente, y esos impresionantes monumentos arquitectónicos que parecían cobrar vida. No sólo son estatuas de cartón, son una celebración de la cultura, un grito de protesta social y, a menudo, una dosis de humor que te hace reflexionar. Pero en Paiporta, esa chispa se ha apagado temporalmente.

Los monumentos que lograron sobrevivir a la inundación se encuentran en un estado «bastante malo». Y el presidente de la Junta Local Fallera, Abdón Mesado, lo ha dejado claro: las comisiones caen en una encrucijada donde «necesitan el dinero, más que para quemarlo, para gastarlo» en reparaciones.

Abdón Mesado y su visión para un año ‘en blanco’

«La situación del colectivo fallero en esta localidad ahora mismo es cero,» lamenta Mesado. Así es, a veces la vida nos presenta situaciones donde hay que tomar decisiones difíciles, y esa es la que han tomado en Paiporta. ¿Te imaginas organizar las Fallas sin el espíritu y alegría de la comunidad? Es una mezcla explosiva de emoción y tristeza, ¿verdad?

En lugar de prepararse para ver arder y reírse con las obras que desafían la lógica, los falleros se encuentran atrapados en un escenario de autopreservación, intentando reunir fondos, reparar locales y reconstruir la comunidad que ha quedado devastada. Es un proceso de encontrar el equilibrio entre la tristeza y la esperanza.

La necesidad de ayudas que no llegan

Desde la riada, muchas comisiones de Paiporta han tenido que cerrar sus puertas o transformarlas en centros de acopio para ayudar a los damnificados. Pero, ¿dónde está la ayuda institucional que deberían recibir? Mesado ha comentado que hasta ahora no han recibido «ningún tipo de subvención para reparar nada». La tristeza en su voz era palpable. Imaginen a estos apasionados falleros que, en lugar de organizar una gran fiesta, tienen que confrontar la dura realidad de la restauración.

La falta de ayuda es más que clara: el Consorcio de Compensación de Seguros ha estimado que el valor de los locales afectados es «muy bajo», dejando a muchas comisiones en la cuerda floja. Por el momento, sólo se han concedido mil ayudas directas, pero son para estudiantes no universitarios, y los falleros, ¿qué harán?

Historia de superación entre caramelos y pólvora

Aunque Paiporta no plantará fallas hasta el año 2026, los falleros han decidido que no todo está perdido. Intentarán hacer algo simbólico, aunque sea pequeño, para salir adelante colectivamente. Siempre he creído que las comunidades tienen una forma especial de unirse en tiempos de crisis. ¿No es cierto que en los momentos difíciles las mejores historias suelen surgir?

Rememoro una anécdota de mi infancia, cuando ayudamos a restaurar un monumento en mi propia ciudad. Con cada cartón y cada pintura, no solo creamos una obra de arte: construimos conexiones, amistades y momentos memorables. Y creo que eso es lo que Paiporta está tratando de hacer, reconstruyendo la comunidad y el espíritu.

La alegría de renacer

Podemos lamentar la pérdida de un año festivo, pero también podemos encontrar oportunidades en esta adversidad. Cada vez que una puerta se cierra, otra se abre, y a veces, esta es la chispa necesaria para que la creatividad renazca.

En este sentido, los falleros de Paiporta están abiertos a la colaboración. Puede que no haya enormes figuras monumentales en las calles, pero ¿quién dice que no se pueden hacer pequeñas celebraciones comunitarias? Tal vez, un evento que una a a la gente por el simple hecho de ser comunidad; esa es la esencia de las Fallas, después de todo.

La visión a largo plazo: un futuro incierto, pero esperanzador

Aunque la situación es complicada y no habrá Fallas en 2025, es necesario mirar hacia adelante. La comunidad ha acordado ir «al unísono», porque nadie quiere ser el precursor de una celebración desalentadora. En lugar de eso, piensan en la unidad y cómo pueden ayudar a restablecer el tejido económico que se ha visto tan afectado.

Si algo hemos aprendido de las crisis es que, aunque las circunstancias puedan ser adversas, la orgánica diversión y las dinámicas sociales pueden tener un papel crucial en la recuperación. En otros lugares del mundo también se han enfrentado a desastres similares, y donde la esperanza y la solidaridad abren camino de vuelta a la alegría.

A la espera de un renacer

Con el paso del tiempo, las cicatrices comienzan a sanar, aunque las primeras mil ayudas apenas representan un pequeño soplo de aire fresco en esta maratón de recuperación. ¿Dónde deja eso a las futuras generaciones de falleros? Es un dilema difícil, un interrogante que sigue resonando en el aire.

Sin embargo, aunque este año no será como otros, Paiporta tiene el potencial para renacer. La creatividad, las soluciones innovadoras y el apoyo de la comunidad pueden hacer que esta experiencia sirva de aprendizaje, para que un futuro lleno de alegría y creatividad renazca con una nueva chispa.

Conclusión: construir desde las cenizas

A través de todos estos eventos, hemos llegado a comprender que las fiestas no son solo una serie de eventos decorados con luces y fuegos artificiales; son el tejido social de una comunidad. Los retos actuales que enfrenta Paiporta no sólo son un golpe a la tradición fallera, sino también una oportunidad para redefinir y fortalecer su esencia.

Así que, mientras miramos hacia el futuro, recordemos que en los momentos más oscuros, incluso el más pequeño destello de luz puede marcar la diferencia. ¿La comunidad de Paiporta volverá a celebrar con todo su esplendor? Solo el tiempo lo dirá. Pero una cosa es segura: el espíritu de las Fallas nunca se extinguirá, y a través del esfuerzo colectivo, volverán a encender la llama en el corazón de todos.

Un viaje lleno de esperanza y la promesa de un renacer está en el horizonte. ¿Celebrar Fallas sin alegría? No, mejor semilla de unidad para un futuro vibrante. Y así, aunque sea en el futuro, estoy seguro de que la pólvora volverá a humear sobre las calles de Paiporta, y nos recordará que, incluso en la adversidad, podemos encontrar formas de unirnos y seguir celebrando la vida.