¡Ah, la Navidad en Sevilla! Esa época del año donde las luces parpadean, los villancicos resuenan en cada rincón y el olor a dulce de almendra flota en el aire. Pero, entre todas las tradiciones que adornan esta etapa festiva, hay una que ha ido ganando fuerza y cariño entre los sevillanos: la llegada del Heraldo. Aunque pueda parecer un personaje nuevo en el extenso repertorio de las celebraciones navideñas de la ciudad, este emisario comienza a hacerse un nombre en el corazón de muchos. Vamos a adentrarnos en esta tradición que, aunque relativamente reciente, ha sembrado su semilla en la memoria colectiva de Sevilla.

Origen del Heraldo: ¿de dónde vino este mensajero?

Primero, pongámonos en contexto. La Cabalgata de Reyes, un evento que cuenta con más de un siglo de historia, ha sido durante añales el rey de la fiesta. Sin embargo, el Heraldo, que nació en 1998 (lo sé, hace poco en comparación con su hermano mayor), ha emergido como un símbolo esencial de la Navidad sevillana. A pesar de que sus inicios fueron modestos, cada año toma más fuerza, convirtiéndose en la chispa que enciende las celebraciones previas a la llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar.

Recuerdo la primera vez que vi al Heraldo en acción. Era un frío día de diciembre, y mientras buscaba un lugar donde resguardarme del viento helado, me topé con un niño que sostenía una carta casi deshecha por la emoción. A su lado, un grupo de adultos miraba con una mezcla de nostalgia y sonrisa. En ese instante, comprendí que el Heraldo no era solo un personaje; era un vínculo entre generaciones, un recordatorio de que, aunque pasen los años, la magia de la infancia nunca desaparece.

Un evento que une a la ciudad

Este año, el Heraldo tuvo su pistoletazo de salida en el barrio Los Remedios, y por lo que parece, ¡la gente está más emocionada que nunca! El 26 de diciembre, una comitiva de más de 200 beduinos —sí, leíste bien, ¡dos centenas!— recorrió las calles del centro de Sevilla, llenando todo de alguna alegría y jolgorio. El responsable de llevar este esfuerzo fue ni más ni menos que Ángel Cornejo, un miembro activo del Ateneo que ha estado ligado a la Cabalgata desde 2010.

Y es que hay algo contagioso en la forma en que todos se agrupan para ver pasar al Heraldo. Como si fuera un gran espectáculo de circo, la combinación de la música de las bandas locales —la Virgen de los Reyes y Nuestra Señora de la Victoria (las Cigarreras)— se amalgama con el bullicio de aquellos que esperan ansiosos ver su deseo volar hasta los Reyes.

«¿La clave del éxito del Heraldo? Sin duda, la conexión que crea con los más pequeños», me decía un padre mientras su hija soñaba despierta con el emocionante momento de enviar su carta.

Un buzón sobre ruedas: la oportunidad de hacer un deseo

Si algo se ha vuelto icónico en la llegada del Heraldo es su impresionante buzón sobre ruedas, el cual parece estar diseñado específicamente para las cartas de los más pequeños. Es increíble ver la cara iluminada de un niño al depositar su carta en este encantador buzón. Ahí van sus sueños, sus esperanzas, y probablemente un juguete o dos que han estado en su lista desde que puede recordar.

Imagina la situación: un niño que duda entre escribir para un nuevo videojuego o pedir que su hermana deje de tocar el piano a todas horas (sí, he estado ahí). Pero más allá de la risa, es conmovedor ver cómo los niños asocian la llegada del Heraldo con la posibilidad de hacer realidad sus deseos. ¡La fe infantil es tan hermosa!

Una caminata como ninguna otra: el itinerario del Heraldo

El Heraldo no solo llega y se va; tiene un recorrido bien planificado que recorre los lugares más emblemáticos del centro de la ciudad. Este año empezó a las 17:00 horas, saliendo de la sede del Ateneo en la calle Orfila y tomando un camino que sigue el latido vibrante de Sevilla: la plaza de Villasís, Cuna, el Salvador y otros puntos icónicos hasta llegar al Ayuntamiento para recoger las llaves de la ciudad.

Imagine un río de color, música y risas navegando entre calles impregnadas de historia. No puedo evitar recordar un año en que la lluvia decidió hacerse presente, y ahí estaba el Heraldo, mojadito pero con una sonrisa en el rostro. «¡Los Reyes no se rinden tan fácil!», pensé. La vida es así; a veces, hasta lo inesperado se vuelve parte del espectáculo.

Este año, parece que el clima se ha alineado a favor del Heraldo, ¡y por fin no hay pronóstico de lluvia! Al menos eso dicen los expertos. Esperemos que no se convierta en un día… húmedo.

La música que acompaña la Navidad sevillana

No podemos hablar sobre el Heraldo sin mencionar la importancia de la música en esta celebración. Las bandas que acompañan al desfile no son cualquier ensayo. Con cada paso, la agrupación musical Virgen de los Reyes infunde un nuevo ritmo festivo, y la banda de cornetas y tambores nos arrastra cada vez más al espíritu festivo.

A veces me pregunto, ¿quién no ha tenido un momento inolvidable mientras la música suena? Tal vez revisitar un viejo amor o simplemente disfrutar de una linda melodía mientras los beduinos danzan a su alrededor. Esos pequeños momentos son los que verdaderamente hacen la Navidad en Sevilla especial.

Conclusión: ¿qué hay de futuro para el Heraldo?

A medida que el Heraldo continúa ganando popularidad, no puedo evitar preguntarme: ¿llegará algún día a tener el mismo nivel de significancia que la Cabalgata de Reyes? Aunque no tengo la respuesta, lo que está claro es que el Heraldo tiene algo que lo distingue: esa chispa de novedad que, combinada con la tradición, crea una emoción única.

Así que, si estás en Sevilla estas fechas, asegúrate de no perderte la oportunidad de ver al Heraldo en acción. Si la vida te da la oportunidad de hacerlo, no dudes en unirte a la multitud. Recuerda, en esta época del año, la magia no se trata solo de luces y decoraciones; se trata de recogimiento, de celebrar la esperanza y de compartir momentos especiales con aquellos que amamos.

La Navidad en Sevilla está en su máximo esplendor, y el Heraldo de los Reyes es parte de esa magia, un recordatorio de que, a veces, los mejores recuerdos son aquellos que hacemos juntos, en una tarde fría de diciembre, con cartas al viento y una sonrisa en el corazón. ¿Te animas a ser parte de esta tradición? ¡Las puertas de la Navidad están abiertas!