¡Hola, lectores! Hoy quiero hablarles sobre un tema que, aunque es serio, también nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre nuestro día a día y cómo este se entrelaza con lo que sucede en el mundo. El año 2024 ha sido un verdadero cataclismo climático, lleno de eventos extremos que parecen sacados de una película de acción, pero que en realidad están cargados de tragedia y dolor humano. Con fenómenos meteorológicos que han dejado huellas profundas en la vida de millones, está claro que el cambio climático no solo es un “tema de moda” en nuestras conversaciones, sino una urgencia que debemos abordar. Así que abróchense los cinturones, porque vamos a navegar por las olas turbulentas de la climatología reciente.
¿Qué ha sucedido en 2024?
Desde que comenzó el 2024, los informes meteorológicos han presentado un panorama alarmante. Según el World Weather Attribution (WWA) y Climate Central, 26 de los 29 fenómenos meteorológicos extremos analizados han sido influenciados por el cambio climático. Esa es una cifra que no se debe ignorar. La científica del clima, Friederike Otto, quien ha dedicado años de estudio a esta problemática, sostiene que muchas de las muertes podrían haberse evitado. Y cuando uno escucha eso, duele, ¿verdad? Es como si estuviese viendo una película donde los héroes podrían haber salvado a la gente, pero decidieron quedarse en casa viendo televisión.
Este año, hemos sido testigos de todo: inundaciones devastadoras, huracanes altamente mortales, incendios forestales y sequías históricas. Pero, ¿por qué deberíamos preocuparnos? Porque detrás de estas estadísticas hay familias, vidas y comunidades enteras que han sido impactadas. Piensa en ello: podrías ser tú o alguien que conoces quien se vea afectado por estas catástrofes.
Calor extremo: El nuevo “normal”
Uno de los impactos más claros de este fenómeno ha sido el aumento de las temperaturas. Recuerdo cuando era niño y pensábamos que el verano era esa época del año en la que podíamos salir a jugar sin preocuparnos por el clima… Oh, tiempos más simples. Pero hoy, las altas temperaturas no son solo una molestia; son peligrosas. En 2024, las temperaturas extremas fueron responsables de 41 días adicionales de calor que pusieron en riesgo la salud humana y la supervivencia de muchos ecosistemas. Eso no es solo caliente, ¡es una explosión térmica!
Los reportes indican que los días de calor extremo fueron especialmente letales en las regiones cercanas al ecuador. En mi experiencia, cuando hace calor, todos buscamos sombra y un buen vaso de agua fría (y quizás un helado, porque ¡no hay nada que un helado no solucione!). Sin embargo, para muchas comunidades, la falta de recursos y servicios adecuados convierte el calor en un enemigo implacable. ¿Alguna vez has intentado refrescarte sin agua corriente? ¡Es como tratar de apagar un fuego con una manguera rota!
Inundaciones y sus efectos
Desgraciadamente, los impactos del calor extremo no se detienen ahí. Las sequías han llevado a condiciones climáticas extremas que se traducen en inundaciones. En Europa, las lluvias torrenciales han causado estragos, con tragedias humanitarias que a menudo pasan desapercibidas en los titulares. La DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que afectó a España el 29 de octubre es, tal vez, uno de los eventos más tristes. Mientras el agua arrasaba zonas específicas, 3.700 vidas se perdieron en 29 fenómenos letales a nivel mundial.
Las autoridades a menudo cometen el error de reconstruir las áreas afectadas igual que antes. Recuerdo un viaje que hice a un pueblo que fue golpeado por una inundación, donde los residentes simplemente comenzaron a construir la misma casa en el mismo lugar, sin considerar su vulnerabilidad ronda tras ronda. ¡Es como poner un cactus en un jardín lleno de ardillas! Cuando habrá que reconsiderar cómo enfrentamos el cambio climático y sus consecuencias, si la gente sigue haciendo las cosas del mismo modo.
Un contraste claro se observa en el acceso a sistemas de alerta temprana. En Centroeuropa, la anticipación de las lluvias torrenciales permitió evacuar a las comunidades de mayor riesgo, resultando en menos de 30 muertes, mientras que en otros lugares, la autocomplacencia llevó a tragedias innecesarias. ¿No sería sensato aprender de estas experiencias y poner en práctica sistemas más eficaces de alerta y evacuación?
Huracanes devastadores en Estados Unidos
Hablando de desastres, no podemos olvidar el impacto de los huracanes en los Estados Unidos. 2024 vio al huracán Helene, que se cobró 230 vidas, convirtiéndose en el segundo huracán más mortífero en los últimos 50 años. ¡Eso es mucho dolor! Las lluvias asociadas a Helene fueron un 10% más intensas debido al cambio climático, y el huracán Milton, que llegó poco después, también mostró un patrón de comportamiento similar. ¿Acaso loó a ser así? ¿Se ha convertido nuestra madre naturaleza en una supervillana que lanza tormentas como si estuviera en una batalla épica de cómics?
Además, se identificó que el fenómeno de El Niño también tuvo un papel importante. Sin embargo, la conclusión ha sido clara: el impacto del cambio climático ha sido aún mayor que el de fenómenos naturales complejos como este. Aquí hay otra llamada de atención, un recordatorio brutal de que nuestras acciones individuales y colectivas están interactuando con el clima de maneras que no solo son mensurables, sino que son devastadoras. La pregunta que surge es: ¿hasta cuándo seguiremos en esta película de terror climática antes de pedir una salida?
Incendios forestales: Un ciclo de destrucción
Luego, están los incendios forestales, siempre contemporáneos a esta narrativa de calamidad. En junio, los incendios fueron aproximadamente un 40% más intensos, gracias a ese cóctel mortal de altas temperaturas, sequías y vientos fuertes propiciados por el cambio climático. El aire estaba tan seco que se sentía como estar en un horno. Y no hablo de un horno como el de tu abuela, que hornea galletas. Me refiero a un horno industrial donde las galletas queman rápidamente y, desafortunadamente, así también lo suele hacer la fauna y la flora.
¿Y qué hay de la recuperación? Las comunidades a menudo se ven atrapadas en un ciclo destructivo, donde los incendios arrasan sus hogares, y la reconstrucción implica más de lo mismo: un ciclo que eventualmente los llevará nuevamente a la misma dificultad. Cada diputado en el gobierno tiene una fuga de dinero llamada “reconstrucción”, pero en vez de usar un enfoque que mire a los problemas de raíz y que busque solucionarlos, parece que solo aplican un vendaje que se despega cada vez que el clima se vuelve hostil.
¿Cómo podemos crear un cambio?
Con todo esto en mente, es lógico preguntarnos: ¿qué podemos hacer para cambiar esta historia? Según Friederike Otto, lo primero que debemos hacer es dejar de quemar combustibles fósiles. Es una afirmación sencilla, pero es como pedirle a un niño dejar de comer dulces: suena fácil, pero tiene implicaciones. A pesar de que tecnologías como la captura de carbono se han presentado como soluciones, Otto destaca que estas no son suficientes si no estamos limpiando nuestra casa primero.
Es un momento para reflexionar y ver cómo cada uno de nosotros puede contribuir a una transición más sostenible. En lugar de apagar un fuego con una manguera rota, debemos aprender a contener el fuego desde la raíz. Con cada pequeño acto de conservación y sostenibilidad, desde disminuir el uso del automóvil hasta optar por energías renovables, podemos encaminar el mundo hacia un futuro más brillante. A veces pienso que los cambios, por pequeños que sean, son como las gotas que por sí solas no hacen un río, pero juntas llenan los grandes océanos.
El camino hacia adelante
Así que amigos, mientras reflexionamos sobre el caos climático de 2024, recordemos que cada uno de nosotros tiene un papel en la creación de un cambio. La próxima vez que escuches sobre un desastre natural, no solo te limites a compartir la noticia; considera cómo nuestras decisiones, nuestras compras y nuestra forma de vivir afectan el mundo.
No podemos cambiar lo que ya ha pasado, pero sí podemos tener un impacto real en lo que viene. Después de todo, la verdadera pregunta no es si el cambio climático es real o no, sino ¿qué estás haciendo al respecto? A medida que miramos hacia el futuro, que nuestra esperanza de un clima más amable e inclusivo arda tan intensamente como un fuego en medio de la tormenta.
Así que, para terminar, recordemos que, como seres humanos, tenemos la capacidad de transformar la narrativa de nuestra relación con el medio ambiente. Más allá de las estadísticas y los eventos trágicos, está la esencia de nuestras vidas y el futuro de las generaciones venideras. Es hora de tomar decisiones y actuar, porque esta película aún no ha terminado, y somos nosotros quienes tenemos el guión.