La historia de Cataluña está marcada por un deseo de autogobierno y una lucha perpetua por la identidad nacional. A medida que nos adentramos en el 2025, el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, ha llamado a los catalanes a buscar una «capacidad de acuerdo» para hacer progresar la comunidad. Pero, ¿cómo podemos interpretar estos llamados al consenso en el contexto de una política tan polarizada? Vamos a desmenuzarlo un poco.

El legado de Francesc Macià: ¿un faro en la niebla política?

Recientemente, en la ofrenda floral ante la tumba de Francesc Macià en el Cementerio de Montjuïc, se recordó la figura del expresidente, quien «inició el camino del autogobierno de Cataluña». Este evento no es solo un homenaje; es un recordatorio de que, quizás, las lecciones del pasado aún resuenan en la política actual. No podemos evitar preguntarnos: ¿son estos personajes históricos una guía o simplemente fantasmas del pasado?

Imaginen a Macià en una reunión política actual, exclamando: «¡Señores, necesitamos unirnos!» Antes, las discusiones se limitaban a cafés y tabernas, ahora se celebran en grandes salones, pero la esencia parece permanecer igual. ¡Qué irónico! Históricamente, Cataluña ha sido un terreno fértil para la ambición y el pacto, pero también ha sido un campo de batalla ideológico. Como dice el refrán, “La historia a veces se repite, pero no siempre aprendemos la lección”.

El cruce de caminos de Illa y Junqueras

El duelo verbal que se ha desatado entre Salvador Illa, del PSC, y Oriol Junqueras, de ERC, es un espectáculo digno de un desfile de carnaval. Illa hace un llamado a la unidad, mientras que Junqueras emplaza a los socialistas a honrar los acuerdos. Pero, ¿realmente ambos lados están dispuestos a dejar de lado sus diferencias por el bien común?

Illa ha manifestado que el 2025 “puede ser un año de oportunidades” si se mantienen los pactos. Pero aquí surge la pregunta: ¿qué tipo de pactos? ¿Serán promesas vacías que se olvidarán una vez que pase el calor del momento, o habrá un compromiso real con la gobernanza?

Por otro lado, Junqueras, haciendo eco de la «clamorosa demanda de serenidad» del rey, señala que no se puede simplemente ignorar el “ruido” que envuelve la política española. Su comentario me hace recordar mis propias experiencias en reuniones familiares; a veces, todo lo que necesitas es un momento de silencio para escuchar realmente a los demás. ¿Es posible que nuestros políticos necesiten un poco de tiempo fuera para reflexionar sobre sus prioridades?

Catalanes en el exilio: una situación insostenible

Este drama político adquiere un matiz aún más profundo, con figuras como Carles Puigdemont y Lluís Puig viviendo en el exilio. El presidente del Parlament, Josep Rull, ha calificado esta situación de “anormalidad”. Podríamos pensar que estamos viendo una serie de telenovelas donde el héroe y el villano se cruzan constantemente, pero la realidad es que para muchos catalanes, esto no es una comedia. Significa pérdida de representación y, en muchos casos, pérdida de hogar.

Como dice el viejo dicho, “Los pueblos que persisten son los que vencen.” ¿Pero a qué costo? En esta lucha, la política a menudo tiende a deshumanizar a sus protagonistas, convirtiéndolos en cifras y narrativas. Pero detrás de cada político en el exilio hay una historia que merece ser contada.

Una política de contrastes: entre reconstrucción y resistencia

Mientras tanto, la CUP y otros grupos de izquierda continúan empujando por una revisión de cómo se maneja la política en Cataluña. La diputada de la CUP, Pilar Castillejo, fue clara sobre la lucha histórica y cómo los cambios en el liderazgo a menudo reflejan una falta de convicción política. “Los pueblos que persisten son los que vencen”, repitió, como un mantra, pero ¿qué implica realmente eso en un entorno donde la política parece cambiar más rápido que los trends en redes sociales?

En momentos de incertidumbre, a menudo encontramos inspiración en personas que se atreven a repetir ciertas verdades. Una cultura política fuerte puede nacer de la disidencia, pero también es esencial que estos movimientos tengan claro sus objetivos. En un mundo hiperconectado, donde las opiniones viajan como la luz, es cada vez más difícil mantener la seriedad en este tipo de diálogos.

La necesidad de escucharse mutuamente

La invitación de Illa a la colaboración está lejos de ser una idea nueva, pero suena más necesaria que nunca. La historia de Cataluña no es solo una historia de compromiso político; es una historia de comunidad. Tal vez, el primer paso para encontrar ese “pacto” que tanto se menciona sea volver a escuchar a los ciudadanos, escuchar las preocupaciones, las esperanzas y los miedos, en lugar de solo hablar entre burbujas políticas.

¿Hay esperanza para el 2025?

A medida que echamos un vistazo hacia el futuro, es crucial plantearnos algunas preguntas. ¿Cuál es la naturaleza de la «esperanza» que se anhela? Con un panorama político que parece más un juego de dominó que un camino claro hacia la autogestión, la esperanza puede parecer una palabra vacía. No obstante, podría ser la clave para desmantelar el ciclo de desconfianza que ha asediado a la política en Cataluña durante años.

Además, hay algo que también se debe considerar: por mucho que la política sea un arte del diálogo, también es un arte de la diplomacia emocional. Cuántas veces hemos visto que una simple conversación, sin rencores ni excelentes decoraciones, puede abrir puertas. ¿Por qué no podemos aplicar esto a la política?

El poder de la conversación

Tomemos como ejemplo la última reunión entre socialistas y republicanos. ¿Acaso no está bien claro que han llegado a un punto muerto? Pero, ¿qué pasaría si, en vez de un debate acalorado, dedicaran unos minutos a una conversación honesta y sin tapujos? El espacio para el diálogo es fundamental, y no hay nada más enriquecedor que escuchar de verdad lo que tiene que decir el otro.

No estoy diciendo que la política debe convertirse en un círculo de abrazos y solidaridad; soy consciente de que no siempre es el momento para esos encuentros. Pero a veces, es bueno recordar que detrás de cada desacuerdo político hay un ser humano con sus propias inseguridades y miedos. ¡Un momento de empatía podría iluminar hasta la jornada más oscura!

Conclusiones: un camino hacia la colaboración

Mientras nos adentramos en el territorio incierto del 2025, la pregunta debe ser menos sobre qué pasará y más sobre qué podemos hacer. La lucha por la identidad y el autogobierno en Cataluña es un viaje que requiere esfuerzo colectivo y compasión.

Como ciudadanos, cuando levantamos nuestras voces, estamos no solo apoyando a nuestros líderes, sino también recordándoles la importancia de permanecer enfocados en el bien común. Si logramos escuchar, dialogar y abrir nuestro corazón a las experiencias de los demás, quizás podamos trazar un camino hacia la colaboración que trascienda los límites de la política actual.

Así que sí, mientras la política catalana puede estar enclavada en ciclos de historia y herencia, la oportunidad del 2025 está aquí. La gran pregunta es: ¿estaremos listos para aprovecharla?