El derbi entre el Atlético de Madrid y el Real Madrid siempre ha sido uno de esos eventos deportivos que une pasiones y divide opiniones. ¡Quién no recuerda sus primeros gritos en la grada, la emoción de un gol o ese roce con el abonado de al lado que, curiosamente, también es del equipo rival! Pero este domingo se vivirá un partido que, lamentablemente, va más allá del fútbol.

Una nueva tendencia que preocupa: #MetropolitanoconMascarilla

No es la primera vez que las redes sociales se convierten en el escenario de protestas y movimientos, y mucho menos en fútbol, donde la pasión se mezcla rápidamente con la controversia. La aparición del hashtag #MetropolitanoconMascarilla ha encendido las alarmas en torno a la rivalidad madrileña, y no por la razón que muchos podrían imaginar.

Quizá te estés preguntando: “¿Pero por qué espanto?” Bueno, he aquí el detalle. Este hashtag se ha utilizado para hacer eco de diversas inquietudes, que van desde las críticas al tratamiento que reciben ciertos aficionados hasta la alarmante posibilidad de usar esta tendencia como un medio para insultar a futbolistas, específicamente a Vinicius, el brasileño del Real Madrid, bajo un manto de anonimato.

¡Ah, las redes sociales! Son como un parque de diversiones, donde ciertas atracciones se convierten en una experiencia memorable y otras, como este caso, dejan un regusto amargo. Esto me recuerda a aquella vez que un conocido me animó a unirme a una charla en Twitter sobre deportes, y acabé envuelto en una discusión sobre si los puñetazos en el ring eran más artísticos que los goles de Cristiano Ronaldo. La pasión, como el odio, está al acecho, ¿no?

Reconstruyendo el contexto: ¿protestas o intolerancia?

Los organismos detrás del evento no han podido ignorar este aspecto preocupante. Por un lado, el Atlético de Madrid ha subrayado su compromiso con la tolerancia cero hacia la violencia y el racismo, expresando que estos actos no representan a su afición en su totalidad. Sin embargo, no debemos perder de vista que la imagen de la hinchada puede verse empañada por unos pocos que creen que pueden esconderse tras una máscara, tanto literal como figurativamente.

Es como cuando alguien intenta justificar su comportamiento grosero en un evento familiar, alegando que consume «solo un par de copas». ¿Te suena familiar? La diferencia aquí es que en vez de un malentendido familiar, estamos hablando de un ataque racista a una figura pública. A veces, nos olvidamos del impacto real que nuestras palabras pueden tener, y esto es especialmente cierto en la cultura deportiva.

Seguridad reforzada en el Wanda Metropolitano

Dadas las circunstancias, es plausible pensar que las autoridades no están tomando este tema a la ligera. Para el derbi, se ha previsto un dispositivo de seguridad que será más fuerte que en otros encuentros. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado estarán desplegadas en mayor número, ¡como si se prepararan para un clásico de los años 80! La idea es estar un paso adelante y evitar que cualquier acto de intolerancia pueda arruinar lo que debería ser simplemente un buen espectáculo de fútbol.

Es curioso cómo, al hablar de fútbol, a menudo nos olvidamos del riesgo que conlleva el deporte. Recuerdo un partido en el que estaba con algunos amigos en el estadio. Justo antes de que comenzara el segundo tiempo, se desató una pelea entre dos aficionados, uno de ellos con una camiseta de la selección y otro con la de una marca de cerveza. Ambos se olvidaron de que estaban allí para disfrutar del juego. Quizá la mascarilla y el alcohol no sean los únicos elementos a eliminar en la cultura del fútbol, ¿verdad?

Vinicius: Un blanco de la discordia

Uno de los nombres que ha resonado con mayor fuerza en esta controversia es, sin duda, el de Vinicius Júnior. El jugador brasileño no solo es famoso por su habilidad en el campo, sino también por ser víctima recurrente de insultos racistas por parte de ciertos grupos ultraderechistas. Estos abusos han trascendido las barreras de la cancha y se han vuelto un punto de discusión constante en el mundo del fútbol español. ¿Cuánto tiempo debe pasar para que la sociedad reaccione ante esta situación?

En la última campaña contra el racismo, el club de la capital fue absolutamente firme y disciplinó a los seguidores responsables. Sin embargo, la pregunta que todos nos hacemos es… ¿es suficiente? La respuesta puede ser más compleja de lo que creemos. Por un lado, algunas campañas parecen ser meras formalidades; por otro, las acciones que se están tomando son, sin duda, un paso en la dirección correcta.

La iniciativa del árbitro de suspenda el juego si los insultos racistas continúan, ya es un pequeño respiro para aquellos que abogan por un fútbol mejor, pero eso todavía deja la pregunta: ¿por qué no hemos llegado más lejos? O es que quizás el problema reside en la cultura generalizada de ignorar los problemas que afectan a ciertas comunidades.

El papel de LaLiga y la arbitral en este caos

La LaLiga, por su parte, no se ha quedado atrás tras el revuelo generado. La organización ha aumentado su ya robusto dispositivo de seguridad, asegurando que todos los eventos sean monitoreados con atención, pero también está introduciendo protocolos más estrictos para lidiar con situaciones como las que pueden surgir en este derbi.

En un mundo ideal, este tipo de medidas no serían necesarias. Pero encontramos que cada vez más, el deporte está imbuido de tensiones que a veces parecen eclipsar la esencia del juego. Las redes sociales son clave aquí, donde la palabra escrita puede causar más estragos que la misma actividad en el campo de juego. Personalmente, he dejado de seguir muchas cuentas que simplemente se dedican a avivar estas llamas de odio.

Reflexiones finales: la verdadera victoria

Así que, mientras el balón rueda el domingo y el Metropolitano sea testigo de otra batalla entre rojiblancos y merengues, la verdadera pregunta es: ¿qué tipo de legado queremos dejarle a las futuras generaciones de aficionados? ¿Un legado lleno de odio y resentimiento o uno en el que el deporte sirva como un puente para la unidad y la alegría?

En un mundo donde la rivalidad puede ser tan feroz como absurda, parece que siempre habrá un lugar para la camaradería, el disfrute y la celebración del deporte. Pero esta vez, quizás, también deberíamos recordar el impacto que tienen nuestras acciones, esas que a veces cruzan la línea entre la pasión y la intolerancia.

Si al final del día, todos pudiéramos cenar juntos y echar una risa sobre las locuras del partido en lugar de lanzar insultos o recriminaciones, quizás habríamos ganado más de lo que el marcador puede mostrar. Después de todo, un partido puede ser solo un juego, pero nuestro comportamiento dice mucho más sobre nosotros. Y eso, amigos, es una lección que debería ser atesorada.

¡Vaya que es un derbi interesante el que se nos presenta! Pero antes de que el silbato suene, respiremos hondo y recordemos que el fútbol, en su esencia, se trata de disfrutar y celebrar la pasión, no de desatar la vil discordia.