El lenguaje es una herramienta poderosa. Nos conecta, nos expresa y, a veces, incluso nos divide. La reciente decisión de la Justicia argentina de ordenar la eliminación de una definición de la palabra «judío» en el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) ha desatado un torrente de debates, reflexiones y, claro, un poco de polémica. Pero, ¿qué nos dice esto sobre el uso del lenguaje en nuestra sociedad actual?

Primero, déjame ser claro. Este tema es más que solo un par de palabras en un diccionario; estamos hablando de la discriminación, del antisemitismo, y de cómo el lenguaje influye en nuestras percepciones y actitudes. Así que, tomemos un momento para profundizar en este asunto.

La sentencia que sacudió el mundo lingüístico

El Juzgado Criminal y Correccional Federal N° 12 de Argentina emitió un fallo que ordena a la RAE la eliminación inmediata de la quinta acepción de «judío», que la describe con connotaciones ofensivas y discriminatorias. Esta decisión se deriva de una denuncia conjunta de varias organizaciones judías en Argentina, incluyendo el Congreso Judío Latinoamericano (CJL) y la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA).

Imagínate esto: por años, estas comunidades han intentado dialogar con la RAE para abordar este tema. ¿Te suena a esa conversación incómoda que tienes con un amigo sobre un asunto delicado? Aquél que, por más que insistas, solo parece empeorar las cosas. En este caso, tras muchas frustraciones, las organizaciones judías se vieron obligadas a recurrir a la vía judicial. Es triste, porque el diálogo debería ser la primera opción. Pero, lamentablemente, a veces es el último recurso.

¿Por qué es importante?

El fallo no solo fue un alivio para las comunidades afectadas, sino también una victoria simbólica contra un discurso que perpetúa el odio. Ideas como la avaricia o la usura son estereotipos que tristemente se han asociado a la comunidad judía a lo largo de la historia. ¿No te parece preocupante que el mismo lenguaje que utilizamos cada día pueda ser un vehículo para la discriminación?

La guerra por las palabras es real, y el hecho de que una definición antisemita estuviera oficialmente registrada en un diccionario tan prestigioso como el de la RAE es simplemente inaceptable.

La voz de la comunidad

Claudio Epelman, director del CJL, comentó que las comunidades judías habían intentado dialogar con la RAE por años, pero las respuestas recibidas simplemente empeoraban la situación. Su desesperación se siente casi tangible en sus palabras: «Ante esta situación, nos vimos forzados a recurrir a la vía judicial». Esa referencia a la vía judicial se siente pesada, como un último recurso que, si bien válida, es dolorosa. ¿Cuántas veces en la vida hemos sentido que simplemente no tenemos otra opción que avanzar de forma confrontativa, cuando lo que realmente deseamos es entendimiento y aceptación?

Jorge Knoblovits, presidente de la DAIA, también se hizo eco de la preocupación general: «La existencia de esa acepción es un hecho preocupante y denunciable, porque perpetúa el antisemitismo». ¿Pero cuántas más de estas acepciones nocivas existen en otros contextos? Este caso debería servir de llamada a la acción para cuestionar lo que decimos y cómo lo decimos.

Un asunto de todos

Es fácil hablar del antisemitismo desde un lugar de privilegio, pero poco se dice sobre cómo combatir esta y otras formas de discriminación. En este sentido, la RAE tiene un papel fundamental. No se trata solo de defender el uso correcto del español; se trata de construir un lenguaje que sea inclusivo y respetuoso. Recuerda, las palabras tienen poder, y el poder puede ser utilizado para construir puentes o erigir muros.

Y aquí viene la pregunta del millón: ¿cómo podemos, como sociedad, trabajar juntos para cambiar esta narrativa? La respuesta puede ser más sencilla de lo que piensas. Comienza con la educación. Enseñando historia, promoviendo diversidad y, lo más importante, haciendo que nuestros niños y jóvenes tengan una relación saludable con el lenguaje y las palabras.

La importancia de la educación

La Organización de Estados Americanos (OEA), la Cancillería de Argentina, y otros organismos internacionales apoyaron la solicitud de cambio. A veces es fácil pensar que los problemas de discriminación son solo locales, pero la realidad es que esta es una lucha global que requiere la participación y el apoyo de múltiples actores.

No obstante, el cambio real debe empezar desde la base. En nuestras casas, en nuestras escuelas, y en nuestro discurso cotidiano. Quizá algún día podamos mirar hacia atrás y decir que este episodio fue un hito, un punto de inflexión en la forma en que entendemos el poder del lenguaje.

Más allá de un diccionario

Este caso no se limita a la supervivencia de una definición en el diccionario. Simboliza una lucha más amplia que muchas comunidades han estado librando por años. Significa que las personas están dispuestas a pelear por su dignidad, su historia y su identidad. Como dice el dicho: «No se trata de derribar murallas, sino de construir caminos». ¿No crees que es un objetivo noble?

Además, la sensibilización sobre este tema ante el público puede ayudar a prevenir futuros actos de discriminación. Las palabras que elegimos pueden desencadenar pensamientos, creencias y, en última instancia, acciones.

Reflexionando sobre el camino a seguir

La decisión de la Justicia argentina debería inspirarnos a reflexionar sobre nuestras propias interacciones y cómo usamos el lenguaje en nuestra vida diaria. A menudo, la forma en que hablamos puede reforzar estereotipos nocivos sin que nos demos cuenta. ¿Cuántas veces hemos usado un término sin pensar en sus implicaciones? En un mundo donde el lenguaje puede ser arma o herramienta, debemos esforzarnos por usarlo con cuidado y respeto.

Como personas, todos tenemos la responsabilidad de ser conscientes del impacto que nuestras palabras pueden tener. A veces, el cambio comienza en lo más simple: una conversación, una pregunta, una invitación a escuchar.

Además, no olvidemos que la humor también puede ser un gran aliado; ¿quién no ha utilizado una broma para romper el hielo en momentos incómodos? Eso sí, ¡hay que tener mucho cuidado de no caer en la trampa de los estereotipos que perpetúan la violencia!

Sinergia entre lenguajes y culturas

Esta situación subraya también la interconexión de culturas, lenguajes y entendimientos. En un mundo globalizado, donde la interacción es constante, es esencial reconocer las complejidades de nuestras identidades y cómo estas se comunican a través de nuestro lenguaje. Tiempo atrás, cuando me mudé a otro país, descubrí cómo pequeños cambios en el lenguaje podían llevar a malentendidos significativos. ¡Y vaya que los malentendidos pueden crear situaciones ridículas! Pero también enseñan lecciones valiosas sobre la importancia de la comunicación clara y el respeto por las diferencias.

Lo que está sucediendo en Argentina es un eco de preocupaciones más amplias sobre cómo nuestras palabras pueden convertirse en herramientas de inclusión o exclusión. La lucha por cambiar una palabra en un diccionario podría traducirse en la lucha por cambiar corazones y mentes en un contexto más amplio.

Conclusiones y reflexiones finales

Al final del día, el fallo sobre la definición de «judío» en el diccionario de la RAE nos recuerda que debemos permanecer alertas. No es solo un problema de una comunidad. Se trata de todos nosotros. La eliminación de una sola definición puede no cambiar el mundo, pero es un paso hacia un futuro más inclusivo.

Así que, a partir de ahora, te invito a que reflexiones sobre tu propio lenguaje. ¿Cómo impacta lo que dices en los demás? ¿Cuál es el legado que dejas con tus palabras?

Es un camino largo y a veces complicado, pero al final, la forma en que nos comunicamos puede inspirar cambios significativos. Te dejo con esta pregunta: ¿estás dispuesto a ser parte de ese cambio? Porque el lenguaje es un viaje, y en el fondo, todos queremos un destino más amable y compasivo.