La soberanía alimentaria es un concepto que cada vez resuena más en nuestra sociedad. A menudo se asocia a movimientos locales, pero poco sabemos de las luchas que enfrentan los pueblos indígenas a lo largo del mundo por preservar sus tradiciones alimentarias y su relación con la tierra. En este artículo, exploraremos la historia de dos grupos indígenas: los ogiek de Kenia y los pigmeos de la República Democrática del Congo, cuyas culturas y sistemas alimentarios están siendo amenazados por la modernización y el desprecio institucional.

Quizás tú, como yo, has sentido alguna vez el cosquilleo en la barriga cuando se acerca la hora de la comida. Y al escuchar cómo estas comunidades dependen de su entorno para alimentarse, te puedes preguntar: ¿qué pasaría si, de repente, ese entorno ya no estuviera disponible? Vayamos al grano.

Recursos en peligro: los ogiek y su hogar en el bosque de Mau

Clare Ronoh, una mujer ogiek de 30 años, no solo es parte de una comunidad, es la voz de una tradición ancestral. En su infancia, recuerda cómo su padre salía a cazar pequeños antílopes y damanes, mientras ella y las mujeres de su comunidad recolectaban frutos del bosque. Juntos, cocinaban una dietas rica y variada. Esta conexión con la naturaleza es fundamental para su identidad.

Sin embargo, las cosas cambiaron drásticamente en 2009 cuando el Gobierno keniano ordenó a los ogiek abandonar su hogar, el bosque de Mau, bajo la pretensión de preservarlo. ¿Preservarlo? Ahora, la deforestación avanza irreversiblemente, y lo que solía ser un paraíso lleno de vida es reemplazado por macroplantaciones de té. Tal y como ella menciona, la disponibilidad de sus alimentos tradicionales ha caído considerablemente. Y al igual que muchas culturas indígenas en todo el mundo, los ogiek ahora se ven forzados a comprar comida.

Imagina un día, salir al bosque para recolectar tus bayas favoritas y descubrir que esas plantas ya no existen. La miel, que solía endulzar su vida, está siendo reemplazada por el amargo sabor del olvido. Nos preguntamos, ¿qué valor tiene nuestra alimentación si se basa en la nada?

La resistencia de los ogiek

A pesar de las adversidades, los ogiek no se rinden. Están ganando batallas legales, pero el hostigamiento continúa. ¿Qué se siente al ver arder tu hogar? Según un informe de Minority Rights Group, más de 700 ogiek fueron desplazados de sus tierras. Si ser atrapado en la vorágine del desarrollo es doloroso, lo es aún más cuando esa vorágine proviene de quienes se supone que deben proteger este entorno.

Con cada tala, se lleva un pedazo de su historia, un pedazo de su ecosistema. Para ellos, el bosque no es solo un lugar físico, es un lugar sagrado, un escenario de recuerdos y tradiciones que no se pueden revivir. Clare Ronoh lo resume de manera conmovedora: “Nuestro territorio está siendo destruido”. Y es que, lo que ha ocurrido en Mau no es solo un proceso de pérdida de tierras, sino una erosión de la identidad misma.

Historias paralelas: los pigmeos en la República Democrática del Congo

A un par de miles de kilómetros, Nicolas Mukumo, un pigmeo de la República Democrática del Congo, narra una historia similar. La erosión de su dieta ya lleva varias décadas en marcha. ¿Te imaginas que tus propios vecinos te digan que tu forma de vida es salvaje? Pues eso es precisamente lo que han enfrentado los pigmeos por parte de los bantúes, quienes consideran a estos pueblos como poco menos que “no civilizados”.

Mukumo evoca tiempos donde la caza, las setas y los frutos silvestres eran el plato del día. ¿Quién no querría disfrutar de una deliciosa cereza silvestre recién recolectada? Sin embargo, esa forma de vida fue remplazada por imposiciones culturales que han distorsionado su relación con la tierra. A medida que el tiempo avanza, sus prácticas alimentarias y su cultura se desvanecen.

La contradicción aquí es evidente: el mismo modelo de conservación que permitió a estas comunidades vivir en armonía con la naturaleza está siendo ahora vilipendiado por una sociedad que no comprende su conexión íntima con la tierra que habitan. Esto potencia la pregunta: ¿quiénes somos realmente cuando olvidamos nuestras raíces?

Cultura en peligro: el árbol de argán para los amazigh

Dando un giro hacia el norte de África, encontramos a Amina Zioul, una mujer amazigh de Marruecos. Al igual que los ogiek y los pigmeos, los amazigh también luchan por mantener su soberanía alimentaria. El árbol de argán es crucial para su dieta y cultura. Producir aceite de argán es una tradición que ha alimentado y sostenido a su comunidad durante generaciones.

Sin embargo, el gobierno marroquí ha declarado a este árbol «especie protegida», prohibiendo su explotación por parte de las familias amazigh. Esto ha llevado a una pérdida de autonomía sobre recursos que son vitales para su identidad. En su lugar, se ha forzado a las comunidades a depender de cooperativas, subestimando su capacidad de autogestión. ¿Es realmente progreso o solo un expolio disfrazado? Amina lo ve claro: “El impacto en nuestro sistema alimentario está siendo brutal”.

La crisis de la identidad alimentaria

A medida que analizamos la situación, es fácil perderse en las cifras y los datos. Sin embargo, lo que subyace en las historias de Clare, Nicolas y Amina es una crisis de identidad alimentaria. El acceso a los alimentos tradicionales no es solo una cuestión de nutrición, sino de pertenencia, de historia y de cultura.

La realidad es que, al ser desplazados de sus tierras y confrontados con una estrangulación cultural, estas comunidades están perdiendo aquello que les define. Desde la creación de ceremonias para dar suerte a los cazadores, hasta el rechazo de connotaciones peyorativas, la lucha por la soberanía alimentaria se transforma en una lucha por la existencia misma.

Conclusión: ¿qué podemos aprender de sus luchas?

Ahora que hemos recorrido esta dolorosa travesía, la pregunta queda en el aire: ¿qué podemos hacer? La empatía es fundamental. Al entender estas historias, podemos reflexionar sobre la importancia de las cultivas tradicionales y su valor en el mundo actual. ¿Es responsabilidad de todos nosotros alzar la voz y defender la diversidad alimentaria?

Las batallas legales que libran los ogiek y los pigmeos no son solo suyas, sino de todos aquellos que valoran la sostenibilidad, la diversidad cultural y el respeto por el medio ambiente. Al final del día, se trata de recordar que, en el delicado tejido de nuestra alimentación, cada hilo cuenta.

Mientras reflexionas sobre tu próxima comida, piensa en las historias que hay detrás de cada bocado. Mientras saboreas tu plato, no olvides que millones de personas en el mundo siguen luchando por alimentarse de una manera que honre su tierra, su historia y, sobre todo, su identidad. Porque al final, todos somos parte de esta grandeza que llamamos vida. ¿No es hermoso pensarlo así?