La posibilidad de un nuevo comienzo en la era nuclear ha dejado a muchos con los pelos de punta, y no solo por los temores de un apocalipsis nuclear que parecen sacados de una película de Hollywood. Como si se tratara de un relato recurrente y casi trágico, parece que estamos condenados a repetir los errores del pasado. La reciente propuesta de Project 2025, respaldada por sectores conservadores y figuras del pasado reciente como Donald Trump, plantea una vuelta al rearme nuclear que es, al mismo tiempo, peligrosa y obsoleta.

¿Por qué el rearme nuclear es un tema candente?

Primero, hagamos un poco de contexto. Las elecciones estadounidenses de 2024 han manifestado un debate candente en torno a la amenaza nuclear. En un mundo donde Rusia y China están aumentando sus arsenales, Estados Unidos también se siente obligado a hacer lo mismo. ¿No es un poco irónico que el país que fue pionero en desmantelar armas nucleares esté pensando en reintroducir pruebas nucleares? Y aquí estoy yo pensando en si pedir un café con leche o un espresso…

Un vistazo a la carrera armamentista actual

Avancemos un poco. Según un informe del Pentágono, se estima que China podría duplicar su arsenal nuclear para 2030. Por si esto no fuera suficiente, Rusia ha suspendido inspecciones del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START) y prueba misiles de crucero nucleares avanzados. En este escenario, parece que la carrera de armamentos está volviendo a tomar velocidad, mientras el resto de nosotros intentamos recordar si pagamos la factura del gas.

Entonces, ¿qué propone exactamente el Project 2025? La iniciativa, que se manifiesta como una hoja de ruta política, está llena de propuestas que reviven ecos del pasado: reanudar las pruebas nucleares, modernizar el arsenal nuclear y acelerar la producción de plutonio son solo algunas de las medidas sugeridas. ¡No es precisamente el camino hacia desarme que esperábamos!

La lógica detrás del rearmamento nuclear

Ahora, ¿por qué se quiere hacer esto? Algunos dirían que es porque los militares y empresas de defensa tienen intereses económicos en juego. 2 billones de dólares serán necesarios para modernizar la capacidad nuclear. ¿Quién no querría un pedazo del pastel cuando se trata de contratos del gobierno? Me suena a algo cercano a un juego de Monopoly donde todos compiten por ir a la cárcel, pero nadie parece estar dispuesto a leer las reglas.

A nivel político, el rearme nuclear también se ve impulsado por la necesidad de mantener dotaciones militares robustas ante la amenaza del terrorismo y de estados ‘problemáticos’ como Irán y Corea del Norte. Pero, ¿realmente aumentará nuestra seguridad, o simplemente nos permitirá vivir con más miedo?

Un enfoque económico vs. una realidad geopolítica

Demos un paso atrás. En el contexto de guerra fría, el arsenal nuclear funcionaba como un disuasivo: “Si lanzas un misil, yo lanzo uno todavía más grande”. Esa era la lógica. Pero en un mundo interconectado y donde las amenazas son más complejas, ¿puede una estrategia de acumulación de armas realmente ser eficaz?

Además, no olvidemos que el contexto económico también juega un papel crucial. Los contratos lucrativos no solo benefician a unas pocas corporaciones, sino que moldean decisiones políticas que afectan a millones. La tutela de empresas de defensa se siente en cada rincón de Washington, y así, en vez de centrarnos en el bienestar de la población, perpetuamos un ciclo de miedo y militarización.

Siempre recuerdo pasar alrededor de las fábricas de armamento mientras vivía en las afueras de la ciudad; era sospechoso cómo la industria florecía mientras la educación y la sanidad se desmoronaban. ¿Tal vez no deberíamos invertir nuestros recursos en otra cosa?

El peligro de las pruebas nucleares: ecos del pasado

Hablemos ahora de lo que significa reanudar las pruebas nucleares. Entre 1946 y 1958, Estados Unidos llevó a cabo nada menos que 67 pruebas nucleares en las Islas Marshall, dejando un legado devastador. La “Herida Nuclear”, como se conoce, ha dejado tierras contaminadas y comunidades desplazadas durante generaciones. ¿Y esto es lo que queremos repetir?

Imaginen un mundo donde vuelven a ser protagonistas las explosiones en el Pacífico. Con la memoria de Hiroshima y Nagasaki aún fresca, ¿realmente queremos jugar con fuego? Es como si quisiéramos recalentar la sopa después de haberla dejado toda la noche a temperatura ambiente. ¡Inaceptable!

Consecuencias globales

Las perspectivas de un nuevo conflicto nuclear no solo se limitan a la tragedia humana. Un estudio de Nature en 2022 sugirió que un conflicto nuclear entre Estados Unidos y Rusia podría acabar con la vida de 5.000 millones de personas debido al impacto en la producción de alimentos. ¿No les parece un resultado aterrador? Si los líderes mundiales decidieran enviar mensajes de guerra en lugar de disfrutar de una barbacoa, es más probable que los únicos que se beneficien de ello sean los fabricantes de armas, no la humanidad.

A largo plazo, los residuos generados por nuevas pruebas nucleares solo incrementarían la contaminación global, un efecto mariposa que podría provocar tormentas y consecuencias catastróficas.

Expertos al borde del abismo

No todos están contentos con estas propuestas, por supuesto. Expertos como Joseph Cirincione y Sharon Squassoni han advertido que la acumulación de armas no incrementa la seguridad global, sino que la desestabiliza. En lugar de mejorar la situación, la propuesta del Project 2025 nos acerca a la situación caótica de la Guerra Fría. Resulta similar a caer en el mismo agujero una y otra vez y esperar que en esta ocasión sea diferente. ¿Es sensato arriesgarlo todo por un retroceso tan evidente?

La lucha por los tratados

Otro aspecto intrínseco de esta problemática es la lucha por los tratados internacionales. Con la posibilidad de que el Tratado de Prohibición Completa de Pruebas Nucleares (CTBT) se vea en riesgo, podríamos estar ante un escenario donde más países opten por este camino. ¿No sería más sensato trabajar en la renovación de acuerdos como el New START antes de arremeter con una nueva era de pruebas?

Aquí hay que hacer hincapié en que una correcta diplomacia no pasa por tener más armas, sino por tener menos. Pero es bien sabido que vender paz no genera ganancias, ¿verdad?

Reflexiones finales: la responsabilidad de la humanidad

¿Y qué hacemos nosotros con esta información? Está claro que, mientras el mundo enfrenta desafíos mucho más complejos como el cambio climático, la pobreza o las pandemias, invertir en armamento parece un chiste de mal gusto. La carrera armamentista, centrada en la lógica de destrucción, te invita a considerar muy en serio qué tipo de legado queremos dejar para las próximas generaciones.

Las decisiones que tomen los líderes en los próximos años marcarán un punto crucial en la historia. Veremos si deciden abrazar la búsqueda de un futuro sin armas nucleares o si, por el contrario, se corroborará esa famosa frase de que «los humanos nunca aprenderán».

Para cerrar, creo que podemos estar de acuerdo en que vivir en un mundo en el que la paz y la cooperación priman sobre la destrucción debería ser la aspiración de todos. En fondo, todos queremos conseguir una vida de calidad donde la seguridad no radique en la cantidad de armas que uno posea, sino en la fortaleza de nuestras amistades y pactos.

Ahí lo tienen: un viaje a través del oscuro laberinto del rearmamiento nuclear. ¿Ya tienen el café listo? ¡Porque este debate apenas comienza!