La seguridad siempre ha sido un tema de conversación recurrente y, a veces, un tanto polémico en cualquier país. En España, en particular, la discusión sobre quién debe tener el control sobre la seguridad pública ha llevado a debates apasionados, desde las barras de un bar hasta los escaños del Parlament de Cataluña. La reciente declaración de Salvador Illa, presidente de la Generalitat, sobre la ampliación de competencias para los Mossos d’Esquadra, ha puesto este asunto en el punto de mira. Pero, ¿realmente implica esto un avance hacia una seguridad más eficiente, o es simplemente un juego político más? Vamos a profundizar en esto y explorar todos los matices.

La propuesta de Salvador Illa: más competencias para los Mossos

El anuncio de Illa de convocar una Junta de Seguridad a principios de 2025 para que los Mossos d’Esquadra asuman competencias en puertos y aeropuertos ha dejado a muchos levantando las cejas (y no solo por los precios de la gasolina). Ilustrativamente, puede que la competencia de seguridad en esos ámbitos pase a ser administrada por la policía autonómica de Cataluña, una decisión que ha sido objeto de intensos debates en el pasado. Aquí me pregunto: ¿acaso no es más práctico tener toda la seguridad bajo un mismo paraguas?

La historia detrás del anuncio

A menudo, los políticos se ven atrapados en un ciclo interminable de promesas y declaraciones que rara vez se materializan. Sin embargo, Illa ha instado a recordar que este objetivo no es nuevo; es el eco de un trabajo arduo del anterior Govern de ERC. Lo que sí resulta intrigante es cómo esta nueva estructura va a jugar en el marco de la “colaboración” entre los diferentes cuerpos de seguridad, algo que Illa menciona como esencial. ¿Y qué hay de la integración telefónica de la Guardia Civil y la Policía Nacional en el 112? Otro tema candente que genera una polémica que podríamos definir como «más caliente que el sol en agosto».

La seguridad integral: un nuevo enfoque

Cuando Salvador Illa afirmaba en el Parlament que los Mossos actuarían como «policía integral de Cataluña», realmente estaba abriendo un nuevo capítulo en la narración de la policía autonómica. La idea es que esta transformación no solo mejora la seguridad, sino que la hace más accesible y comprensible para el ciudadano de a pie, quien, al fin y al cabo, es quien se enfrenta a las consecuencias directas de la seguridad pública.

Como ex-residente de Cataluña, me viene a la mente un recuerdo de mis días esperando un taxi en Plaça de Catalunya. La sensación de incertidumbre, de no saber si la policía que veía paseando era realmente la que proveía seguridad o solo estaban ahí porque les quedaba cerca el café. Si se logra una policía más integral, quizás el ciudadano promedio se sienta más seguro y, sobre todo, más acompañado.

¿Es realmente mejor integrar?

Por otro lado, nos podemos preguntar: ¿es realmente conveniente integrar todas las competencias de seguridad en una sola entidad? Suena bien en teoría, como un frapuccino con todas las toppings, pero en la práctica, podría ser un desastre si no se gestiona adecuadamente. En el momento en que la coordinación entre cuerpos de seguridad empieza a fallar, la propia seguridad podría ser puesta en riesgo. Illa ha manifestado que no permitirá que eso ocurra, algo que, honestamente, cuesta creer en momentos de crisis política.

La reacción de los críticos

Como no podía ser de otra manera, Illa no se ha escapado de las críticas más afiladas que un cuchillo de chef. Las fuerzas independentistas han levantado sus voces en contra de la integración de la Guardia Civil y la Policía Nacional, considerándola una intromisión en lo que debería ser práctico para Cataluña. ¿Qué sentido tiene devolver el control de la seguridad a entidades que, según ellos, han sido históricamente opresivas? Aquí es donde la política se torna un juego delicado, en el que cualquiera movimiento en falso puede terminar en un mar de críticas.

A lo largo de este debate, he sido espectador de conversaciones interesantes sobre la racistización de determinadas prácticas policiales; la percepción es un tema a tratar. ¿Realmente estamos listos para aceptar que el cuerpo policial local podría ser más eficiente que los organismos nacionales? Este dilema es parte integral de la discusión sobre el modelo de seguridad en Cataluña.

La meta de llegar a 25,000 efectivos

Un aspecto que Illa ha enfatizado es el interés de alcanzar una plantilla de 25,000 efectivos para los Mossos. Ese es otro tema interesante, porque empezar a hablar de números suele dejar de lado las emociones humanas que están detrás de cada cifra. ¿Cuántas vidas están detrás de esos números? Esa cantidad de efectivos no solo se traduce en más policías patrullando las calles, sino que también significa más vecinos tranquilos y un sentido de comunidad más fuerte.

Sin embargo, aquí también venimos a tocar otro punto de fricción: la opinión pública respecto a cómo se deben distribuir esos efectivos. Existe un debate sobre si la policía debería estar desplegada en zonas donde hay mayor riesgo de crimen o si deberían también concentrarse en áreas con problemas de relación vecinal, algo que seguramente se pondrá sobre la mesa en las futuras reuniones de la Junta de Seguridad.

Reflexiones finales: ¿Qué nos depara el futuro?

Al final del día, la efectividad de estas decisiones dependerá de cómo se implementen y de la administración que esté dispuesta a asumir los retos que vienen. Mi experiencia personal como ciudadano es que, si no hay confianza en la policía, no hay realmente una «policía integral»; más bien, como diría alguien que ha pasado más de una vez por situaciones de crisis, «hay solo ruido y caos».

En conclusión, este anuncio de Salvador Illa representa una oportunidad y, al mismo tiempo, un gran desafío para el sistema de seguridad en Cataluña. La ambición de mejorar y ampliar los servicios de los Mossos es, sin lugar a dudas, lo que cualquier democrático debería desear. Pero, como en la mayoría de las cosas en la vida, la implementación será clave. ¿Podremos, como sociedad, superar las tensiones y diferencias para fortalecer la seguridad sin caer en la polarización? Esa es una pregunta que solo el tiempo y la acción pueden responder.

Hasta entonces, ¡sigamos prestando atención a lo que sucede y esperando que el futuro traiga seguridad para todos!