La época navideña es para muchos sinónimo de luces brillantes, decoraciones festivas y un ambiente acogedor que invita a la celebración. Pero, ¿alguna vez te has preguntado de dónde vienen estas tradiciones? En un reciente episodio de El Intermedio, el historiador Mikel Herrán (@PutoMikel) nos llevó a un viaje a través del tiempo para descubrir el fascinante origen de las luces de Navidad en España y cómo el uso del dinero público ha jugado un papel importante en esta tradición. Así que, acomódate, pon una música suave de fondo y acompáñame en este recorrido lleno de humor, historia y un par de anécdotas personales.

¿De qué se trata esta historia?

Cuando pensamos en las luces de Navidad, es fácil imaginar calles iluminadas como si fueran un espectáculo de fuegos artificiales. Sin embargo, según Mikel Herrán, esta esplendorosa tradición se remonta al Barroco, una época que me recuerda a los días en que lucir un sombrero de plumas era el epítome de la moda. Pero, ¿por qué deberíamos preocuparnos por el pasado? Bueno, porque a veces la historia puede tornarse un poco extraña, y, seamos honestos, ¡es lo que hace que la vida sea interesante!

Mikel nos recordó que, en el Barroco, las ciudades se decoraban de forma extravagante, casi como si todos estuvieran compitiendo por ser el mejor escaparate navideño. Suena familiar, ¿no? Hoy en día, parece que cada ciudad se esfuerza por ostentar la mejor decoración luminosa, lo cual no es muy diferente de lo que pasaba siglos atrás.

La arquitectura efímera: un destello del pasado

Uno de los aspectos más sobresalientes que destacó Herrán fue la arquitectura efímera. Este término se refiere a la construcción de estructuras temporales que adornaban las ciudades durante las festividades. Supongamos que un grupo de amigos decide hacer una fiesta y quieren decorar todo, pero solo por un día. Eso es un poco lo que hacían en el Barroco, solo que sus fiestas duraban semanas.

Las estructuras de madera eran elaboradas para imitar monumentos reales y cubrir casas viejas. ¿Alguna vez has tenido que disfrazarte para una fiesta porque ya no te quedaba otra opción? ¡Eso es exactamente lo que hacían! En lugar de un disfraz, usaban madera y luces deslumbrantes. Había algo de magia en su forma de intentar ocultar lo viejo con algo nuevo, pero también un poco de sinceridad porque, al final del día, todos sabían que sólo se trataba de una fachada.

Madrid como pionera de la contaminación lumínica

¿Vamos un poco más allá? Madrid, en particular, parece haber tomado la delantera en la contaminación lumínica ya en 1623. El Almirante de Castilla organizó un espectáculo tan grandioso que los vecinos bromeaban diciendo que ¡se podía leer un libro a plena luz de la calle! Imagínate eso en pleno siglo XVII. Las luces no solo eran para alegrar el ambiente, sino que generaban una especie de espectáculo y, además, funcionaban como un poderoso medio de autopromoción.

Me viene a la mente una anécdota personal: recuerdo estar una noche en una ciudad que había iluminado cada rincón posible. No podía dejar de pensar que si estuviéramos en el Barroco, probablemente habríamos pasado toda la noche deleitándonos con esa brillantez, mientras nuestros ojos comenzaban a hacer «globo» por tanto brillo.

La comparación entre ayer y hoy

Hablando de autopromoción, Herrán destacó que durante el Barroco no había problema en gastar grandes cantidades de dinero público en celebraciones extravagantes. Todo para asegurarse de que el centro de atención estuviera constantemente en los políticos y las figuras públicas del momento. Alguien debería darle una mano a los políticos de hoy, porque parece que no han cambiado tanto sus estrategias.

Hoy en día, el uso del dinero público para financiar luces y decoraciones navideñas sigue siendo objeto de controversia. ¿Es prudente gastar miles de euros en adornos cuando se podrían destinar a causas más urgentes? Es una pregunta válida que seguramente provoca debates acalorados en las mesas de Navidad, junto a esos momentos incómodos cuando alguien menciona la política. Pero, ¿realmente podemos disfrutar de esta época sin el despliegue visual que nos regalan las luces? La respuesta varía según a quién le preguntes, pero lo que no se puede negar es que esas luces nos recuerdan la emoción de la temporada.

¿Las luces navideñas son un derroche o una inversión emotiva?

Estas luces, que durante siglos han iluminado nuestros inviernos, ¿son un derroche o son una inversión emotiva? Personalmente, creo que hay algo hermoso en unir a la comunidad a través de la luz. Uno de mis recuerdos más vívidos de Navidad es cuando mi familia y yo solíamos dar un paseo por el centro de la ciudad para admirar las luces. Cada destello parecía tener su propia historia, creando un sentido de conexión y alegría en el aire. ¿No es eso lo que todos buscamos en estas fechas?

Sin embargo, no podemos ignorar la realidad económica que nos rodea. La competencia por tener las mejores luces puede llevar a algunas ciudades a tomar decisiones arriesgadas en sus presupuestos. ¿Es realmente necesario cubrir la ciudad de luces brillantes mientras los hospitales y las escuelas sufren por falta de recursos? Una discusión muy válida que se debería abordar con sinceridad y una pizca de empatía.

La realidad de la tradición

De vuelta en el presente, la tradición de iluminar nuestras ciudades ha crecido enormemente. Lo que comenzó como una forma de hacer que las fiestas fueran más vibrantes y alegres ha evolucionado a una escala mucho más grande. Hoy en día, los anuncios de los nuevos alumbrados navideños son esperados con ansias por muchos, como si de un Black Friday se tratara.

Pero, a pesar de la grandiosidad, nunca debemos olvidar el propósito original: celebrar y unir. Así, mientras caminamos por las calles adornadas, nos recordamos la importancia de la comunidad y la herencia cultural. A veces, mirando hacia atrás, encontramos que el paso del tiempo nos regala no solo momentos, sino lecciones valiosas.

Reflexiones finales

Al final del día, la historia de las luces de Navidad en España está llena de sorpresas y giros inesperados. Desde el Barroco hasta nuestros días, hemos aprendido que la búsqueda de la belleza puede llevarnos a la extravagancia, pero también puede ofrecernos un sentido de comunidad y celebración.

Tal vez la próxima vez que mires hacia las luces brillantes de tu ciudad, puedas detenerte un momento para reflexionar sobre la historia que hay detrás de ellas. Y si alguien te pregunta por qué hay tantas luces, puedes compartir un poco de historia, como lo hizo Mikel Herrán en El Intermedio. Después de todo, ¿quién no ama un poco de conocimiento sorprendente acompañado de una sonrisa?

Así que, mientras te preparas para esta temporada festiva, recuerda: las luces son solo un destello de lo que representa la Navidad. Recuerda también que siempre hay un equilibrio que encontrar entre el derroche y el sentido comunitario, y que cada sonrisa y luz en estas fiestas pueden iluminar un poco más el mundo que habitamos.

Seamos sinceros, ¡la vida ya es suficientemente complicada como para que no la llenemos de un poco de luz!