¿Quién no ha tenido una conversación acalorada sobre la importancia de la literatura? Personalmente, recuerdo una discusión en la universidad donde un amigo defendía a capa y espada que leer a los clásicos era esencial, mientras que otro argumentaba que cualquier cosa no era más que un «relleno» en el sistema educativo. Esa sensación de que siempre hay tanto que perder (y ganar) al hablar de literatura parece haberse intensificado recientemente en Cataluña, donde con la inquietud provocada por los cambios en el currículo del bachillerato, se ha abierto un debate cuyo eco resuena en cada rincón del sector educativo.
Un giro inesperado en la educación catalana
Este martes, la consejera de Educación, Esther Niubó, hizo anuncios que han dejado a más de uno boquiabierto. En una comparecencia ante los medios, Niubó subrayó que el gobierno catalán no está dispuesto a «cruzar líneas rojas» respecto a la literatura catalana y castellana en el currículo. Pero, ¿qué significa esto realmente? En un mundo donde la literatura es tan esencial como el aire que respiramos (bueno, quizás un poco menos dramático, pero entienden la idea), cualquier cambio en su consideración académica causa fricción.
Según la consejera, no ha habido ninguna modificación normativa. Sin embargo, algunos se están rasgando las vestiduras pensando en cómo la asignatura de literatura podría perder su estatus en el segundo curso de bachillerato. «Es un documento de trabajo vivo», dice Niubó. ¿Vivo? No sé ustedes, pero la última vez que mi documento de trabajo «vivió», necesitaba un poco más de atención, o una taza de café para revivirlo.
¿Qué implicaciones tiene este cambio?
Antes, la Literatura Catalana tenía un rol más robusto, pero el posible cambio a una asignatura optativa en primero de bachillerato ha generado un «grito en el aire» por parte de quienes valoran la literatura como un pilar cultural. La Associación de Escritores en Lengua Catalana (AELC) expresó su «profunda preocupación». Y quién puede culparlos. El miedo a que la literatura catalana sea relegada a la categoría de «opcional» es también un miedo a perder una parte de la identidad cultural.
De acuerdo con los informes internacionales que han circulado, el nivel de competencia lectora entre los estudiantes catalanes es «preocupante». La dificultad de encontrar un equilibrio entre lo que se enseña y la identidad cultural provoca un gran dilema. ¿Por qué es tan importante la literatura en el currículo escolar? Bueno, ¿alguna vez has escuchado a alguien decir «la lectura abrió mi mente»? Unos cuantos libros pueden cambiar la vida de un estudiante, pero ¿qué pasará si solo dejan de leer aquellos que realmente deberían?
Un sector educativo en alerta
El sector educativo no se ha quedado de brazos cruzados. Las direcciones de los centros educativos han mostrado su indignación. Aseguran que este cambio significaría un «nuevo varapalo» para la literatura en el aula. Pero es importante recordar que todo cambio genera incertidumbre y, a menudo, resistencia. La pregunta que queda es si este cambio curricular es lo mejor para los estudiantes. ¿Queremos darles la opción de esquivar la literatura en lugar de abrazarla?
La alegación de que relegar la literatura a materia optativa podría llevar a una baja en el compromiso de los estudiantes es válida. Después de todo, si no hay consecuencias en los exámenes, ¿por qué dedicar tiempo a una materia que no sería evaluada?
La perspectiva del Ministerio de Educación
Desde el Ministerio de Educación se informaron que estaban hablando con la Generalitat y que parece haber buena disposición para encontrar un entendimiento. Sin embargo, uno se pregunta: cuando hay tantos actores involucrados en la educación, ¿quién realmente tiene la última palabra? Las conversaciones suenan bien, pero el tiempo dirá si se traducirán en acciones concretas.
La inseparabilidad de la lengua y la cultura catalana no puede subestimarse. La literatura no es solo una serie de textos; es la voz de un pueblo. Y relegar su enseñanza podría considerarse un paso atrás en la apreciación cultural. ¿Estamos realmente dispuestos a permitir que esto ocurra, o se trata de una exageración?
Rescatando la literatura de un final trágico
Todo esto me recuerda a cuando intentas rescatar un libro que ha caído en las sombras de tu estantería. Muchas veces, estos libros, por alguna razón o otra, terminan olvidados, mientras que otros se exhiben con orgullo. La literatura en las aulas parece estar en una situación similar: ¿merece estar expuesta y estudiada o se convertirá en una opción opcional que se pierde en la bruma del currículo?
Una salida a esta encrucijada podría ser un programa de literatura que enlace los textos a las experiencias de los estudiantes, haciendo que sea más relevante. Imaginemos libros que hablen de entornos familiares, de la vida urbanita en Barcelona, o problemas contemporáneos. Quizás lo que se necesita no es simplemente mantener la literatura, sino reinventarla para que resuene con las nuevas generaciones, capturando su atención y su interés.
Una necesidad de adaptación
La educación siempre ha estado en constante evolución, con la tecnología y la sociedad en plena transformación. La forma en que enseñamos literatura debe adaptarse a nuestros tiempos. En lugar de poner la literatura en una esquina y hacer que los estudiantes sientan que deben “sobrevivir” a las clases, tal vez deberíamos enfocarnos en hacer de ella algo más accesible y atractivo.
Pensemos en otras materias, como la ciencia. ¿Qué pasaría si utilizaramos métodos similares en literatura, equiparando el contenido a su relevancia práctica en la vida diaria? Esto puede parecer un sueño utópico, pero los pedagógicos ya están haciendo esfuerzos en esta dirección. Después de todo, ¿quién no se sentiría más motivado a leer algo que parece tener un impacto en su vida?
El impacto cultural
La literatura no solo da forma a nuestras identidades, sino que también nutre nuestra comprensión del mundo. Muchos escritores, poetas y dramaturgos han dejado una huella que va más allá de sus obras. Estos son los grandes nombres que evocan emociones, que confrontan realidades y que nos llevan a reflexionar.
En el contexto de una Cataluña rica en cultura y tradiciones, relegar la enseñanza de la literatura podría verse como un ataque directo a la propia esencia cultural del pueblo. No podemos olvidar que en esta comunidad, el arte escrito ha sido un vehículo potente de expresión que ha acompañado momentos de historia, luchas y cambios. La cultura no es solo un producto de consumo, sino una herencia que debemos cuidar y preservar.
Reflexionando sobre el futuro
En conclusión, el debate sobre el estado de la literatura en el currículo del bachillerato catalán es un asunto que involucra no solo a los académicos y educadores, sino a toda la sociedad. Cada vez que se habla de educación, se habla del futuro. Y cuando se habla de literatura, se habla de identidad cultural.
Lo que está en juego no es solo una asignatura más; es la manera en que se van a moldear las mentes más jóvenes y cómo se van a utilizar las palabras para comunicar y conectar. Al final del día, ¿no es eso lo que todos queremos? Más que nunca, es fundamental que tomemos acción y aboguemos por mantener un espacio destacado para la literatura en nuestras aulas. ¿Quién se atreve a cerrar el libro antes de que la historia haya terminado?