Cuando escuchamos la frase de Pedro Solbes sobre los Presupuestos Generales del Estado (PGE) es difícil no sonreír. “Todos los gobiernos son de coalición: de un lado el ministro de Hacienda; del otro, el resto de los ministros, cuya función es gastar». ¡Ah, claro! Al final del día, siempre serán las conversaciones más de los ministros de Hacienda. Es como jugar a los Juegos del Hambre, solo que con más números y menos dramas de adolescentes. Pero, dejando las bromas de lado, la verdad es que la política fiscal en España está cargada de matices, tensiones y, lo más importante, decisiones que impactan diariamente nuestras vidas.

¿Qué son los Presupuestos Generales del Estado?

Los PGE son un documento que detalla cuánto dinero se gastará y de dónde provendrá. Así, podemos desglosar dos partes clave: gastos e ingresos. Hasta ahora, los ingresos son principalmente impuestos y cotizaciones sociales, algo así como el salario que le pasa el gobierno cuando tú vas de compras o cuando te contratan para un trabajo.

Un vistazo a la recaudación

¿Sabías que el 85% de los ingresos del estado proviene de nuestros impuestos? Es un poco desgastante, ¿verdad? Es como si cada vez que compras un café, estuvieras ayudando a pagar una parte de la nómina del gobierno. Después de años de gastos extraordinarios debido a la pandemia, la crisis energética y la inflación, se hace evidente que es momento de reajustar cuentas. Va siendo hora de que los números cuadren, y todos sabemos que eso no es fácil, especialmente cuando hay otras campañas políticas en juego.

La danza de los impuestos: suben y suben

Ahora, esto nos lleva a la reforma fiscal que el gobierno ha propuesto. Aunque muchos esperaban un cambio radical, parece que la realidad ha sido un poco decepcionante. Como ese amigo que promete organizar una fiesta épica pero termina trayendo solo papas fritas y refrescos, la reforma no alcanzó las expectativas que todos teníamos. La presión ha aumentado para “promover la convergencia» de la recaudación fiscal en relación con el promedio de la Unión Europea. En palabras claras: ¡se avecina una subida de impuestos!

Esto no es solo un capricho del gobierno. Según el Informe Anual sobre Impuestos 2024 de la Comisión Europea, España aún está por debajo de la media de la UE en términos de presión fiscal. Aparentemente, somos buenos para pagar en las terrazas, pero no tanto cuando se trata de aportar a las arcas del estado.

Los impuestos en números: una mirada más objetiva

Pongámonos serios un minuto. La presión fiscal en España, medida como la recaudación en porcentaje del PIB, puede ser un poco engañosa. Según la Comisión Europea, los impuestos sobre el consumo han mostrado una tasa implícita del 14%. ¡Sí, solo 14%! ¿Así que tú creías que pagabas un montón de impuestos? Espérate un segundo, que hay más datos.

Los impuestos sobre el consumo son como esa pareja a la que no sabes si quieres invitar a la fiesta. El tipo general del IVA es del 21%, pero debido a factores como el fraude fiscal y los tipos reducidos, realmente solo recaudamos más o menos un 14% de lo que podríamos. A medida que el dinero se pierde en la encrucijada del gasto, las arcas del estado ven un recorte en sus ingresos.

Las comparaciones son odiosas… pero necesarias

Cuando miramos a otros países, la situación es variada. En el ranking del consumo de impuestos, España tiene el porcentaje más bajo en comparación con Francia (18%), Alemania (16%) e incluso Italia (16%). Está bien, no se trata de ser el peor en todo, pero aquí parece que tenemos que hacer un poco de autoevaluación.

Hablando de autoevaluación, ¿no te parece que deberíamos tener una conversación más seria sobre por qué todavía dependemos tanto del turismo? Claro, está genial disfrutar del buen clima y las tapas, pero permitir que el gasto turístico domine nuestra economía nos deja vulnerables. Echa un vistazo al año de la pandemia y dime si no es cierto.

Estrategias para mejorar la recaudación

Así que, después de este análisis de impuestos y estadísticas, ¿qué podemos hacer para mejorar la situación? Los expertos sugieren que debemos considerar otros impuestos más progresivos que no pesen tanto sobre el consumidor. Es decir, no se trata solo de levantar la mano para aumentar el IVA cada vez que las cosas se ponen difíciles.

Por ejemplo, mantener el gravamen a las energéticas y completar con impuestos medioambientales podría ser un primer paso para diversificar nuestras fuentes de ingresos. Sabemos bien que el planeta necesita más abrazos y menos contaminación, así que ¿por qué no optar por impuestos que ayuden a preservar nuestro hogar?

Un vistazo positivo: el impuesto mínimo global

Una buena noticia asoma en el horizonte: el impuesto mínimo global del 15% para las multinacionales con una facturación superior a 750 millones de euros. Expertos como el sindicato de técnicos de hacienda, Ghesta, estiman que esto podría generar más de 3.500 millones de euros anuales. Y, seamos honestos, pelear contra la planificación fiscal agresiva de las empresas es, sin duda, como entrar en una batalla de espadas contra un dragón. Pero todos sabemos que si todos aportan su parte, es más fácil.

La doble cara de los impuestos: ¿amigos o enemigos?

Los impuestos nunca han sido un tema popular en la mesa de la cena. Cuando un miembro familiar lanza la palabra «impuestos», las conversaciones suelen convertirse en tensos monólogos sobre la injusticia del sistema. Pero, ¿alguna vez te has preguntado de dónde provienen los fondos para esos servicios públicos que tanto apreciamos? Las calles limpias, las escuelas, y sí, hasta esos bonitos parques con esculturas abstracts son el resultado de las tasas que todos pagamos.

Es crucial que comprendamos que, por muy molestos que puedan ser los impuestos, son fundamentales para sostener el estado de bienestar. Así que, ya lo sabes, la próxima vez que pagues un impuesto piensa en cómo esa parte de tu vida se traduce en bienes públicos. Después de todo, nada es gratis, ¿cierto?

Reflexiones finales: hacia un futuro más equilibrado

Con un gobierno de coalición, la tarea de equilibrar el gasto y la recaudación se vuelve aún más complicada. Cada partido quiere proteger sus intereses, pero al final del día, todos somos responsables de construir una sociedad equitativa. Si bien la recaudación fiscal puede verse como un peso, también puede ser una oportunidad para reimaginar y reestructurar nuestro futuro económico.

Así que, si alguien se atreve a cuestionar a los impuestos o al gobierno, recordemos que, en el fondo, sus decisiones también tienen un impacto en nuestras vidas. Sí, los impuestos son como ese amigo que siempre llega tarde a la fiesta: un poco frustrante, pero a menudo son las razones detrás de la música y la diversión.

En conclusión, todos queremos un país que funcione, en el que los servicios públicos estén bien financiados y donde exista equidad. ¿Qué nos queda como ciudadanos? Seguir creando conciencia, participar en conversaciones y votar con nuestras decisiones. Y por supuesto, el humor y la empatía nunca están de más. Porque, al final del día, todos estamos en este viaje juntos. ¡Salud por la responsabilidad fiscal!