La historia de Siria es, para muchos, un relato lleno de dolor, sufrimiento y también de lucha por la libertad. En 2015, el conflicto se intensificó de tal manera que millones de sirios decidieron dejar su hogar en busca de un futuro mejor. Esta situación se convirtió en una de las mayores crisis de refugiados de nuestra época. Sin embargo, en las últimas semanas, la situación en Siria ha dado un giro inesperado y las voces de aquellos que huyeron están volviendo a resurgir. Hoy, exploraremos las historias de tres hombres que han atravesado océanos y continentes, pero que al final, comparten un hilo común: la esperanza de un retorno.

¿Un regreso posible? La travesía de Wasim

Wasim, un sirio-palestino de 40 años, llegó a España en 2015. Su historia es un constante vaivén de lugares y emociones. Después de salir de Daraa, un lugar que podría convertirse en su hogar en el futuro, enfrentó una travesía que lo llevó de Turquía a Brasil y finalmente a Madrid. “¿Pero quién decide ir de Turquía a Brasil en busca de asilo en Europa?”, podría uno preguntarse. Pues bien, esa fue la singular ruta elegida por Wasim. Al llegar a España, pidió asilo y, después de seis meses en un centro de refugiados, pudo empezar a construir su vida, aprender el idioma y esperando un futuro mejor.

Recuerdo como si fuera ayer cuando llegué a Madrid por primera vez. Cargaba conmigo un sueño de libertad y unos cuantos euros en el bolsillo. “¿Te imaginas llegar a un país sin hablar el idioma?”, le compartí a un amigo. Aquella sensación de estar perdido aunque estuviera rodeado de gente es difícil de describir. Sin embargo, la determinación de Wasim es un ejemplo esperanzador que resuena en muchos refugiados sirios.

El anciano y la revolución

Pero hablemos de más que no sea de jefes de Estado y revoluciones. La familia de Wasim tiene un background muy complejo. Sus abuelos, expulsados de Palestina en 1948, ahora ven cómo su nieto quiere volver a su tierra natal. “Es una locura lo que está pasando, lo que estamos viendo”, dice, refiriéndose a los recientes eventos en Siria donde los rebeldes han conseguido avanzar en el control del país. “Nunca pensé que podría regresar. Se siente surrealista”.

¿Te imaginas cómo debe ser escuchar que se habla de un nuevo amanecer para Siria mientras uno aguarda en un café de Madrid, en medio de la nostalgia? Para aquellos que han vivido el horror de la guerra, es un regalo y una carga a la vez. “¿Volveré algún día a ver a mi madre en Daraa?”, se pregunta a menudo mientras mira por la ventana.

Khalid, un hombre marcado por la guerra

Khalid, un joven de 33 años, también comparte una historia que atrapa la atención. Él es originario de Daraa, el epicentro de las protestas que dieron inicio a la revuelta contra Assad en 2011. “Aquí empezó todo y mis amigos y yo salimos a manifestarnos por un cambio de gobierno” recuerda. Lo que siguió fue una represión brutal que terminó por convertir la vida de Khalid en una pesadilla. Recibió un disparo mientras protestaba y se vio forzado a realizar un viaje desgastante que le llevaría a hacer escalas en múltiples países.

Cada vez que leo sobre la valentía de aquellos que se manifiestan, pienso en lo efímero de la libertad. “Me dispararon mientras estaba manifestándome. No sé si fueron soldados de Assad, rusos o iraníes”, relata Khalid, aún con eco de dolor en su voz. Como si fuera un mal guion de película, su situación se complicó con el tiempo; tuvo que autoconstruirse una vida, incluso enfrentándose a acciones drásticas como cortarse la piel muerta de su herida debido a la falta de atención médica.

Un nuevo comienzo en Madrid

Finalmente, luego de un tortuoso viaje que pasó por distintos países cercanos, Khalid terminó en Madrid. Ahí trabajó en varios empleos, algunos de ellos sin pago, hasta ahora que ha logrado abrir su propio restaurante. “A veces le digo a mis clientes que mi cocina es como Sizofrenia: una mezcla de platos y memorias”, ríe, mientras nos cuenta cómo decide poner el nombre de su hija, Nusayba, que significa «la primera guerrera de Arabia». Un nombre que, como dice, le parece un faro de esperanza.

“Volver a Siria es un sueño. Pero luego miro a mi pequeña y me doy cuenta de que tengo un hogar aquí”, confiesa Khalid, quien de a poco se reconstruye un nuevo capítulo en su vida. Imagina que tu hogar podría ser un lugar donde ni si quiera has tenido la oportunidad de caminar descalzo en el jardín. Este es el dilema que enfrentan tantos sirios en el extranjero.

El eco de la revolución: Abdel también toma

Abdel, con su historia de 25 años, llegó a España con su hermano. Él también es parte de esta narrativa. Su familia escapó de Idlib y se estableció en diferentes partes del mundo. “Hemos vuelto a nacer”, dice alegremente, pero con un matiz de nostalgia. Trabaja como taxista en Madrid y con la caída de Assad escucha con emoción el eco de la revolución que él nunca pensó que vería desde lejos.

“Estaba en el taxi cuando escuché en las noticias lo que estaba pasando en mi país. Empecé a gritar como un loco; no me lo podía creer”, comparte mientras observa algunas de las calles que ha recorrido a diario en décadas. La emoción en su voz me hace pensar en cómo los pequeños momentos pueden convertir una llegada traumática en una obra llena de posibilidades.

Un futuro incierto, pero con esperanzas

Los tres hombres, a pesar de sus distintas experiencias, comparten un trasfondo emocional que aún lidiar con tensiones. La pregunta que se escucha en cada conversación es: ¿volverán a Siria? “Sí, pero después de tanto tiempo en España ya tengo mi vida aquí, mi trabajo, mi familia”, dice Khalid. La respuesta es reiterativa entre ellos, pero no puede ocultar la incertidumbre que cada uno enfrenta.

Wasim se muestra más cauteloso. “La pregunta es cómo volver. El país está destrozado, mi casa, mi barrio…todo ha cambiado”. Esta situación plantea la difícil decisión de participar en la reconstrucción de su tierra natal mientras se establecen en un nuevo país.

Es curioso cómo la vida les exige que elijan. “Hemos perdido Siria para siempre, pero ahora la hemos recuperado”, sentencia Wasim con una mezcla de aliento renovado y añoranza. Las esperanzas renacen entre ellos, al igual que las cenizas de un viejo fuego.

Conclusión: un nuevo camino hacia el futuro

La caída del régimen de Bashar al Assad representa más que una simple noticia. Para muchos, es un renacer. Cada historia de estos hombres, su lucha, sus heridas y sus sueños de un futuro autónomo resuena con una claridad vibrante. Rinde homenaje a la valentía que muchos muestran a diario. Aunque se enfrenta a la incertidumbre de un nuevo gobierno y una nueva Siria, estos refugiados, en el exilio, encuentran la fuerza para permanecer y perseverar.

Así que al final del día, cuando observas una noticia sobre un país lejano, te pido que recuerdes estas historias. Pregúntate, ¿qué harías si tu hogar se convirtiera en tierra de guerra? La respuesta puede ser tan disímil como lo son nuestras historias, pero todos compartimos un deseo común: la búsqueda de paz y un futuro viable. Al final, vivir es eso, una mezcla de risas, lágrimas y la inquebrantable esperanza que nunca se pierde.


Los nombres y ciertas circunstancias han sido ajustadas para proteger la identidad de algunos testigos. Sin embargo, los sentimientos expresados son auténticos y se reflejan en las experiencias de los refugiados que han enfrentado el exilio y el deseo de retornar.