La política española, siempre llena de giros inesperados y momentos de tensión, nos ha entregado una nueva perla: la reciente Conferencia de Presidentes. Este evento, que se suponía sería un espacio para el consenso y la colaboración, se vio empañado por la controversia y, como si de una comedia trágica se tratara, el resultado fue más desconcierto que acuerdos. Al leer sobre lo acontecido, de veras me entró ganas de colocarme un sombrero de papel y hacer palmas con una línea de marcadores, porque lo que pasó fue digno de una serie de televisión.
A lo largo de este artículo, desmenuzaremos lo que ocurrió en este cónclave organizado en el Palacio de la Magdalena en Santander. Abordaremos no solo los temas tratados y los incidentes dignos de mención, sino también la situación de las Comunidades Autónomas afectadas por la reciente DANA, la famosa Depresión Aislada en Niveles Altos. Pero antes de sumergirnos en ello, hagamos un pequeño ejercicio de empatía. Imaginen lo que es estar en un entorno donde, a pesar del caos que rodea la situación (y el grito agónico de “¡Pero, por favor, escúchenme!” resonando en sus mentes), la autoridad superior simplemente les corta la palabra.
El problemático arranque de la conferencia
La cita comenzó con un Carlos Mazón en plena cumbre de emociones, lamentando la tragedia de la DANA que impactó a su región con más de 220 muertes. Al parecer, en lugar de escuchar y activar medidas urgentes, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, decidió que había que controlar el tiempo de oratoria con pitidos, como si estuviéramos en un programa de talentos improvisado.
Hasta aquí, el escenario pintaba un drama inminente: el tiempo se agotaba, el urgido Mazón intentaba compartir su clamor por nuevas legislaciones sobre inundaciones y políticas del agua, pero el presidente le cortó el flujo de palabras con un “no” seco. Imaginan eso, ¿verdad? Es como intentar contar una anécdota personal divertida en medio de una conversación aburrida y alguien dice: “¡Suficiente!”. ¡Es que hasta la empatía se siente desbordar en este tipo de situaciones!
El origen de la confrontación
La situación no mejoró. Otros presidentes autonómicos también se sintieron frustrados por las interrupciones. Como uno de ellos comentó tras salir de la reunión, “es que si no hay un documento previo sobre el que aportar y debatir, es simplemente una sucesión de monólogos”. ¡Cuánta razón! Esto es casi como invitar a un brunch y descubrir que la anfitriona olvidó hacer la torta. Todos han llegado con sus historias, pero no hay medio para disfrutarlas.
Al final del evento, no se tomaron decisiones significativas sobre los temas programados, que iban desde vivienda a política migratoria y financiación autonómica. Casi parece que la única decisión que se tomó fue hacer de la Conferencia un «espacio de reflexión» (palabras de Sánchez). Así, lo que debía ser un foro de decisión se transformó en un lamento colectivo de frases vacías.
La DANA y sus repercusiones
Lo que sucede en la comunidad de Mazón no es solo un tropiezo político; en su caso, hay vidas perdidas y un clamor de ayuda que no ha sido oído. Las inundaciones que desataron la DANA han dejado efectos devastadores, no solo en infraestructura, sino sobre todo en las comunidades realmente afectadas. Podemos imaginar a los afectados, de pie con sus cajas llenas de recuerdos junto a sus casas destruidas, pensando: “¿Esto es lo que se llama ayuda del Gobierno?”.
En política, el entorno se construye con palabras y acciones. Al no haberse abordado específicamente la recuperación y reconstrucción tras la DANA, no se ofreció una solución real al dolor. Sin embargo, hay que destacar que Isabel Díaz Ayuso, al menos, lanzó un guiño de apoyo a la situación en Valencia, proponiendo una excepción para la región debido al drama que enfrentan. Ahí había un destello de lo que podría ser colaboración. Sería como cuando en una fiesta todos están en movimientos discordantes y de repente alguien se atreve a poner la canción adecuada que pone a todos a bailar.
¿Un escenario de desconcierto?
Regresando al tema de la Conferencia, algunos presidentes expresaron su frustración porque, a pesar de que había temas críticos
en la agenda, no parecían estar siendo tratados con la urgencia adecuada. Como si de un juego de ajedrez se tratara, algunos jugadores ya estaban un par de movimientos atrás cuando el resto ya había cambiado de partida. María Guardiola, la presidenta de Extremadura, incluso llegó a hacer un llamado firme a reconsiderar el cierre de la central nuclear de Almaraz, argumentando que su clausura podría significar la pérdida de miles de empleos y recursos valiosos.
Así, ante la irracionalidad del manejo del tiempo y los temas, cabe preguntarse: ¿los líderes autonómicos se sintieron más como comentaristas de un partido de fútbol que como gestores de decisiones públicas? Porque en este espacio, pareció que cada idea fue solo un intento de hacernos reflexionar en voz alta, pero sin un resultado tangible. Esto me recuerda a las reuniones familiares donde todos opinan, pero nada se decide.
Un hilo de entrega y descontento
Los Fondos ‘Next Generation’ también fueron un tema candente. Varias comunidades propusieron descentralizar el manejo de estos fondos ante la falta de acción del Gobierno. Huellas de descontento empezaron a asomar entre los presentes: «¡Haz algo!», demandaba el aire en la sala. Claro, todos queremos que nuestro equipo gane. ¿Pero qué hacemos cuando el entrenador ignora nuestros gritos?
En muchos sentidos, el desencanto surgido durante esta conferencia no solo refleja el estado de la política en España, sino que también ilustra un profundo malestar ciudadano. Cada intervención olvidada y cada tema esquivado es solo un recuerdo palpable para aquellos que esperan un cambio real y urgente. Lo que ocurre en la política no se queda en el ámbito de lo abstracto; tiene repercusiones directas en nuestras vidas.
Reflexiones finales
La Conferencia de Presidentes no solo se trata de acuerdos y decisiones; también es un momento de encuentro, una oportunidad de escuchar y ser escuchado. Cuando los líderes políticos ignoran las voces que claman por atención, cuando cortan la palabra a quienes más lo necesitan, se genera un vacío que exige una respuesta.
Las meras palabras de condolencia y la ausencia de medidas concretas, como las que la comunidad de Mazón esperaba post-DANA, no son suficientes. A menudo, en política, los tiempos son importantes. Pero, en ocasiones, el momento de actuar es aún más crucial. Nuestras comunidades merecen algo mejor que un puñado de pitidos para sincronizar sus preocupaciones.
Por tanto, aplaudimos las pequeñas victorias, como el reconocimiento de la situación en Valencia, pero seguimos insistiendo en que este “espacio de reflexión” se llene de acción visible y tangible. ¿Es posible que, en futuras ediciones de la Conferencia, los líderes se reúnan con un sentido renovado de propósito y responsabilidad? El tiempo nos dará la respuesta.
Así que, mientras el escenario político se desenreda ante nuestros ojos, no dejemos que el ruido opaco de un pitido nos impida escuchar el clamor de nuestras comunidades. Quizá el verdadero cambio empiece cuando, en lugar de ser interrumpidos, decidamos que todos somos dignos de ser oídos. ¡Hagamos de nuestras voces un coro!