Vivimos tiempos en los que la polarización, los juicios de difamación y los intentos de silenciar la verdad han tomado el protagonismo en el ámbito del periodismo. Esto no es ficción ni una trama sacada de un libro de conspiraciones. Es la realidad que enfrentamos hoy en día, y parece que las cloacas políticas son más profundas de lo que muchos imaginan.

¿Alguna vez has sentido que te están observando? Esa sensación de que hay fuerzas ocultas intentando controlar la narrativa a tu alrededor. Acabo de recordar una anécdota personal: mientras trabajaba en mi primer empleo en una redacción local, un supervisor me comentó en voz baja sobre los «intereses» de ciertos políticos de la región. Al principio, pensé que se refería a temas de financiación, pero con el tiempo me di cuenta de que también se refería a cómo la información se manipula para proteger ciertos intereses. ¡Y aquí estamos, años después, hablando de lo mismo en un contexto más mediático que nunca!

El papel central de los abogados en el periodismo contemporáneo

Hoy en día, los abogados han adquirido un protagonismo en la redacción periodística que nunca antes había tenido. Antes solían ser una presencia casi invisibilizada, pero ahora están en la mesa de discusión como los personajes clave de una serie de televisión que todos siguen. Sin embargo, no se trata del comedy-drama que quizás esperabas ver en Netflix. Es más bien un thriller lleno de tensión.

Martin Baron, exdirector de The Washington Post, lo expresó de manera clara: “Estos procesos (judiciales) se llevan el tiempo, el dinero y la tranquilidad de la gente”. Si Donald Trump fue el precursor en utilizar la difamación como una herramienta de control de daños, hoy los partidos políticos de todo tipo se han dado cuenta de que también pueden usarlo. ¡Y lo hacen! Nos encontramos en una especie de «guerra de trincheras» donde las demandas no son solo legales, sino también una manera de amedrentar a quienes se atreven a cuestionar.

Recientemente, la redacción de un medio recibió una carta del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), anunciando que habían optado por llevar a cabo acciones legales contra varios periodistas. Ellos insistieron en que se retractaran de unas declaraciones que consideraban “espurias” y que según ellos, solo buscaban perjudicar su imagen. Interesante, ¿no? ¿Desde cuándo el derecho a criticar se ha transformado en una serie de demandas judiciales?

Estrategias para tapar la corrupción: un mal hábito político

Esto no se limita a una simple denuncia. Las acusaciones de mala praxis y corrupción parecen ser el pan de cada día. Imagina un guion donde, cada vez que aparece un escándalo, los implicados son llevados en volandas a la salida triunfal, como si nada hubiera pasado. Pedro Sánchez, sabiendo que tiene más casos de corrupción rondando que un gato tiene vidas, se declara listo para «aguantar hasta 2027». ¿Alguien está tomando esto en serio? En un mundo ideal, haría falta una auditoría de sus palabras, pero en fin, el político sigue sonriendo a las cámaras.

Mientras tanto, hay un serial llamado ‘Las cloacas de Ferraz’ que nos muestra de manera pormenorizada cómo este partido ha optado por crear unidades de desinformación en un intento por contrarrestar lo que ellos consideran ataques. Un viaje en el que los políticos se ven como los héroes y los medios como los villanos. La vida real tiene un sentido del humor peculiar, ¿no crees?

La manipulación y la creación de realidades alternativas

El problema se agrava si consideramos cómo la información se presenta. En múltiples ocasiones, el PSOE ha intentado convencernos de que sus cloacas son preferibles a las de la oposición. La prensa crítica, en su afán por mantener la objetividad, se encuentra atrapada, a menudo, en una malla de intencionalidades políticas que hacen que cada informe sea paso a paso, una pieza de ajedrez.

Los medios que deciden ignorar o minimizar estos temas no están haciendo un favor a sus audiencias. Por el contrario, están perpetuando un ciclo de desinformación que finalmente termina afectándonos a todos. En ocasiones, parece que hay una omertà no escrita entre ciertos medios: mantener la paz aunque implique ignorar verdades incómodas. ¿No te parece una lotería peligrosa?

En este contexto, la justicia se convierte en uno de los pocos baluartes donde aún podemos buscar un atisbo de verdad. Cuando el poder se infiltra hasta el tuétano en la sociedad, una lucha por la honestidad surge, pero no sin sus desafíos.

El clamor de la sociedad y la búsqueda de respuestas

La sociedad civil, en su afán por hacerse escuchar, enfrenta un sistema que a menudo parece estar en su contra. Todos cometemos errores, eso está claro, pero el verdadero desafío es enfrentarnos a las consecuencias de aquellos que abusan de su posición. Las realidades alternativas donde uno elige lo que quiere creer son un fenómeno cada vez más común en nuestro entorno social.

Imagínate entrar a una sala de cine y encontrar dos películas: en una, las cloacas salen a la luz, mientras que en la otra, la corrupción queda oculta tras una narrativa glamorosa. La audiencia, por supuesto, elige la segunda. Pero la cuestión es: ¿qué tan dispuestos estamos a cuestionar lo que nos presentan?

El rol de los ciudadanos en la defensa de la verdad

Como ciudadanos, todos tenemos un papel que desempeñar. Debemos aprender a discernir y a demandar una representación más honesta de los hechos. Ahí es donde la responsabilidad se vuelve crucial. ¿Te imaginas un mundo donde podamos exigir transparencia sin miedo a repercusiones?

La respuesta no es sencilla, y el camino está lleno de obstáculos. Sin embargo, solo a través del cuestionamiento y del diálogo civilizado podemos mantener a nuestros líderes responsables. En última instancia, el poder solo debe descansar en aquellos que lo respetan y lo usan con integridad.

Reflexiones finales: ¿hacia dónde vamos?

Quisiera concluir con un par de preguntas que han estado resonando en mi mente mientras escribía este artículo: ¿realmente podemos cambiar la forma en que se maneja la información en nuestra sociedad? ¿Estamos dispuestos a defender la verdad, incluso si eso significa confrontar a poderosos intereses? ¿O elegiremos mantenernos al margen, viendo cómo la historia se repite, mientras nosotros mismos nos convertimos en espectadores pasivos?

Es fundamental que nunca perdamos de vista la importancia de un periodismo libre e imparcial. Después de todo, en un mundo donde la información se convierte en una herramienta de control, el periodismo puede ser nuestra única vía de escape para ver el mundo tal cual es.

Así que, como siempre, amigo lector, te invito a reflexionar y a mantenerte informado. Porque la verdadera ciencia del periodismo no está solo en informar… sino en hacerlo con honestidad y valentía.