La política española no deja de sorprendernos con sus giros inesperados y sus protagonistas que parecen sacados de una novela de misterio. Hablando de misterios, hace un tiempo que el Tribunal Supremo ha cerrado el caso de las denuncias que apuntaban a miembros del Gobierno, el Ministerio del Interior y la Generalitat por la fuga de Carles Puigdemont en Barcelona. Hoy, vamos a desentrañar este enigma, porque es un tema que merece una reflexión más profunda y un enfoque aún más personal.

La denuncia: un capítulo que se cierra

Imagínate esto: un expresidente autonómico que está fuera de España desde 2017, regresa inesperadamente para una investidura en Barcelona y logra desaparecer como si se tratara de un acto de magia. Esa es la historia corta de Carles Puigdemont, quien, después de su breve aparición en el Parlament para la investidura de Salvador Illa, se esfumó como si nunca hubiera estado allí. Obviamente, esto ha dejado múltiples preguntas en el aire, y una de ellas, que resuena con fuerza, es: ¿cómo es posible que una figura tan vigilada logre escapar ante la mirada atenta de los cuerpos policiales?

El Tribunal Supremo ha decidido inadmitir las acusaciones de la asociación HazteOír y de un particular que pedían investigar al gobierno por «no hacer lo correcto». La respuesta fue contundente: ¿dónde están las pruebas? ¿Cómo pueden acusar si ni siquiera explicaron cómo se fracasó en la detención? Si esto fuera una serie de televisión, seguramente diríamos: «¡Ay, ya se viene el cliffhanger del siguiente episodio!»

La operación Jaula: ¿realmente fue un fracaso?

Aquí es donde la trama se complica. La operación Jaula, que se activó para tratar de capturar a Puigdemont, no fue un despliegue de camareros en un bar mediterráneo; fue una operación con un número considerable de agentes de los Mossos d’Esquadra. Con todo ese despliegue, parece casi de ciencia ficción que Puigdemont pudiera darse a la fuga. Entonces, me pregunto: ¿fuimos todos víctimas de un ilusionista maestro que nos robó la atención en el momento justo?

En una carta posterior, el juez Pablo Llarena se dirigió a los Mossos y al Ministerio del Interior pidiendo aclaraciones sobre esta fuga. «¿Cómo es que se les escapó?» sería probablemente la pregunta más sencilla que un niño podría hacer. No obstante, la respuesta de los jueces fue que nadie iba a pagar por un fracaso que parecía, al menos a primera vista, más una comedia de enredos que algo realmente serio.

El contexto político: un juego de ajedrez

Volviendo a ponernos serios: lo que rodea toda esta situación es un contexto político altamente cargado. La fuga de Puigdemont no sólo es un fracaso de las fuerzas policiales, sino que también es un reflejo de las tensiones en el seno de la política catalana y española. Si te resulta algo complejo, pensar en un tablero de ajedrez donde cada movimiento se justifica por sus implicaciones es quizás lo más sencillo que puedes hacer.

Con el procés independentista todavía en el aire, la presencia de Puigdemont y su regreso fue como un viejo amigo que aparece en una fiesta que ya no existe. ¿Qué significó realmente su vuelta? Tal vez lo que buscaba era algo de atención, pero más probablemente fue un intento de mostrar que su figura aún importa.

El hecho de que el Supremo haya desestimado las denuncias es como cuando tu profesor dice que no te va a poner un examen por lo que dijiste en clase. ¡Imagínate el alivio! Pero eso no quita el trasfondo de la historia. Si el Gobierno no está responsabilizado, entonces, ¿quién es el culpable de esta historia?

La implicación de los Mossos d’Esquadra

Uno de los puntos más delicados es la posible complicidad de los Mossos d’Esquadra. Actualmente, algunos miembros del cuerpo están siendo investigados por ayudar a Puigdemont a escapar. Un momento: si quienes están encargados de hacer cumplir la ley son los que están del lado de las personas “no tan legales”, ¿en qué abismo moral estamos metidos?

Espero que en el fondo de tu corazón, al igual que en el mío, haya una sensación de incredulidad ante la idea de que se podría haber dado esta situación. La idea de que pueda haber agentes de la ley no actuando en interés de la justicia es tan impactante como ver a un gato persiguiendo su propia sombra.

Las acusaciones a los altos cargos: un juego de sombras

El hecho de que se presentaran denuncias contra miembros de alto perfil del Gobierno, como Pedro Sánchez, Fernando Grande-Marlaska y Salvador Illa, es un episodio que genera tanto escepticismo como morbo. Cuando vi eso, no pude evitar recordar a esos grupos de amigos que se pelean por una galleta en una bolsa: el escándalo está servido.

La sala de lo penal del Supremo ha sido clara: las acusaciones sin fundamento no llevan a parte alguna. No es que negaran la responsabilidad, sino que, como buenos jueces, pidieron evidencia concreta. No puede ser que el resultado de unas actuaciones deje a todos sin culpa y solo a Puigdemont como resultante del desagüe de la historia. ¿Es esta una conclusión justa?

Reflexiones finales: ¿lo que está en juego?

Lo verdaderamente revelador de este caso es cómo trasciende lo meramente judicial para convertirse en un símbolo. La fuga de Puigdemont nos hemos dado cuenta que no es solo un baile de policías y políticos; es un reflejo de un conflicto más amplio sobre identidad, soberanía e intereses de varias partes. Las preguntas quedan abiertas, y las respuestas, en gran medida, ocultas.

Cerrando este capítulo, la tensión en Cataluña sigue. La idea de que los poderes del Estado no logran coordinar sus acciones de forma eficaz es un recordatorio de que la política es, en última instancia, un escenario lleno de actores que a menudo no desempeñan su papel al pie de la letra.

Así que la próxima vez que escuches sobre política, recuerde: todo es un acto que a menudo se siente más como una comedia que como un drama de Shakespeare. Y aunque en la superficie todo puede parecer caótico, en el fondo todos estamos aprendiendo sobre los límites de nuestro sistema y las preguntas que, como buenos espectadores, todavía tenemos que resolver. ¿No te gusta perderte esa parte de la historia?