En un mundo de imágenes brillantes y noticias fugaces, a veces olvidamos esas historias que se desarrollan silenciosamente en las sombras de nuestra sociedad. Un ejemplo claro de esto es el heroico trabajo de la Unidad de Atención a la Familia y a la Mujer (UFAM) de la Policía Nacional en España, que diariamente combate el fenómeno de la violencia de género. Hoy, quiero compartir contigo no solo la importancia de su labor, sino también algunas anécdotas y reflexiones acerca de lo que significa estar al frente de esta lucha.
La rutina de un lunes: un llamado que cambia vidas
Imagina esto: son poco más de las 10 de la mañana de un lunes de noviembre. Un teléfono comienza a sonar en la comisaría de Alcobendas. Esa llamada, aunque parece rutinaria, es el punto de partida para una búsqueda de justicia y protección que podría cambiar la vida de una mujer. Recientemente, dos días de actividad resultaron en la detención de nueve hombres, un reflejo desolador de una realidad que no parece disminuir. ¿Cuántos casos más se esconden tras los muros de silencio de nuestras comunidades?
La mayoría de nosotros podría pensar que la violencia de género es un oscuro rincón que afecta a los demás, hasta que uno mismo se siente tocado por su sombra. Quiero abrirme un poco y compartir que a veces uno de mis amigos ha estado en una situación similar, no como víctima, sino como testigo, y eso marca. Pero volvamos al tema central: la UFAM.
Aunque el número de detenidos sea alto, la esperanza está presente
El jefe de la UFAM, al recibir una noticia de otro caso de mala suerte, dice algo que resuena: “Estamos acostumbrados”. ¿No es curioso? A pesar de la pesadez de su trabajo, es el compromiso de estos agentes con las víctimas lo que realmente importa. En lo que va de año, han detenido a 394 hombres en solo una localización. Entre esos detenidos, algunos de los casos más alarmantes involucran a menores. La violencia no tiene límites.
Lo triste, sin embargo, es que esta situación ha ido en aumento. Según el sistema VioGén, se han registrado más de 834,000 casos de violencia de género en España este año. Y aquí viene una pregunta inquietante: ¿qué nos dice esto sobre nuestra cultura y la normalización de la violencia?
La brújula emocional de la agente
Una de las agentes de la UFAM me decía que su rol es más que un trabajo; es una misión. Me relató que no solo son fuerzas de seguridad, sino que, para muchas mujeres, se convierten en sus ángeles de la guarda. Acompañan a las víctimas no solo con datos, sino también con empoderamiento emocional. La parte dura de su trabajo incluye no solo la detención del agresor, sino también la escucha. Recuerdo cómo una de ellas se emocionó al hablar de una mujer a la que ayudó. ¡Esa conexión humana es poderosa!
Cuando estas mujeres llegan, son recibidas en un protocolizado proceso donde se les hace una Valoración Policial de Riesgo (VPR). Me imagino el nerviosismo de tener que responder a 27 preguntas sobre peligros inminentes. No es un interrogatorio, es una invitación a contar su historia y demostrar su fortaleza. Pero, ¿cuántas de ellas realmente se sienten escuchadas?
La importancia del testimonio
Es un hecho conocido que muchas víctimas de violencia de género nunca denuncian. En 2023, solo 26.8% de las víctimas asesinadas habían interpuesto una denuncia. Este triste dato me lleva a pensar en dos mujeres valientes de las que leí: Ana Bella y Efigenia. Ambas compartieron experiencias desgarradoras de maltrato que habían normalizado en sus vidas.
Ana Bella, por ejemplo, soportó años de maltrato sin ser consciente de su situación. La chispa que encendió su valentía llegó de forma fortuita al ver un cartel de una fundación. ¿Cuántas mujeres están esperando esa chispa?
El miedo como enemigo
El miedo es un monstruo sigiloso que ataca en los momentos más vulnerables. “El miedo a no ser creídas, a perder a sus hijos, a la vergüenza” –me dijo la agente. Y es aquí donde entran las complicaciones. A pesar de todo el esfuerzo, hay muchas veces que el protocolo de protección no prospera porque la víctima no se atreve a seguir adelante. En 2024, más del 40% de las mujeres que sufren malos tratos aún no realizan ninguna denuncia.
Manejando el estrés emocional
El personal de la UFAM enfrenta un desgaste emocional que a menudo no toman en cuenta quienes están fuera del sistema. Sara, una agente en prácticas, confesó que es un trabajo que se lleva a casa. “Si alguna no me responde, sé que algo ha ido mal”, dijo con una mezcla de determinación y tristeza. ¿Cuántos de nosotros estaríamos dispuestos a llevar un peso tan grande a casa?
¿Quién está ahí para ayudar a quienes ayudan?
El trabajo que hacen estas mujeres y hombres en la UFAM es admirable. Se convierten en el sostén de muchas mujeres, pero también son humanos. En una de las charlas, el comisario reconoció que, a veces, deben enfrentar a sus propios colegas en situaciones de violencia. “Es algo que nos repugna”, dijo con sinceridad.
Y también debemos recordar que algunos desafíos vienen de quienes se supone que deberían ayudar. Efigenia, quien buscó apoyo de una terapeuta, se encontró con un comentario que la dejó desolada: “¿Por qué lloras? Esto les pasa a muchas mujeres.” De aquí surge otra pregunta inquietante: ¿cómo se convierten los sistemas en formas de opresión en lugar de ayuda?
La luz al final del túnel
Las historias de Ana Bella y Efigenia son potentes recordatorios de que, a pesar de las luchas diarias, existe la posibilidad de sanación y reinvención. Efigenia, por ejemplo, transformó su vestido de novia en cojines. ¡Eso es creatividad y recuperación en acción! ¿Quién no se ha sentido así, liberado por un acto simbólico de poner fin a algo que una vez fue doloroso?
Y la labor de la Fundación Ana Bella no es menos impactante. Esta red de supervivencia trabaja en 82 países para ayudar a mujeres como ellas a encontrar su camino nuevamente. Ana Bella ahora vive con un hombre “maravilloso”, y esto nos lleva a reflexionar sobre la valentía de abrirse a nuevas relaciones después de haber sido heridos profundamente. ¿No es eso un acto valiente en sí mismo?
Mirando hacia el futuro
La enferma y aterradora estadística de violencia de género debe ser confrontada. La Ley contra la Violencia de Género cumplió 20 años, y a pesar de su existencia, las cifras siguen elevándose. Debemos cuestionar: ¿qué más se puede hacer? La respuesta no está solo en las políticas públicas, sino también en el cambio cultural que todos debemos abogar. Si bien la UFAM hace un trabajo impresionante, cada uno de nosotros tiene un papel a jugar en la normalización de la ayuda y el apoyo a quienes lo necesitan.
Al final, cuando enfrentamos el miedo y el silencio, podemos contribuir a crear un espacio donde el testimonio de cada mujer sea escuchado y validado. En la vida, como en la escritura, hay poder en las historias compartidas. ¿Estás listo para contar tu historia o escuchar la de otra persona?
La UFAM no solo es un grupo de policía; son defensores de la esperanza y la protección en medio de un panorama desgarrador. Al revisar su arduo trabajo y las historias personales que no son meramente estadísticas, reflexionamos sobre la fortaleza de la humanidad y la necesidad de hablar abiertamente sobre la violencia de género. Porque cada canción necesita versos, y cada vida necesita una historia. Si estás leyendo esto y te sientes perdido, recuerda: ¡no estás solo y siempre hay un camino hacia la libertad!