La COP29 en Bakú fue como un mal día en el trabajo: muchas horas de esfuerzo, pero al final, el resultado deja una sensación de insatisfacción. “Menos es nada”, se escuchó en los pasillos, y la verdad es que uno puede preguntarse: ¿quién se siente realmente satisfecho después de dos semanas de intensas negociaciones que terminan con un acuerdo que podría describirse como una victoria de papel?
En este artículo, desglosaremos lo que sucedió en la Conferencia de las Partes, las reacciones de los delegados, las cifras clave que salieron a la luz y, sobre todo, lo que esto significa para nuestro futuro en este planeta. ¡Así que prepárate para un viaje por el oscuro y tortuoso camino del cambio climático y la política internacional!
La reunión que no fue
La COP29 fue un torbellino de emociones, frustraciones y, por supuesto, café. ¿Alguna vez has pasado la noche en vela preparando un examen? Puedes imaginar la atmósfera, solo que en lugar de estudiar para un examen, estábamos hablando de la salvación del planeta. Y cuando finalmente parecía que el acuerdo estaba afianzándose, dos grupos de países decidieron abandonar la mesa de negociación. Los Pequeños Estados Insulares y las naciones menos desarrolladas se sintieron un tanto burlados por las condiciones impuestas por las naciones más ricas. ¿Qué puedes hacer cuando sientes que tus preocupaciones no están siendo escuchadas? La respuesta es simple: sacar la voz, aunque a veces eso signifique abandonar la sala.
Los delegados mencionaron que estaban viviendo una suerte de “tomadura de pelo”. Fíjate, salirse de una reunión en plena negociación debe ser tan difícil como dejar de mirar las redes sociales mientras se trabaja. Pero en este caso, su retiro fue más un acto de desesperación que de rendición.
Las cifras que no convencen
Finalmente, después de arduas negociaciones, se llegó a un acuerdo que establece un objetivo de 300.000 millones de dólares al año para el financiamiento climático hasta el año 2035. Si bien esto es mejor que nada, todavía se siente como un pañuelo ante el océano de dinero que los naciones vulnerables realmente necesitan. 1,3 billones de dólares anuales: esa es la cifra que los pequeños países insulares y los estados más pobres han estado pidiendo para adaptarse y mitigar el impacto del cambio climático. Pero, como todas las buenas historias, esto también tiene su lado oscuro.
Imagínate tener un amigo que siempre promete que vendrá a ayudarte a mudarte, pero que en el último minuto decide que prefiere quedarse en casa viendo su serie favorita en lugar de cargar cajas pesadas. ¡Es frustrante! Lo mismo sucede aquí, donde los países desarrollados, aunque prometen una contribución, lo hacen a cuentagotas y bajo condiciones que son difíciles de cumplir.
El papel de los bancos multilaterales
Uno de los puntos sobresalientes del acuerdo fue la referencia a los bancos multilaterales de desarrollo, que se espera movilicen parte de los fondos necesarios. Es como si un grupo de amigos decidiera hacer una colecta para una fiesta, pero tú eres el que tiene que ir a pedirle al banco que te eche una mano. Una tarea, por demás, titánica.
La urgencia de este acuerdo trascendió la sala de conferencias, con la presión creciente de un planeta que ya no puede esperar. La pregunta que flota en el aire como un mal olor es: ¿serán eficaces estas instituciones al final de cuentas?
Combustibles fósiles: el elefante en la sala
Uno de los caballos de batalla de estas negociaciones fue la transición hacia energías limpias y la eliminación de los combustibles fósiles. Sorprendentemente, estas discusiones fueron casi invisibles en el acuerdo final. A pesar de los gritos desde las delegaciones sobre la necesidad de reducir el uso de combustibles sucios, el texto no hizo más que reafirmar el compromiso con el Acuerdo de París, otorgándole un «estatus especial» al gas como «combustible de transición».
Es como si te dijeran que a pesar de tus esfuerzos por llevar una vida saludable, aún puedes disfrutar de tu pizza favorita, solo que esta vez será más pequeña. La clase de compromisos que suenan bien en teoría, pero en la práctica dejan mucho que desear.
Una (mini) victoria en medio del caos
En medio de esta encrucijada, hubo un pequeño rayo de esperanza. Se alcanzó un acuerdo sobre los mercados de carbono, que pueden ser fundamentales para el futuro del financiamiento climático. Aunque este acuerdo es solo un primer paso, representa el inicio de un camino que, si se sigue adecuadamente, podría llevar a un pacto más robusto en la próxima COP en Brasil. ¿Acaso no suena un poco irónico? La idea de “mercados” donde el aire que respiramos se convierte en un bien intercambiable.
Como uno de los presentes lo describió, fue como abrir un “melón” que ha estado cerrado durante años. La cuestión es: ¿será suficiente para lograr un cambio real?
La tensión geopolítica en acción
Es esencial no olvidar el contexto geopolítico que rodea estas negociaciones. La ministra alemana de Exteriores, Annalena Baerbock, se quejó abiertamente de los «juegos geopolíticos» de los estados petroleros. En palabras simples, se ha acusado a algunos delegados de manipular los textos de negociación a favor de sus intereses. Impresionante, ¿verdad? Todo esto nos lleva a cuestionar cuánto poder tienen realmente las voces más marginadas en medio del ruido de las influencias de los grandes.
La sensación de indignación fue palpable; algunos delegados sienten que sus aspiraciones están condenadas a fracasar ante los intereses de países que quieren aferrarse a sus industrias contaminantes como un niño a su manta de seguridad. La lucha no es solo entre naciones, es una lucha por la justicia climática.
Mirando hacia el futuro: la esperanza es lo último que se pierde
La COP29 ha terminado, pero no el desafío que enfrentamos. A pesar de que el acuerdo es insatisfactorio, es un recordatorio de que el trabajo está lejos de ser terminado. Puede que haya sido una batalla pequeña, pero cada batalla cuenta en la guerra contra el cambio climático.
Así que aquí tienes una pregunta: ¿qué podemos hacer nosotros, como individuos, para presionar a nuestros gobiernos para que tomen medidas más ambiciosas? La respuesta es simple: mantenernos informados, tomar decisiones conscientes y nunca dudar en alzar nuestras voces. La próxima vez que escuches sobre una COP, ¡recuerda que nuestras acciones, aunque pequeñas, pueden tener un impacto masivo!
En resumen, la COP29 ha sido una mezcla de fracasos y pequeños triunfos, pero lo que está claro es que la lucha por nuestro planeta es continua. Mientras nos adentramos en el próximo año, todos tenemos la responsabilidad de seguir empujando por un futuro más sostenible. Al fin y al cabo, el planeta no tiene un plan B.