El 29 de octubre de 2023 fue un día que marcó un antes y un después en la Comunitat Valenciana. Ese fatídico día, una DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) dejó a su paso un sinfín de incidencias en carreteras y, lamentablemente, un número trágico de muertes que ha causado revuelo en las redes sociales y en los medios de comunicación. Pero, ¿qué pasó realmente ese día? Deberíamos preguntarnos si la gestión de emergencias fue adecuada o si nos dejó con más dudas que certezas.

¿Por qué la DANA del 29 de octubre fue tan devastadora?

La DANA, querida por algunos y temida por muchos, trajo consigo una serie de fuerzas naturales que nos hicieron recordar que, aunque vivo en un clima soleado, la madre naturaleza sigue siendo la jefa. Según los informes de los Cegesem (Centro de Gestión de los Servicios de Soporte a la Movilidad), hasta 32 alertas de incidencias se emitieron antes del mediodía. Sin embargo, en el apogeo de la tormenta, ¿qué se hizo? Very little, tan poco que parece que el protocolo estaba más ocupado tomando un café que tratando de salvar vidas.

Pero no me malinterpreten, si hay algo que todos hemos aprendido en estas situaciones es que, a veces, la burocracia se mueve más lento que un caracol con alergia al polen. El conseller Vicente Martínez Mus explicó que las alertas se dieron en función de los parámetros de Aemet, enfatizando que el protocolo era «coherente». ¿Coherente? Cada vez que utilizamos esa palabra, me da un escalofrío. Las decisiones de “prevenir” ciertas carreteras y cerrar algunas taladran nuestra confianza.

La crónica de una tragedia anunciada

Mientras tanto, el president Carlos Mazón y su gobierno se aferraban a su agenda, como si un simple aperitivo pudiera hacer que las lluvias torrenciales se evaporaran. Las diputaciones y varios ayuntamientos, alertados por la situación, decidieron tomar medidas más rigurosas, como la suspensión de clases. Mientras todo esto ocurría, me pregunto: ¿no sería prudente que los líderes tomaran decisiones conforme a la realidad que enfrentaba el pueblo y no a un cronograma ficticio? Al final del día, todos somos humanos y nos gustaría que nuestros líderes lo fueran también.

Ya por la tarde, a las 15:58 horas, cuando parece que la tormenta había dado la campanada, el Cegesem emitió un nuevo aviso: 37 carreteras con incidencias, 23 de ellas cortadas. En la tarde tranquila, durante un almuerzo, ¿será que Mazón guardó un poco de helado para comérselo sólo por el desconsuelo que le provocaba escuchar sobre las carreteras cortadas? Chistes aparte, ¿no se siente un poco, digamos, desconectado del estado de la cosa?

Las decisiones tardías y sus consecuencias

Como si no fuera suficiente, el mensaje de ES-Alert recomendando no desplazarse por carretera llegó a las 20:12, y los últimos informes del 112 confirmaron que el caos se había multiplicado: 68 carreteras afectadas, 45 cortadas. ¿Hasta dónde hay que llegar para que una situación se considere crítica? ¿Es la cifra de fallecidos que no cesa hasta tocar el fondo? Me parece vital que todos reflexionemos al respecto.

Este tipo de situaciones no son solo cifras frías en un gráfico, son vidas. Las 220 muertes lamentadas hasta el miércoles son un recordatorio desgarrador de por qué debemos tener una gestión de emergencias sensible y eficaz. ¿Acaso no se hubiera podido evitar tal cantidad de vidas perdidas con una mejor coordinación y un poco más de sentido común? La respuesta es un clamoroso “sí”.

¿Cómo mejorar la gestión ante emergencias?

Ahora que hemos hecho un recuento de lo sucedido, es hora de mirar hacia adelante. Las emergencias no son eventos aislados, y la predicción y prevención son esenciales. La coordinación entre diferentes agencias puede ser más fluida. En lugar de seguir una estructura estricta que a menudo bloquee la rápida toma de decisiones, deberíamos abogar por una mentalidad que permita la flexibilidad. Tal vez es hora de que nuestros líderes se arremanguen y trabajen de la mano con la comunidad para realmente entender el impacto de sus decisiones.

Transparencia y comunicación

La transparencia es fundamental. La comunidad tiene derecho a conocer lo que sucede durante una emergencia. Si bien es cierto que los equipos de emergencias pueden necesitar tiempo para evaluar y reaccionar, la falta de información clara genera pánico. En la era de las redes sociales, un mensaje claro y honesto puede hacer maravillas.

Simulacros y entrenamiento

¿Es una locura pensar que podríamos realizar simulacros efectivos de gestión ante emergencias? Así como los estudiantes se preparan para sus exámenes, nuestro sistema de emergencias podría beneficiarse de ejercicios regulares que simulen condiciones severas. La práctica hace al maestro, y claro que incluiría un espacio para el café, porque todos merecemos un descanso.

Reflexiones finales

En una época donde la información vuela más rápido que un chisme en un pueblo pequeño, la gestión de emergencias debe evolucionar. La DANA del 29 de octubre fue un recordatorio alarmante de que, si no estamos preparados y organizados, vivimos en un frágil equilibrio. Las 220 vidas perdidas debido a alertas tardías y comunidades mal informadas son un eco que resuena.

Las decisiones que tomamos en situaciones de crisis no solo impactan el aquí y ahora, sino que modelan nuestro futuro. Así que, mientras reflexionamos sobre la DANA del 29 de octubre, ¿quizás sea hora de mil y una conversaciones sobre cómo construir un sistema de protección que valore la vida? Puede que esta crisis sea una oportunidad disfrazada y, si hay algo que nuestra comunidad ha demostrado, es que juntos somos más fuertes.

Y tú, ¿estás listo para formar parte de la solución?