En un rincón soleado de Andalucía, donde la cultura es tan sabrosa como su tapas, se está gestando un debate que no solo pone a prueba la paciencia de los onubenses, sino que también podría tener repercusiones más allá de las montañas. ¿Puede una presa cambiar el curso de la historia? Y no, no estamos hablando de una película de acción, sino de una cuestión que ha cobrado protagonismo en los últimos años tras las catastróficas inundaciones en Valencia.

Una historia que se remonta varios años

El Gobierno central elaboró un informe hace 14 años, sí, ¡catorce años! En aquella época, el PSOE estaba en la Moncloa con José Luis Rodríguez Zapatero como presidente. En este informe, ya se advertía sobre la necesidad urgente de construir una presa en Alcolea como medida preventiva ante las inundaciones. ¿Puede ser que la historia se repita? Por desgracia, parece que sí.

Al parecer, la construcción de la presa empezó, pero luego el Ejecutivo de Pedro Sánchez decidió ponerle un alto. La política es un juego complicado, y en ocasiones, el tiempo parece no ser un buen aliado. El portavoz del grupo popular en el Parlamento de Andalucía, Toni Martín, no ha dudado en expresar su frustración. En una reciente declaración, mencionó que su partido está decidido a presentar una Proposición No de Ley en el próximo Pleno, exigiendo la reanudación de las obras. ¿Y qué nos dice eso sobre la relación entre el agua y la política? Que, como muchas cosas en este mundo, no siempre fluyen con la misma claridad.

La creciente preocupación de los onubenses

El tema de la presa no es solo un asunto de política. Ignacio, un amigo mío que vive en Huelva, me cuenta que, cada verano, las lluvias torrenciales parecen convertirse en una especie de espectáculo. “Es divertido si estás en el bar, pero no tanto si te encuentras el agua hasta las rodillas al salir de casa”, me dice riendo. Pero después de la DANA de Valencia, que dejó más de 200 muertos, ese humor se vuelve cada vez más amargo.

Martín ha insistido en la importancia de terminar la obra. Podría parecer que el grupo popular se está «poniendo pesado» con las infraestructuras hídricas, pero, ¿verdaderamente lo es? Cuando la seguridad del pueblo está en juego, tal vez esa “pesadez” sea más que apropiada. Al fin y al cabo, ¿quién quiere vivir en la incertidumbre de una posible riada?

Un llamado a la «lealtad institucional»

El gobierno andaluz también ha hecho un esfuerzo por apelar a la “lealtad institucional”, proponiendo un plan de 75 millones de euros para mitigar los efectos de la DANA. Sin embargo, la pregunta que se hace la gente es: ¿es suficiente? Con un clima que se vuelve cada vez más errático, ese plan parece ser más un “band-aid” que una solución sustentable. ¿No sería mejor invertir en la construcción de infraestructuras a largo plazo que en soluciones temporales?

No hace mucho, escuché una frase de un anciano en el mercado que decía: “Un río que no se controla es como una novia celosa: puede hacer mucho daño si no tienes cuidado”. Y lo decía con tal sabiduría que solo me quedó asentir. Los ríos, como el Odiel, necesitan su espacio y, más importante aún, un control efectivo.

El riesgo de la inacción

Los peligros de la inacción son aterradores. Toni Martín señala que la falta de la presa no es solo un riesgo para las infraestructuras, sino para la vida misma. Como quien dice, la cosa se pone seria. Después de las riadas en Valencia, resulta difícil ignorar ese aviso. La vida de cada uno de los onubenses está en juego aquí.

Entonces, en un ambiente donde las obras se detienen y los plazos se estiran, la ansiedad se hace palpable. Uno empieza a preguntarse: ¿cuánto más tiene que esperar Huelva para que sus necesidades se tomen en serio? La procrastinación burocrática no tiene un rostro, pero sí un costo: el costo de vidas, la pérdida de patrimonio y una confianza ciudadana que se desmorona.

Mirando al futuro: ¿qué hay detrás de las decisiones políticas?

Toni Martín, en sus declaraciones, recordó que un informe emitido por el mismo PSOE en 2010 señalaba la seguridad como la razón principal para construir la presa de Alcolea. Si bien no entraré en el terreno fangoso de los debates partidistas, lo que realmente piensas cuando escuchas esto es: ¿qué cambió en todo este tiempo? Quizá un cambio de opinión política o la famosa burocracia que se interpone. Pero una cosa es clara: lo que era un tema de urgencia sigue siendo, tristemente, una conversación tardía.

Reflexiones finales

A medida que las lluvias se deslizan hacia el otoño y el susurro de las riadas acecha, el futuro de la presa en Alcolea es más relevante que nunca. La lección aquí es clara: las decisiones que tomamos hoy pueden marcar la diferencia entre un futuro seguro o uno lleno de incertidumbres. La historia nos enseña que, a menudo, ignoramos las advertencias a nuestro propio riesgo.

Así que, querido lector, la próxima vez que escuches hablar de la presa de Alcolea, recuerda a los onubenses esperanzados que quieren un poco más de seguridad en sus vidas. Recuerda que detrás de cada ladrillo que no se coloca hay historias de familias, casas, vidas reducidas a escombros si no se toman decisiones responsables. Después de todo, aunque nuestros políticos jueguen su juego de ajedrez, la vida real en Huelva está en riesgo.

Por lo tanto, no podemos permitir que un par de decisiones equivocadas nos lleve a una situación hondamente peligrosa. Y ¿quién sabe? Puede que la presa de Alcolea no solo esté destinada a acumular agua, sino a convertirse en un símbolo de resiliencia para todos los onubenses. ¿Estamos listos para construir el futuro que merecen? Tal vez es hora de que todos, desde los políticos hasta los ciudadanos de a pie, unamos fuerzas para que las palabras no sean solo palabras, sino acciones concretas.