En el vertiginoso mundo de la política, como en una montaña rusa, cada giro y caída puede ser monumental. Hoy, me siento como un periodista de investigación tras la pista de un nuevo escándalo, y, antes de que te vayas a buscar a Sherlock Holmes, déjame sumergirte en la reciente controversia que envuelve al Gobierno de Carlos Mazón y su secretario, José Manuel Cuenca. Agárrate fuerte, que esto promete.

Una devastadora DANA y la respuesta gubernamental

La DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que azotó a Valencia el pasado 29 de octubre fue una de esas catástrofes naturales que nos recuerda lo vulnerables que somos. El agua arrasó con todo a su paso, y las imágenes de calles inundadas y comunidades devastadas fueron un recordatorio brutal de la fragilidad de nuestras infraestructuras. Lamentablemente, detrás del lamento y el caos, aparece un panorama que exige una reflexión más profunda acerca de cómo se manejan las crisis.

Aquí es donde entra el Gobierno de Carlos Mazón y la polémica que surgió de su gestión. Al parecer, uno de los primeros contratos de emergencia post-DANA fue otorgado a STV Gestión SL, una empresa con la que Cuenca estaba vinculado profesionalmente durante cinco años. Por si fuera poco, la manera en que este contrato se gestionó ha generado más preguntas que respuestas. ¿Suena sospechoso, verdad?

Un contrato a dedo: la sombra del favoritismo

La adjudicación se realizó sin mucha fanfarria, como si se tratara de un simple trámite burocrático, pero eso no impidió que los críticos levantaran la ceja. La consellera Nuria Montes, famosa por sus desatinadas declaraciones sobre las víctimas de la DANA, firmó el contrato por un valor de 290.000 euros. Tal vez pensamos que este tipo de procesos, relacionados con la limpieza de zonas industriales, deberían ser más transparentes. Pero, ¿quién soy yo para cuestionar la lógica gubernamental?

La manera en que se ha manejado esta situación me recuerda a una anécdota de mi infancia. Una vez, mi amigo Juanito se llevó todas las galletas de la mesa y, cuando su mamá lo atrapó, él no solo aseguró que no era su culpa, sino que también intentó convencerla de que las galletas estaban más felices sin estar en la mesa. Tragicomedia pura, ¿verdad? ¡Ah, los niños! Pero en el escenario político, los protagonistas deben ser más cuidadosos con sus actitudes.

¿Acaso el amigo del jefe no se beneficia?

Es innegable que la relación entre Mazón y su gabinete es estrecha; Cuenca es uno de los aliados más cercanos del presidente y su transición de la empresa a la política no ha pasado desapercibida. Según los currículos de GVA Oberta, Cuenca estuvo trabajando en STV Gestión SL hasta enero de 2023, justo antes de convertirse en la mano derecha de Mazón. La pregunta que todos nos hacemos es: ¿es esta una coincidencia feliz o un camino pavimentado para un amigo?

Además, el Instituto Valenciano de Competitividad e Innovación (Ivace) ha justificado la necesidad de este contrato de emergencia ante las numerosas pérdidas económicas que cada día de inacción genera para las empresas afectadas. ¿Acaso el apuro justifica la falta de transparencia? ¿Es este un caso más de la política donde la necesidad prima sobre la ética?

Las respuestas parecen esquivas, como un gato jugando con un ovillo de lana, y cada hilo que se tira parece enredar aún más la trama.

La reacción del Gobierno: evasivas y defensivas

La respuesta del Gobierno al cuestionamiento sobre la adjudicación ha sido fría. La conselleria ha declarado que Cuenca «no ha tenido nada que ver» con la concesión del contrato. ¡Vaya, qué conveniente! Si esto no huele a evasiva, no sé qué más lo haría. En su defensa, dicen que contactaron a empresas con «disponibilidad inmediata», y aquí es donde comenzamos a ver patrones extraños en el análisis de la situación.

Me imagino a Cuenca disfrutando de su café a las 9 a.m., solo para encontrarse con un alarmante mensaje en su teléfono: «¡Carlos, tenemos que limpiar esas calles, ahora!». Rápido, un contrato de emergencia y ¡bam!, el trabajo está hecho. Pero si nos detenemos a pensar, ¿es esta la manera en que deberían operar las administraciones públicas? ¿Con contratos que parecen hechas a medida para amigos?

Cuando en el pasado he enfrentado situaciones similares, donde la presión de los plazos era apremiante, he descubierto que no siempre las decisiones apresuradas conducen a los mejores resultados. ¡Qué irónico, y aquí estamos hablando de la gestión de crisis!

Una mirada crítica a STV Gestión SL

Volvamos a STV Gestión SL. Esta empresa, que parece tener un historial de contratos públicos en Murcia y Alicante, ha captado la atención de los medios por su asociación con Cuenca. Al revisar sus activos, que ascienden a 76 millones de euros, uno no puede evitar cuestionar si tienen realmente la capacidad y el compromiso para realizar los trabajos de limpieza con eficacia.

La documentación a los medios de comunicación mencionó que el tiempo de ejecución dependería de la «extensión y la situación existente en cada polígono». Claro, eso significa que nadie realmente sabe cuánto tiempo llevará para que el desastre se resuelva. ¿No es asombroso cómo la incertidumbre se ha convertido en una compañera inseparable de la crisis?

Reflexiones finales: ¿quién nos garantiza el servicio público?

En medio de esta confusión, me siento forzado a preguntarme: ¿qué garantías tenemos como ciudadanos de que nuestros gobiernos actúan en nuestro mejor interés? En un mundo donde las decisiones y los vínculos personales parecen mezclarse, es difícil distinguir entre lo que está motivado por la necesidad pública y lo que se decide en los pasillos oscuros del poder.

José Manuel Cuenca, ahora a cargo de la comunicación del presidente, no ha hecho más que viciar el aire con preguntas sobre la ética y la transparencia. El hecho de que el único contrato de emergencia antes mencionado haya sido otorgado a su empresa anterior resuena como un eco perturbador de antiguas controversias políticas que asedian al país.

A medida que pasamos a la siguiente fase de esta crisis pública, seguimos sin respuestas claras y con un cielo mercado no solo por nubes negras, sino por la sombra de la desconfianza. En un mundo que lo necesita más que nunca, ¿podrá el Gobierno de Mazón demostrar que está aquí para servirnos y no solo para servir a sus amigos?

La política no debe ser un juego reservado para unos pocos, sino un esfuerzo conjunto donde la comunidad prevalezca y el bienestar se aferre al orden del día. Sin embargo, las decisiones en este tipo de situaciones ripostan a nuestros anhelos de justicia y crecimiento. Y mientras tanto, espero que la limpieza de los viales sea solo la primera de muchas fases en restaurar dicha confianza.

Así que, querido lector, pasemos a otro tema ahora; quizás unas risas sean necesarias después de sumergirnos en este laberinto de política, contratos y amigos. ¡Siempre puede haber un poco de humor en medio de lo trágico!