A medida que el mundo enfrenta desastres ambientales cada vez más graves, la pregunta sobre cómo debemos proteger nuestro planeta se vuelve más apremiante. En los últimos días, el Grupo Parlamentario Plurinacional de Sumar ha dado un paso valiente y necesario al solicitar al Gobierno español que considere el ecocidio como un crimen autónomo en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. Este artículo profundiza en el significado de esta iniciativa y la importancia de reconocer el ecocidio legalmente, así como en la responsabilidad de las empresas en la crisis climática.

¿Qué es el ecocidio y por qué es importante?

Comencemos por aclarar qué entendemos por ecocidio. Según la definición propuesta por países como Vanuatu, Fiyi y Samoa, el ecocidio se refiere a «un acto ilícito o arbitrario cometido a sabiendas de que existe una probabilidad sustancial de que cause daños graves que sean extensos o duraderos al medio ambiente». Es decir, no se trata de causar daño de forma accidental, sino de realizar acciones sabiendo que esas acciones causarán un impacto devastador. Esto nos lleva a una reflexión crucial: ¿cuántas veces hemos visto empresas actuar sin pensar en las consecuencias para nuestro planeta?

Este concepto es, sin duda, urgente en un momento en que no solo enfrentamos incendios forestales devastadores, sino también la extinción masiva de especies y la degradación de nuestros océanos. En este sentido, la propuesta presentada por Júlia Boada Danés y Aina Vidal Sáez es una llamada de atención. ¿Por qué no hemos considerado antes la posibilidad de que los responsables de la destrucción ambiental enfrenten consecuencias legales?

La pasividad del Estado ante los delitos ambientales

La iniciativa de Sumar no se queda en la mera definición del ecocidio. También apunta a una problemática más profunda: la pasividad del Estado, tanto a nivel nacional como internacional, en la protección de nuestro medio ambiente. Es como si estuviéramos en una película de horror en la que, en lugar de combatir al monstruo, decidimos cerrar los ojos y esperar que desaparezca. Pero, como cualquier amante del cine sabe, esos monstruos no desaparecen solos.

Como ciudadano preocupado y amante de la naturaleza (sí, me gustan más los árboles que la mayoría de las personas que conozco), entiendo que esta pasividad puede frustrar a muchos. En las reuniones de amigos, cuando hablamos de los desastres naturales que vemos a diario, la mayoría termina con un «¿qué se puede hacer?». La respuesta es más compleja, pero Sumar parece tener las bases de una solución: modificar el sistema de incentivos actual.

Un nuevo marco legal a seguir

La propuesta de Sumar incluye la exigencia de que el Gobierno transponga de manera inmediata la Directiva (UE) 2024/1203 del Parlamento Europeo, que se enfoca en la protección del medio ambiente mediante el Derecho penal. ¿Por qué es esto importante? Porque introduce un marco legal que puede cambiar la dinámica actual. La protección del medio ambiente no debe ser solo un ideal, sino un derecho que todos deberíamos disfrutar.

Adicionalmente, la propuesta urge a reforzar los recursos en la Fiscalía de Medio Ambiente, así como otras unidades especializadas del Ministerio Fiscal. Es curioso pensar que, si las empresas dedicadas a la destrucción del planeta tuvieran que lidiar con proyecciones legales claras, tal vez pensaran dos veces antes de lanzar esos productos nocivos al medio ambiente. ¡Imagina a un CEO lidiando con una citación judicial mientras intenta vender su última línea de productos ecológicos! La ironía es palpable, ¿no creéis?

Crímenes colaterales y la interconexión del ecocidio

El ecocidio no es un fenómeno aislado. Sumar ha señalado que está íntimamente ligado a otros crímenes como la desinformación, el soborno e incluso el asesinato. Esto trae a la mente los tristes recuerdos de Berta Cáceres y Juan López, activistas que perdieron su vida luchando por defensoras y defensores del medio ambiente. Si actuamos con la misma indiferencia que un niño que evita sus verduras, ¿qué futuro le estamos dejando a las próximas generaciones?

Y aquí es donde se torna interesante: ¿de verdad queremos vivir en un mundo donde la ambición de unos pocos se traduzca en la extinción de especies y la devastación de ecosistemas enteros? Claro, los Consejos de Administración de las grandes corporaciones pueden salir indemnes, pero ¡qué buen ejercicio de autocensura sería saber que sus actos tienen consecuencias! Recuerda, la historia tiene memoria, y las culpas no desaparecen tan fácilmente.

Modelos de negocio y su responsabilidad en el cambio climático

Siguiendo esta línea de pensamiento, Sumar ha abordado el «claro problema de agencia» que nos afecta. Las empresas que tienen la mayor responsabilidad en el cambio climático sostienen modelos de negocio que pueden tener consecuencias gravísimas a medio plazo. Es como si estuvieran jugando a un juego de Jenga con nuestro futuro: un movimiento en falso y todo se viene abajo.

Es de esperar que, al abordar estos problemas de responsabilidad empresarial, logremos crear un entorno donde las empresas no solo se preocupen por sus ganancias, sino que también consideren su impacto en el medio ambiente. Piense en ello como un nuevo juego de mesa en el que todos ganamos: los empresarios, los consumidores y, por supuesto, la Tierra.

La necesidad de un cambio cultural

Para que estas iniciativas prosperen, es fundamental un cambio cultural. Necesitamos un sistema que celebre a los defensores del medio ambiente y castigue a quienes los atacan. La legislación sin apoyo popular a menudo se convierte en papel mojado. Si queremos ver un cambio real, será necesario que todos, desde los ciudadanos comunes hasta las grandes corporaciones, asumamos nuestra parte de responsabilidad.

Seamos honestos: todos hemos visto el video viral de una tortuga con una pajita en la nariz o hemos llorado frente a la imagen de un oso polar buscando un trozo de hielo en un océano en deshielo. Estos momentos nos tocan el corazón, pero la verdadera cuestión es ¿qué hacemos después de ver esos videos? ¿Litigamos en Twitter o decidimos apoyar a organizaciones que luchan por el medio ambiente? A veces, la indiferencia puede ser el enemigo más poderoso.

Conclusión: La era del ecocidio y la responsabilidad compartida

En resumen, la propuesta del Grupo Parlamentario de Sumar ofrece una nueva esperanza para la protección del medio ambiente en España. Reconocer el ecocidio como un crimen autónomo podría cambiar radicalmente la narrativa y crear un marco legal que responsabilice a aquellos que causan daños irreparables a nuestro planeta. Pero, como en toda buena historia, el verdadero cambio proviene de la acción colectiva.

La ironía de esta propuesta es que, mientras más personas se unan a la lucha por un futuro sostenible, más difícil será para las empresas y gobiernos ignorar la voz del pueblo. Así que te animamos a que uses tu voz, tus decisiones de consumidor y tu poder como ciudadano para exigir un futuro mejor para nuestro planeta.

Así que, ¿qué pasará ahora? Esperemos que el eco de esta propuesta no solo resuene en los pasillos del Congreso, sino que inspire cambios tangibles para un mundo más verde. ¿Te animas a ser parte de este cambio? Recuerda que cada pequeño paso cuenta, y el futuro del planeta podría depender de nuestras acciones hoy.