La política puede ser un juego sucio, y en Europa, las cosas no son diferentes. La reciente crisis provocada por la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) ha sido el escenario donde se ha desencadenado un nuevo episodio de tensiones entre los partidos políticos, en especial entre el Partido Popular (PP) español y el gobierno de Teresa Ribera. Si pensabas que la política era como un partido de fútbol, piénsalo de nuevo; aquí las piedras son los balones, y los goles… bueno, esos son las promesas de un país que saltan de boca en boca.

En este artículo, indagaremos en la controversia que ha surgido tras la elección de Ribera como aspirante a vicepresidenta de la Comisión Europea de Ursula von der Leyen y cómo las críticas del PP, entre otros, han convertido esta misma elección en un caso casi paradigmático de la politización de las tragedias. Así que, prepara tus galletas y tu bebida favorita; ¡esto va a ser largo!

El contexto de la DANA: más que solo agua y barro

La DANA no es solo un fenómeno meteorológico, sino un recordatorio brutal de que el cambio climático está aquí y que los gobiernos deben actuar. La serie de inundaciones y desastres naturales que azotaron España podrían haber sido vistos como una oportunidad para unirse y reconstruir, pero en lugar de ello, se transformó en un campo de batalla político. ¿Acaso no parece que seamos más rápidos para atacar que para unir fuerzas en momentos de crisis?

Los eurodiputados del PP, liderados por Alberto Núñez Feijóo, han encontrado en la DANA una excusa perfecta para criticar a Ribera. Este tirón de orejas ha llegado hasta el parlamento europeo, donde las acusaciones sobre la gestión de la crisis han volado como confeti en una fiesta. Pero, he aquí el dilema: ¿es realmente justo cargar a Ribera con toda la culpa? Si las autoridades locales también tienen competencias y responsabilidades, ¿por qué no se menciona su papel en esta tragedia?

La defensa de Teresa Ribera: ¿es realmente la única culpable?

La respuesta corta es «no». Como señala la eurodiputada de Compromís, Vicent Marzà, los valencianos tienen claro quién es el verdadero responsable; y spoiler: no es solo Teresa Ribera. La gestión de las emergencias siempre ha de ser un esfuerzo conjunto entre diferentes niveles de gobierno, y en este caso, la ausencia del presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, durante el desastroso episodio fue más que notoria. Así que, mientras Ribera intenta navegar en unas aguas turbulentas, ¿debería estar siendo el único foco de atención?

En un momento de una audiencia histórica, González Pons, un eurodiputado del PP, hizo una pregunta casi retórica: “¿Solo yo veo la inmoralidad?”. Personalmente, me quedé pensando: tal vez deberíamos preguntarnos de fondo qué significa realmente la inmoralidad cuando usamos el dolor ajeno como herramienta política. ¿Acaso no hay límites a la hora de jugar con las emociones humanas?

El respaldo de Ursula von der Leyen: ¿quién necesita enemigos?

En medio de esta tormenta política, Ursula von der Leyen ha salido a respaldar a Ribera, sosteniendo su candidatura a la vicepresidencia de la Comisión, lo que ha añadido un nivel extra de tensión a esta historia. Es un poco como si tu jefe te defendiera en una reunión tras un mal día en el trabajo; se siente bien, pero también te hace pensar: “Esto debe ser grave”.

La jefa del grupo socialistas en Europa, Iratxe García, ha chantajeado verbalmente al PP, acusándoles de «politizar la tragedia», y no le falta razón. Deberíamos preguntarnos si es realmente humanitario hacer política con las desgracias y las vidas perdidas. ¿Estamos realmente tan desesperados por puntos de partido que quedamos ciegos ante el sufrimiento ajeno?

La política del dolor: un espectáculo despreciable

A lo largo de este episodio político, ha habido voces que han sentido una urgente necesidad de llamar la atención sobre el uso del dolor de las víctimas como arma política. Irene Montero de Podemos, por ejemplo, ha expresado que la gestión del PP ha sido “incompetente y homicida”. ¿Se puede imaginar lo difícil que es estar en medio de todo esto, tratando de ayudar a quienes han perdido tanto, mientras las discusiones políticas siguen dando vueltas?

Marzà se pronunció: “Siento mucha vergüenza de que se use de forma partidista el dolor”. No puedo evitar concordar; es como ver a alguien intentar bailar en la pista cuando todos están de luto. La empatía parece ser un recurso escaso en ciertos espacios políticos.

La influencia del cambio climático: una conversación sin fin

El cambio climático, ese tema que algunos todavía se atreven a cuestionar, es un protagonista en esta historia. Jorge Buxadé de Vox arremetió contra los que apuntan al cambio climático como causante de la DANA, afirmando que lo que “mata” es no declarar la emergencia nacional. En cierto modo, su argumento podría parecer lógico, pero también es extraordinariamente simplista.

La realidad es que el cambio climático exacerba estos eventos climáticos, y negar su efecto es como ponerle un parche a una herida que necesita puntos. Esto me recuerda a ese momento incómodo en una cena donde alguien empieza a dar excusas por sus acciones en el pasado sin pensar en las consecuencias que esas acciones pueden tener en el futuro. ¿Es realmente tan difícil aceptar que necesitamos cambiar nuestra forma de vivir?

Conclusión: ¿puede la política unirnos en lugar de dividirnos?

Pasa lo que pase, la realidad es que la política tiene un sentido de urgencia en estos momentos críticos. El reto nunca ha sido tan importante. A la hora de gestionar desastres naturales, la unidad y la colaboración entre todos los niveles de gobierno son fundamentales. La complejidad de estos temas debería ofrecer un nicho para la empatía.

La pregunta que queda es: podemos encontrar una manera de convertir nuestro dolor colectivo en fuerza, en lugar de utilizarlo para apuntalarnos los unos a los otros? Quizás, solo quizás, la próxima vez que una tragedia golpee, podamos tomarnos un momento para recordar que somos humanos antes de ser políticos.

Así que, querida comunidad, esta es la realidad horrenda que enfrentamos, un ciclo de desastres, política, y esperanza. En un mundo donde todos tenemos algo que aportar y algo que perder, quizás deberíamos cambiar el «yo» por un «nosotros» más a menudo. ¿No es esa la verdadera esencia de la política?