En octubre de 2023, un nuevo capítulo comenzó en la historia del transporte sanitario en Cantabria. La empresa Diavida, encargada del transporte programado de pacientes, relevó a Ambuibérica, la cual había tenido la manija de su gestión durante años. Pero, oh sorpresa, la transición no fue tan sencilla como se esperaba. ¿Puede un cambio de empresa causar un efecto mariposa que transforme la experiencia de miles de pacientes? La respuesta parece un rotundo «sí», acompañada de quejas, esperas interminables y condiciones laborales que dejan mucho que desear.
Un cambio esperado y un caos inesperado
Si has tenido la oportunidad de esperar en una sala de hospital, seguramente conoces la sensación. Esa mezcla entre ansiedad y desesperación, mientras miras el reloj y piensas: “¿Dónde está mi ambulancia?”. Pues bien, eso se ha convertido en la nueva normalidad para muchos pacientes en Cantabria. Con Diavida al timón del transporte no urgente, los tiempos de espera han alcanzado niveles que harían que incluso un reloj de arena se sintiera frustrado.
La situación ha sido descrita como insostenible. En algunos casos, los pacientes han estado esperando más de nueve horas para regresar a casa después de una sesión de quimioterapia. Imagínate pasar por una experiencia dura como esa y, además, tener que lidiar con una espera digna de una película de esos que nunca tienen fin. No hay derecho a que se le trate así a nadie, y menos a aquellos que ya están lidiando con su salud.
¿Cuáles son las deficiencias denunciadas?
El comité de empresa de Diavida ha solicitado a la Inspección de Trabajo que revisen las condiciones en las bases operativas de Laredo, Torrelavega, Santander y Reinosa. ¿La razón? Las quejas no han cesado. Sin vestuarios, taquillas, duchas y con escasez de iluminación, los trabajadores se encuentran en una situación precaria. Además, la cantidad de ambulancias operativas es alarmantemente baja. Según informes, en toda la noche, solo hay UNA ambulancia disponible. En la era de la inmediatez, esto parece un chiste de muy mal gusto.
La empresa, en un intento por minimizar la situación durante una de las sesiones parlamentarias, ha dicho que las quejas de los pacientes se han reducido, aunque en este momento resulte difícil de creer. ¿Acaso los empleados de Diavida son capaces de hacer magia? Me cuesta imaginar a esos técnicos de ambulancia desapareciendo en un destello cada vez que llega una queja.
La carga de trabajo y las nóminas no pagadas
Ahora, pasemos al siguiente acto de esta tensa obra en tres actos: los problemas laborales. El sindicato UGT ha revelado que varios trabajadores no han recibido su primera nómina. Imagínate empezar un nuevo trabajo con la ilusión de un cambio y terminar contando los días hasta el final de mes solo para no ver un céntimo en tu cuenta. ¡Cualquiera se sentiría frustrado! La situación ha llevado a la entidad a interponer una reclamación en el Organismo de Resolución Extrajudicial de Conflictos Laborales (ORECLA). Si eso no grita “caos”, no sé qué lo hace.
Los impactos de la DANA
En este mar de problemas, el conseller de Salud, César Pascual, ha hecho referencia a la DANA en Valencia, que ha afectado la infraestructura de Diavida en un 50%. Esto ha servido como un comodín para la empresa, que, mientras tanto, parece intentar navegar en aguas turbulentas sin un faro que guíe. Pregunta retórica: ¿es realmente justo cargar a los pacientes y trabajadores con las consecuencias de una crisis natural en otra región? Uno podría argumentar que el juego de responsabilidades no debería quedar en manos de quienes ya están lidiando con su salud o con el estrés laboral.
Amigos, si estás pensando en una carrera en el transporte sanitario, es probable que no sea el mejor momento. Yo, en mis años más jóvenes y aventureros, solía soñar con ser conductor de ambulancia. Pero después de enterarme de esta situación, me quedo debatiendo si el tráfico del día a día es un mejor destino que esperar a que alguien venga a buscarte durante horas.
Una solución en camino
El consejero de Salud ha comentado que la Consejería tomará cartas en el asunto, pero que el enfoque aún es «esperar y ver» cómo la empresa responde a las acusaciones. Puede que sea un golpe de efecto, un pequeño recordatorio a Diavida de que la paciencia de los ciudadanos no es infinita. La pregunta en el aire es: ¿será suficiente para impulsar un cambio necesario y urgente? ¿O solo será otra historia que agregar a la larga lista de insatisfacciones en el sector de la salud?
Ahora más que nunca, puede que estemos presenciando una lección sobre cómo la burocracia puede estropear un sistema que, si bien imperfecto, es esencial para salvar vidas. Sin embargo, pongámonos también en los zapatos de los trabajadores que enfrentan una lucha diaria por un sueldo y condiciones décentes.
Reflexiones finales
En momentos como este, es fácil perder la esperanza y sentir dolor por el sufrimiento ajeno. A veces, nos enfrentamos a problemas tan grandes y abrumadores que sentimos que no hay salida. Pero mientras Diavida navega en este mar de incertidumbre, todos los pacientes, trabajadores y responsables de políticas tienen algo en común: el deseo de un servicio de salud eficiente y digno.
Así que, ¿qué podemos hacer? Conocer nuestros derechos como ciudadanos, hacer un llamado al cambio y no quedarnos de brazos cruzados. Esta es una historia que, si bien comenzó oscura, puede seguir con un giro positivo si todos desempeñamos nuestro papel.
Aunque por ahora esto sea “solo un capítulo”, mi esperanza es que, en el futuro, podamos contar historias sobre cómo una crisis impulsó las reformas necesarias en el sistema sanitario de Cantabria.
Nunca subestimes el poder de la voz colectiva. Así que, querido lector, ¿estás listo para ayudar a escribir el próximo capítulo?