En el maratónico evento de la asistencia y la compensación, un gran protagonista ha emergido, el Consorcio de Compensación de Seguros (CCS). Se ha encontrado en la encrucijada de un desastre natural que ha desatado una avalancha de reclamaciones. La DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) ha dejado una huella imborrable en la Comunidad Valenciana, y el CCS ha entrado en acción, como un superhéroe, armados con peritos, mapas y un enorme sentido del humor. Pero, ¿cómo ha lidiado este ente público con tal monumental desafío? Vamos a desentrañar esta historia de resiliencia y números abrumadores.
El caos inicial: ¿cuando se desató la tormenta?
El 29 de octubre comenzó la pesadilla, y no era solo un episodio de mal clima. La DANA ya había dado muestras de su potencial destructivo en Andalucía, lo que llevó al CCS a estar en alerta. Urko Elosegi, subdirector de Estudios y Relaciones Internacionales, nos narra que «ya estábamos activados a un nivel de alerta importante». Si alguien pensaba que esas activaciones eran solo un botón que se presiona, se equivocan. Esto era más como una orquesta sinfónica, afinando durante días solo para el gran concierto de la devastación.
Y llegó el 30 de octubre. En ese momento, se activó el programa Copernicus de observación de la Tierra. Imagina lo que es cortar la cinta de una nueva cafetería, solo para darte cuenta de que, en lugar de cupcakes, estaban sirviendo desastres. Así como un chef que se ha olvidado de comprar ingredientes, el CCS tuvo que lidiar con datos imprecisos y la enorme carga de información que empezaba a llegar a raudales.
La cifra que asusta: 138,000 expedientes
Los números son escalofriantes: hasta ese momento, más de 138,000 expedientes fueron declarados y, lo más alucinante, en su mejor día, el CCS estaba lidiando con una media de 15,000 siniestros diarios. ¡Eso es más de una erupción volcánica de La Palma cada día! No sé tú, pero si alguna vez he pensado que mi trabajo era estresante, la idea de recibir 15,000 reclamaciones diarias recontextualiza todo, ¿no crees?
«¡La guerra de los mundos no era nada comparada con esto!», dirían los técnicos de gestión de crisis.
El papel del Consorcio de Compensación de Seguros
Entonces, ¿qué es este Consorcio de Compensación de Seguros? En breve, un ente que se encarga de gestionar las indemnizaciones en catastros de riesgo extraordinario. Este logra su financiación a través de primas de asegurados y recargos en pólizas de seguro. Pero, encima de todo, es una entidad pública que opera bajo el divertido sombrero de «capa de protección del sector asegurador». No me malinterpretes; no estoy aquí para hacer chistes sobre superhéroes, pero, a veces, es difícil no hacerlo.
Desde su creación en 1941, ha evolucionado y se ha adaptado a diferentes catástrofes. Por ejemplo, durante el periodo de la Guerra Civil, esta entidad adapta su enfoque para ayudar a las aseguradoras y, desde 1954, se ha establecido como un actor fundamental en la gestión de siniestros.
La logística asombrosa tras las reclamaciones
¿Pero cómo manejan todo este aluvión de trabajo? La respuesta está en los más de 800 peritos desplegados en el terreno. En una épica narrativa digna de un thriller, más de cinco cientos pertenecen al CCS y el resto son aportados por aseguradoras. Están repartidos a lo largo de las áreas afectadas, elaborando informes sobre cada reclamación en un espacio de tiempo que, seamos sinceros, parece más una misión de rescate que una simple evaluación de daños.
Una vez que los peritos realizan sus inspecciones, los datos son ingresados en un software que categoriza y rastrea la progresión de las peticiones. “Es una máquina bien engrasada”, dice uno de los ingenieros responsables. Aquí, en este contexto, la palabra «engrasada» no solo sugiere eficiencia, sino también resistencia ante una presión abrumadora.
¿El truco del video?
Y aquí es donde entran las maravillas de la tecnología moderna. «No es necesario desplazarse por todos lados», dice el responsable de tasaciones. La videoperitación se ha vuelto un recurso clave. Simplemente los propietarios envían fotos y videos de sus vehículos dañados, y los peritos pueden valorar los daños desde su escritorio. Llamémoslo el Netflix de las reclamaciones. ¡Qué maravilla, ¿no?!
La identificación y recuperación de vehículos
Imagina la angustia de perder tu coche, y no solo eso, sino que todo está bajo agua. Para muchos propietarios, la espera es angustiosa. Por lo tanto, en esta tormenta de reclamaciones, el CCS ha desarrollado mapas que les permiten tasar y ubicar coches por sus direcciones de ocurrencia y de reparación. No es solo un juego de Tetris, sino un trabajo detallado en el que cada coche perdido que aparece es un pequeño triunfo.
De hecho, el 50% de los vehículos que fueron dañados han sido considerados como pérdida total. Y ahí está la broma, porque, ante tal desolación, los peritos están utilizando un enfoque que podría rivalizar con un espectáculo de magia: descubrir los coches en el caos.
La enorme carga de trabajo
Ahora, pensemos en algo que realmente saca una sonrisa: imagínate a un perito rodeado de coches dañados, mientras por la radio suena incesantemente una canción repetitiva. En uno de esos días locos, un perito podría tener 50 expedientes entre manos, buscando el daño en mil y un coches perdidos, mientras la imaginación se descontrola. «Eso es un trabajo para dedicar tu vida, pero ciertamente cansado», menciona uno de ellos.
A medida que las semanas avanzan, la carga de trabajo se va reubicando. Los peritos se ven obligados a acudir a campas provisionales donde registran cada vehículo, categoría por categoría. Pero eso no es todo; deberán estar atentos a los robos, ¡o “turismos fantasmas”! ¿Te imaginas tener tu coche en la lista, pero cuando llegas a verificarlo, encontrarte con un marco vacío?
Un evento sin precedentes
Lo que ha sucedido durante y después de la DANA ha puesto a prueba no solo la capacidad del CCS para gestionar cifras astrofísicas de siniestros, sino también su compromiso de ayuda. «Este evento ha superado todos los registros que hemos visto antes». Pedro Sánchez ha estimado que la intervención podría costar hasta 3,500 millones de euros. Eso pone un pequeño nuevo giro a la idea de «gastos de hogar», ¿verdad?
Y, mientras reflexionamos sobre la magnitud del evento, vale la pena recordar que incluso en medio del desastre, el CCS ha tenido la intención de ayudar a las personas a recuperarse lo más rápido posible. «Pagar anticipadamente la suma asegurada en caso de pérdida total es como darles una pequeña tabla de salvación», nos comenta Villamayor.
Reflexiones finales: entre el desastre y la esperanza
La DANA ha traído una cantidad abrumadora de desafíos, pero también ha mostrado el brillante funcionamiento del Consorcio de Compensación de Seguros. En tiempos oscuros, siempre se puede hacer un guiño a la capacidad humana de adaptarse y manejar las crisis, y la angustia de ver familias desplazadas o empresas afectadas se mitiga un poco cuando se percibe que hay quienes se desvivirán por ayudarles.
Para aquellos que han tenido que enfrentar pérdidas, el consuelo viene en forma de informes en proceso, videoperitaciones y la certeza de que un ejército de peritos está detrás de ellos, trabajando sin cesar.
Después de todo, si hay algo que hemos aprendido de este evento es que, incluso tras las tormentas más brutales, siempre hay un destello de humanidad dispuesto a restaurar el orden en el caos. Ahora, si solo hubiera una solución para que el clima se comportara, ¡ese sería un superpoder que todos desearíamos tener!