La crisis de la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) desatada en la Comunidad Valenciana ha llevado a una tormenta política que podría rivalizar con las llevadas por el propio fenómeno meteorológico. El hecho de que un partido como Vox, encabezado por Santiago Abascal, esté a la cabeza de una solicitud de comisión de investigación, no solo es revelador de la atmósfera política actual, sino que también abre el telón sobre la gestión de las emergencias en nuestro país.
Una tormenta de agua y de imputaciones
Imagina esa fatídica tarde del 29 de octubre. Estaba lloviendo tanto que los peces probablemente estaban sacando sus paraguas. Mientras tanto, en el Palau de la Generalitat, el presidente Carlos Mazón estaba, al parecer, disfrutando de ajetreadas conversaciones con una periodista. ¡Una cita de trabajo o un almuerzo de trabajo? Tal vez un poco de ambas. La realidad, sin embargo, es que llegó dos horas tarde al comité de crisis, donde, se supone, debería estar recibiendo noticias y tomando decisiones para salvar a sus ciudadanos. Pero, como sucede muchas veces en la política, parece que la brújula del liderazgo estaba más perdida que un pez fuera del agua.
¿El resultado? La alcaldesa de Valencia, María José Catalá, y otros actores políticos, como los del PSPV-PSOE, se han visto inmersos en una lucha verbal mediática, como si el agua no estuviera cayendo a torrentes fuera de sus oficinas. Vox, al ver una oportunidad de oro para sacar provecho político, ha comenzado a centrar sus dardos no solo en el Gobierno de Pedro Sánchez, al que acusa de una «gestión criminal», sino también en Mazón, enfatizando que su bona fide no es solo con el macro, sino también con el micro, en este caso, la respuesta de su propio gabinete.
Vox va en serio, y parece que han sellado una alianza, pero de una forma muy «política» con el PSPV. Porque, ¿quién más podría beneficiarse de esta investigación? Aquí se respira un aire de «te necesito, pero cuidado con lo que haces». La política y sus sordas retorcidas.
La presión acumulada: una llamada de auxilio
Ahora bien, se debe entender cómo la presión se acumula en estos momentos. Antes de seguir analizando las implicaciones políticas, permitidme compartir una anécdota propia. Hace un par de años, durante un temporal, vi cómo mis amigos y familiares se convertían en corredores de la muerte en busca de sacos de arena, mientras el agua comenzaba a invadir sus casas. Ese caos y esa incertidumbre son algo que, lamentablemente, muchas personas han experimentado y es también lo que lleva a la frustración colectiva.
Vox no es ajeno a esto. Al exigir respuestas a la Generalitat sobre la gestión de la crisis, buscan conectar con las emociones de aquellos que han sufrido las consecuencias de la DANA. Y aunque sus métodos a veces podrían parecer extremos, ¿no es este tipo de exigencia lo que los ciudadanos necesitan para que sus líderes sean responsables? La clave aquí radica en el timing, porque las promesas vacías en tiempos de crisis son como el agua en una red de alcantarillado: simplemente no van a funcionar.
Las cortinas de humo en el terreno legal
Una de las estrategias que Vox ha utilizado es la exigencia de una comisión de investigación. En mi experiencia, no hay nada como abrir un viejo libro de instrucciones y intentar entender el caos que rodea cada uno de sus procedimientos. Así que, al igual que cualquier buena serie de Netflix, la trama se desarrolla con giros y vueltas.
La intención de Vox en este caso no es solo atribuir la culpa a la inacción del Gobierno central. También es una oportunidad para establecer un precedente: «Si no logramos respuesta en esta ocasión, ¿qué nos garantiza que el próximo desbordamiento, el próximo vendaval, no será seguido de la misma ineficacia?» Por eso, han propuesto que la comisión incluya no solo a miembros de ambos gobiernos, sino también a la Aemet y a la Confederación Hidrográfica del Júcar. Una mezcla explosiva, ¿verdad?
Pero, ¿realmente será esta entrega de documentos y comparecencias un camino hacia la verdad? De hecho, ya me imagino a los miembros de la comisión esperando ansiosos como si fueran niños en la mañana de Reyes Magos, esperando desmenuzar datos y evidencias.
La búsqueda de chivos expiatorios
En este preocuparoso mundo político, no hay mayor miedo que ser el chivo expiatorio. Y en este caso, todos parecen tener un dedo apuntando al otro. La excusa de que «las crisis solo son responsabilidad de uno» se torna insuficiente cuando el escenario se torna caótico.
Vox, en su búsqueda de responsabilidad, no se puede permitir dejar a nadie fuera. Tienen la oportunidad de demostrar que el Estado de bienestar o el Estado de las autonomías, sobre todo en situaciones de emergencias, no puede convertirse en un mar de dudas e interpretaciones. Ellos quieren desentrañar la madeja y, si es necesario, poner a cada uno en su lugar, como si fueran piezas de un Rompecabezas de 5000 piezas que nadie nunca se atrevería a armar.
Mientras tanto, algunos ciudadanos pueden sentirse atrapados entre la indignación y la resignación, viendo cómo su hogar se convierte en un campo de batalla no solo por las lluvias, sino también por las luchas políticas. Y ahí está el dilema: ¿deberían los ciudadanos demandar más a sus representantes o simplemente esperar a que la tormenta pase para salir de sus refugios?
Empatía y acción: el doble filo de la política
Si hay algo que me viene a la mente en medio de toda esta tormenta es que la empatía debería ser el primer ingrediente en la sopa política durante una crisis. Pero, ¿recuerdan cuando la consejera de Justicia e Interior de la Generalitat quedó atrapada en el ojo del huracán por hacer comentarios insensibles sobre las víctimas? Eso no solo aviva el fuego, sino que además crea un clima de desconfianza que puede dar definitivamente al traste con cualquier intento de colaboración.
Sin embargo, tal vez este sea el momento perfecto para que todas las partes involucradas, incluyendo a Vox y a Mazón, se sienten a la mesa y piensen en cómo evitar futuras crisis. Tal vez, solo tal vez, si todos ponen un poco de su parte, podrían construir un futuro donde la gestión de emergencias ya no sea un guion de terror.
Ahora bien, no se puede negar que la situación es compleja y que la curiosidad racional acerca de responsabilidades y acciones es necesaria. ¿Pero dónde queda la humanidad en todo esto? Ello me lleva a reflexionar si realmente necesitamos un «súper héroe» que venga a rescatarnos de la mala gestión, o si simplemente necesitamos un buen diálogo y acuerdos que prioricen a la gente en lugar de los juegos políticos.
Además, no podemos olvidar que entre los huertos de tomates y los viñedos de la Comunidad Valenciana, hay personas reales que están lidiando con la consecuencia de decisiones políticas. Para ellos, todo este teatro político sobre la DANA es, posiblemente, más preocupante que la tormenta misma.
Conclusiones: ¿hacia dónde vamos?
En este juego de ajedrez político donde varios actores se ven obligados a mover sus piezas, es evidente que tanto Vox como la Generalitat tienen un papel que desempeñar. La moralidad política no es algo que se debería reducir a un simple juego de acusaciones o de desprestigios. Cada parte tiene el deber de actuar con responsabilidad y transparencia. Las comisiones de investigación no deberían ser solo un mero espectáculo, sino una herramienta real para encontrar respuestas.
En última instancia, los ciudadanos deben demandar, pero también estar preparados para actuar. La próxima vez que haya una crisis, ¿qué nos dirá esta experiencia sobre nuestros líderes? Porque, seamos sinceros, si fuera por ellos y por la tormenta política, viviríamos en un caos continuo.
La crisis de la DANA puede haber dejado huellas, pero puede que también se convierta en una oportunidad para crear un futuro más resiliente, más capacitado y más humano. ¿Estaremos listos todos para eso? La respuesta no es sencilla, pero la invitación siempre está abierta.
Y tú, querido lector, ¿crees que esta tormenta política servirá para que aprendamos alguna lección?