Las recientes acusaciones de José María Aznar al actual presidente del Gobierno Pedro Sánchez han encendido el debate sobre la responsabilidad política en situaciones de crisis. En un coloquio realizado en Ávila, el expresidente no se anduvo con rodeos, cuestionando la respuesta del Gobierno a la devastadora Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) que arrasó varias comunidades, incluyendo Valencia, Castilla-La Mancha, y Andalucía. Pero, más allá de la política misma, es el momento propicio para reflexionar sobre la importancia de la acción gubernamental y el papel de los líderes en tiempos de crisis.

Crisis y responsabilidad: un análisis profundo

Es innegable que las tragedias naturales ponen a prueba la capacidad de respuesta de cualquier gobierno. Aznar enfatizó que, en circunstancias así, «la responsabilidad reside fundamentalmente en el Gobierno». Esto me lleva a recordar una anécdota de mi infancia, cuando se desbordó un río cerca de mi pueblo. El alcalde, un hombre con un corazón de oro, se pasó días coordinando a los voluntarios para ayudar a los afectados, mientras que sus opositores criticaban su gestión desde la distancia. En tiempos de crisis, las palabras son importantes, sí, pero las acciones son todo.

¿Cómo se trata a las víctimas?

Uno de los puntos más polémicos fue la afirmación de Aznar de que las víctimas estaban siendo tratadas «como si fuesen extranjeros». Esta es una observación que hace eco en muchas ocasiones en la política moderna. La pregunta es: ¿es esto realmente necesario? Cuando un ciudadano sufre, sea quien sea, deberían recibir nuestra empatía y apoyo sin distinción. Como bien dijo Felipe González, «cuando un hecho produce un efecto nacional catastrófico, todos tenemos que estar de acuerdo en actuar con todos los medios disponibles». ¿Qué nos impide unir fuerzas en lugar de desviar culpas?

La burocracia en tiempos de emergencia

Aznar hizo un llamado a evitar que la recuperación se «enfangue» en discusiones burocráticas. ¡Vaya si eso es cierto! Recuerdo que durante el proceso de reconstrucción de nuestro querido puente local, se formaron tantas comisiones de investigación que parecía que estábamos creando un nuevo tipo de burocracia, una suerte de maratón que no llevaba a ninguna parte.

La burocracia tiene su lugar, pero cuando se trata de salvar vidas y reconstruir comunidades, no debería ser un obstáculo. La gente necesita respuestas rápidas y efectivas, y todo el apoyo que se pueda reunir. La DANA puede ser un evento natural, pero la ineficacia de la respuesta gubernamental es un problema que debe ser abordado.

La política en el contexto internacional: ¿un efecto dominó?

En otro ángulo del coloquio, ambos expresidentes comentaron la reciente victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos. ¿Qué tiene que ver esto con la DANA, te preguntas? Mucho, en realidad. La percepción de una crisis de liderazgo no es exclusiva de España. Cuando hay una falta de dirección y responsabilidad en un país, esto puede tener repercusiones en otros.

Ambos exmandatarios coincidieron en que el futuro es impredecible. A mí, esto me recuerda a ese carnaval en el que los organizadores se pasaron de optimistas respecto del clima y terminó lloviendo a cántaros. En ámbitos como la política, esa imprevisibilidad puede resultar en decisiones que afecten la vida de millones. La incertidumbre global, aunada a crisis locales, pone de relieve la necesidad de gobiernos que respondan de manera efectiva y eficiente.

La importancia de la unión en tiempos de crisis

Es en situaciones de crisis cuando se mide el temple de una nación. Felipe González hizo un llamado claro a que el Gobierno asuma su responsabilidad. «Que se sienten y se pongan de acuerdo», instó. Esa es quizás la clave: la colaboración intergubernamental. ¿No sería más eficaz si en lugar de apuntar dedos, unieran esfuerzos para ayudar a las comunidades en necesidad, sin importar colores políticos?

En mi jardín, crezco algunas plantas que, aunque son diferentes, necesitan el mismo tipo de riego. Curiosamente, cuando trato de combinarlas en una maceta, lo que resulta es una hermosa variedad que florece en armonía. Las crisis nos ofrecen la posibilidad de cultivar una nueva forma de hacer política, más centrada en el bienestar de todos.

Retos adicionales: el temor de lo desconocido

La selección de Trump ha traído consigo un aura de temor e incertidumbre. En más de una ocasión he escuchado a mis amigos decir que esta elección ha dejado un «sabor amargo». En tiempos como estos, la desconfianza se enraiza en la sociedad, y es como un virus altamente contagioso que afecta el estado de ánimo colectivo. Aznar afirmó que algo «muy serio pasa» cuando una persona con tanto bagaje negativo es electa. ¿Y qué pasa con nosotros, ciudadanos comunes? ¿Cómo nos mantenemos optimistas ante la adversidad constante?

El conflicto en Ucrania, la crisis de Gaza y otros problemas internacionales dan la sensación de que el mundo está al borde de un colapso. Y mientras nos encontramos sumidos en este mar de incertidumbres, es vital contar con líderes que no solo hablen, sino que también se muevan y actúen. La indecisión puede ser tan destructiva como la acción ineficaz.

Preparación para el futuro: lecciones aprendidas

La DANA nos ha enseñado que el momento de actuar es ahora. Han pasado los días en que las respuestas estaban condicionadas a agendas políticas o a la diversidad de intereses. Es evidente que las catástrofes naturales son imprevisibles, pero la preparación y la respuesta disciplinada no lo son.

La capacitación de los entes gubernamentales para reaccionar ante desastres es esencial. Nunca antes he deseado más que estos conocimientos se transmitan y se implementen. Porque cuando vemos la devastación a nuestro alrededor, no solo necesitamos reconstruir casas, sino también la confianza en las instituciones.

El final del camino: juntos hacia adelante

Para concluir, el mensaje de ambos expresidentes es una llamada al deber en tanto que ciudadanos y líderes. La responsabilidad recae en cada uno de nosotros, desde el ciudadano que ayuda a su vecino, hasta aquellos que ocupan cargos de poder.

La política no tiene por qué ser un campo de batalla interminable. Quizás deberíamos vernos más como partners, un equipo trabajando hacia una meta común: el bienestar de la comunidad y el país.

Así que, la próxima vez que escuches una advertencia sobre una crisis inminente, piensa en cómo tú también puedes ser parte de la solución. Y recuerda: en un mundo lleno de incertidumbres, a veces la mayor certeza que podemos tener es la unidad.

En tiempos de crisis, la responsabilidad es algo que hay que llevar sobre los hombros con orgullo y compromiso. Al fin y al cabo, ¿no es eso lo que significa ser parte de una comunidad?