El sol se pone sobre la frontera entre Israel y Líbano, tiñendo el cielo de tonos anaranjados mientras me siento a escribir sobre un tema tan antiguo como el tiempo mismo: el conflicto entre estos dos países vecinos. Es fascinante y a la vez devastador, un asunto que ha afectado a millones y que sigue vigente en el día a día. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí y qué nos depara el futuro? Acompáñame en este recorrido.

Un pasado turbulento

Cada vez que pienso en el conflicto israelo-libanés, me viene a la mente la historia de Ali, un hombre de unos 70 años que vive en Meis al Jabal, un pequeño pueblo libanés justo al lado de esa frontera no oficial que ha visto tantísimas tensiones en los últimos años. Mi amigo se asoma a su terraza, y desde allí puede divisar las llanuras de Galilea. Todo un panorama… Pero para Ali, no es solo vista; es historia.

Ali nació a escasos metros de la frontera, en una región marcada por la presencia de las tropas israelíes antes de la ofensiva de octubre que desató un nuevo capítulo en esta historia. Recuerda la última guerra, aquella breve y desastrosa contienda de 2006 que le costó a Hezbollah y a Israel vidas, y que dejó huellas indelebles en la memoria colectiva de ambos pueblos.

Como muchos en Líbano, la vida de Ali ha estado entrelazada con la política, el conflicto y la lucha. ¿Te imaginas crecer en un lugar donde el eco de las balas es generalmente el sonido de fondo? Me sorprende cómo algunas personas responden a esta realidad con una resiliencia asombrosa. Pero no todos son así; muchos sienten el miedo latente y las cicatrices que deja la guerra.

La historia detrás de las noticias

¿Cómo se localizan las raíces del conflicto? Permíteme hacer un breve repaso. Después de la Independencia de Israel en 1948, las tensiones no hicieron más que exacerbarse. En 1967, la guerra de los Seis Días propició más descontento y despojos de tierras palestinas. A esto le siguieron años de violencia y una serie de conflictos que en ocasiones parecían no tener fin… hasta que, por supuesto, la primavera árabe sacudió la región.

Recuerdo que la primera vez que escuché sobre estas guerras y tensiones fue en un salón de clases, mientras un profesor apasionado trataba de explicarnos la complejidad de la región. ¿Quién diría que décadas después, estaría escribiendo un artículo sobre esta misma realidad? Ahora, al ver el mundo a través de una pantalla, las tragedias, los desplazamientos forzados y el sufrimiento humano parecen tan distantes y, sin embargo, increíblemente cercanos.

¿Es posible la paz?

Desde una distancia geográfica considerable, me encuentro preguntándome: ¿Es realmente posible alcanzar la paz? La historia de las negociaciones previas es extensa y en ocasiones, cómica, en el peor sentido posible. Recuerdo que una vez un amigo me comentó que «negociar paz en Oriente Medio es como intentar hacer que dos gatos peleadores se entiendan en un espacio cerrado». ¿Acaso no es fácil imaginarse la situación caótica que iría en una reunión de paz?

En medio de todo esto, Hezbolá y otras organizaciones han jugado un papel clave en el conflicto, no solo como actores políticos sino como fuerzas militares. En las últimas décadas, han demostrado ser un adversario formidable frente a Israel. El papel de Ali, como ciudadano común, contrasta con el de los líderes políticos que parecen jugar en una liga totalmente diferente, a menudo ignorando las necesidades reales de la gente.

La percepción internacional

«Saber es un poder», dicen. Sin embargo, ¿qué tipo de «saber» realmente tenemos cuando se trata de conflictos tan complejos? La cobertura internacional a menudo es sesgada, y muchas veces no se entienden las causas de raíz. La narrativa se reduce a imágenes de violencia en los noticieros, pero la humanidad detrás de cada historia se pierde en la marea de información.

El creciente uso de las redes sociales ha transformado cómo percibimos y discutimos los conflictos. Recuerdo un tuit que decía «en esta guerra no hay ganadores, solo sobrevivientes». Esa simple frase resonó, y me hizo darme cuenta de que las historias personales como la de Ali son las que realmente deben circular. La experiencia humana personal hace que nos conectemos de una manera más profunda, más efectiva.

Momentos clave en la historia

Vayamos al grano. Hablemos de los eventos que han marcado la historia reciente. La ofensiva terrestre israelí del 1 de octubre de 2023 fue un punto de inflexión. Después de 18 años de relativa calma, la reciente escalada de la violencia ha reavivado traumas pasados. Para quienes viven cerca de la frontera, cada bombardeo puede traer recuerdos de tiempos peores.

Sin embargo, enfocarse solo en la violencia también nos impide ver los esfuerzos que se han hecho por parte de varias organizaciones para promover el diálogo. Este dilema se presenta constantemente: ¿deberíamos enfocarnos en construir puentes o en sanar las diversas heridas? Y como siempre, en medio de las tragedias, hay destellos de esperanza.

La voz de la nueva generación

Con el auge de las redes sociales, una nueva generación se hace escuchar. Activistas de ambas partes empiezan a hablar en plataformas digitales, abogando por la unidad y la paz. Algunos se atreven a soñar con un futuro diferente, uno donde las canciones de guerra sean reemplazadas por melodías de reconciliación.

Recuerdo una conversación que tuve con un joven activista, un israelí que deseaba cambiar la narrativa. «No todos estamos en contra de los libaneses», decía, «en realidad, muchos de nosotros deseamos entendernos y convivir». ¿No es un mensaje poderoso? A medida que más voces se suman a este coro de paz, la posibilidad de diálogo se vuelve más tangible.

La influencia de las potencias externas

No podemos hablar del conflicto sin mencionar el papel de las potencias extranjeras. A menudo, las decisiones que se toman en los despachos de Washington o Bruselas tienen un efecto directo en el campo de batalla del Medio Oriente. El apoyo militar a Israel y las alianzas políticas con diferentes actores en la región crean un entramado de intereses que complica aún más la situación.

Pero, ¿quién sufre realmente? Volvemos a la historia de Ali. Mientras las naciones hacen sus movimientos en el tablero de ajedrez internacional, son personas como él las que enfrentan las consecuencias de un juego en el que no son ni los protagonistas ni los creadores de las reglas.

Mirando hacia el futuro

Con cada conflicto surgen nuevas preguntas. Así que, mientras me despido de este tema, dejo algunas incógnitas en el aire: ¿Qué pasará con la próxima generación?, ¿Serán ellos quienes finalmente encuentren la paz que sus padres y abuelos han anhelado? El camino hacia la paz parece arduo y lleno de obstáculos, pero tal vez, solo tal vez, los pequeños momentos de conexión humana superen la historia trágica que los ha precedido.

En mi perspectiva, la clave está en la empatía. Sí, esa palabra que se usa tanto a menudo, pero que todavía parece esquiva en momentos de crisis. Necesitamos escuchar las historias de personas como Ali, abrir espacios para el diálogo y encontrar maneras creativas de comunicarnos entre culturas y generaciones. Tal vez eso sea lo que realmente se necesita: un poco más de entendimiento y una pizca de humanidad.

Reflexiones finales

Así que aquí estamos, frente a esta narrativa antigua y desgastada. Con los ojos bien abiertos, seguimos preguntándonos cómo se escribirá el próximo capítulo de esta historia. ¿Habrá algún lugar para la esperanza? Les invito a reflexionar, a compartir sus pensamientos y, por supuesto, a seguir el diálogo. Nunca sabemos cuál es el efecto de conectar con una persona en el otro lado del mundo. Todos tenemos una historia que contar, y en el fondo, todos deseamos lo mismo: paz y prosperidad para nuestras familias y comunidades.