La noche del 28 de octubre de 2024, París se convirtió en el escenario de un evento que no solo celebró el fútbol, sino que también mandó un mensaje poderoso y vibrante a la sociedad. Durante la gala del Balón de Oro, Jennifer Hermoso, una de las futbolistas más destacadas de la selección española y actual jugadora del Tigres de la UANL Femenil, fue galardonada con el premio Sócrates. Este premio, que reconoce la labor social y la promoción de la igualdad, se convierte en un foco de atención no solo por quien lo recibe, sino por lo que representa.
La voz de una generación
La primera vez que escuché el discurso de Jennifer fue como esa primera vez que juegas a ser el héroe en tu video juego favorito: te llena de emoción y a la vez de responsabilidades. «Hoy me he despertado recordando las palabras de una niña que me dijo hace unos días: ‘sueño con ser una futbolista como tú'», comenzó, y en ese momento, me sentí transportado a mi niñez, cuando soñaba con ser un gran delantero, aunque mi única habilidad era patear el balón contra el garaje de mis padres.
Jennifer hizo un llamado claro, un grito que resonó en cada rincón del estadio: No más machismo, no más violencia de género. Y es que a pesar de los avances, sigue existiendo un entorno hostil en el mundo del deporte, un lugar donde las mujeres tienen que pelear más que sus homólogos masculinos no solo para ser reconocidas, sino para ser tratadas con la dignidad y el respeto que merecen.
El poder del deporte como plataforma de cambio
Los deportistas, como celebrities de las canchas, tienen una influencia en la sociedad que, cuando se utiliza de manera correcta, puede generar un cambio impresionante. «Os pido por favor a todos y a cada uno de vosotros que no dejéis de inspirar, tanto dentro como fuera del campo», instó Hermoso, brindando un ejemplo elocuente de cómo el deporte puede ser un vehículo para la justicia social.
Al pensar en esto, no puedo evitar recordar aquellos días en los que, tras un partido, discutíamos sobre qué había hecho falta o qué se podía mejorar. Si bien mis argumentos estaban lejos de la profundidad de los de Jennifer, la esencia era la misma: siempre había un espacio para crecer.
Jennifer continúa su lucha entre la pasión por el deporte y la necesidad de un cambio radical. Ella es una voz que no solo habla por sí misma, sino por todas aquellas que aún no han tenido la oportunidad de alzar su voz. En un grupo de fútbol, cada jugador tiene un papel, y en este equipo de luchadoras, la defensa está formada por todas aquellas que exigen igualdad y respeto.
Una celebración compartida
Durante su emotivo discurso, Hermoso enfatizó que el premio no era solo suyo. «Este premio no es sólo mío, sino de todas mis compañeras, con quien comparto un terreno donde la igualdad no siempre es un hecho». Con el alma llena de emoción, me pregunté: ¿Cuántas veces hemos celebrado victorias que no solo pertenecen a un individuo, sino a un colectivo? Para cada jugador en un equipo, cada victoria y cada tropiezo es compartido.
Y aquí se presenta una paradoja hermosa: a menudo los deportes son un espejo de la sociedad. La falta de igualdad persiste, pero ese mismo campo de juego, lleno de oportunidades, puede ser el lugar donde se siembren las semillas del cambio. Me acuerdo de un viejo amigo que cada domingo reunía a sus amigos para jugar un partido en el parque. Al final de cada partido, siempre había una charla sobre lo que el deporte era realmente: una forma de unión, no solo de competencia. En esta gala, Jennifer, al igual que él, nos recordó esa verdad fundamental.
Una lucha que continúa: Reflejo de realidad
El eco del esfuerzo de Jennifer y su equipo se siente en el aire, resaltando la desigualdad que aún existe en el fútbol femenino. Las injusticias no son solo accidentes; son la raíz de un problema que genera un ciclo de silencio. Al recordar el caso de Luis Rubiales, el entonces presidente de la Real Federación Española de Fútbol, es inevitable sentir la profunda herida que dejó su comportamiento. El beso no consensuado que infligió a Hermoso durante la celebración de la copa del Mundial de agosto de 2023 fue un punto de inflexión que sacudió a España y al mundo.
La fiscalía ha solicitado dos años y medio de cárcel para Rubiales, un recordatorio de que las voces de las mujeres que luchan contra la opresión pueden, efectivamente, hacer temblar las estructuras más poderosas. Aquí es donde la historia personal de cada mujer que ha soportado injusticia se convierte en un grito colectivo.
A veces me pregunto: ¿por qué tomamos tanto tiempo en reaccionar ante situaciones que son evidentemente injustas? Tal vez porque somos, en las palabras de un filósofo que una vez leí, «ciegos ante la injusticia», hasta que golpea a la puerta de casa.
¿Un futuro mejor para el fútbol femenino?
Sería ingenuo pensar que todo se soluciona con un discurso poderoso en una gala, pero eso es solo el comienzo. El compromiso de Jennifer, y de muchas otras como ella, de seguir luchando por un fútbol femenino más equitativo, es el faro de esperanza que necesitamos. A medida que el fútbol femenino gana visibilidad, también necesitamos un cambio en la mentalidad colectiva. Establecer un espacio donde cada mujer, niña y joven pueda jugar y desarrollarse sin miedo.
Tal vez la mejor manera de honrar el trabajo de estas deportistas sea hacer que su esfuerzo se convierta en un tema de conversación en cada hogar. Es como cuando en familia comentamos sobre una película que hemos visto recientemente, pero en lugar de personajes ficticios, hablamos de seres humanos que están cambiando el mundo real.
Creando un futuro equitativo
La lucha de Jennifer Hermoso es solo un capítulo de una historia mayor que, aun así, necesita un final feliz. ¿Qué podemos hacer en nuestra vida diaria para fomentar la igualdad de género no solo en el deporte, sino en todos los sectores? Alentar a las niñas en nuestros círculos sociales a practicar deportes, visibilizar los logros de las mujeres en todas las disciplinas, o simplemente compartir reflexiones y experiencias sobre las desigualdades que aún enfrentamos.
Siempre he creído que el aprendizaje continuo, empezando desde la infancia, es fundamental. No solo dentro de la cancha, sino en la vida en general. Hay que ir rompiendo el ciclo de la desigualdad y del machismo, porque, al final, todos podemos ser parte de algo más grande. Sé que eso puede sonar idealista, pero, ¿no es hermoso soñar con un cambio?
Conclusión: ¿El futuro está en nuestras manos?
Así, la noche del 28 de octubre de 2024, no solo se entregó un premio a Jennifer Hermoso, se entregó un mensaje poderoso de esperanza e inspiración. El baloncesto, el fútbol, y cualquier forma de deporte puede ser el escenario que necesitemos para modificar la narrativa de nuestras sociedades. Al final del día, todos compartimos el mismo campo de juego.
La pregunta es: ¿estamos listos para jugar juntos?
Mantengamos viva la conversación, incrementemos el respeto y celebremos cada victoria, no solo en el fútbol, sino en cada rincón de nuestro mundo. Si hay algo que he aprendido a través de toda esta trayectoria, es que el verdadero poder del deporte no reside únicamente en ganar o perder, sino en cómo nos unimos para enfrentar un mundo mejor.
Así que, como diría Jennifer, ¡sigamos inspirando y creando un espacio donde todos aquellos que sueñan puedan convertirse en lo que realmente desean!