El fútbol siempre ha sido más que un deporte en España; es una tradición, una pasión, incluso una religión para muchos. Pero, al igual que en un buen partido, las cosas no siempre son lo que parecen. Recientemente, el escándalo que rodea a la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) ha puesto de manifiesto la complejidad de la política interna de esta institución, y qué mejor escenario para explorar esto que las inminentes elecciones de diciembre. Así que ponte cómodo, porque vamos a desentrañar el enrevesado panorama que se cierne sobre la RFEF.

El interrogante de Pedro Rocha

Recientemente, Pedro Rocha, el expresidente de la RFEF, se sentó frente a un fiscal y respondió una pregunta que muchos nos hemos hecho: “¿Por qué fue nombrado vicepresidente por el señor Rubiales?” Su respuesta, casi digna de un guion de película: “Creo que sería por la edad, por la imagen y porque yo no estoy en ningún caso”. A veces, uno se pregunta si estos señores están tratando de ser divertidos, pero la verdad es que el humor en medio de esta crisis es, a menudo, un mecanismo de defensa.

Y aquí es donde empieza el verdadero drama. Con Rocha entrando y saliendo de los tribunales, el tiempo parece escapar para los 19 presidentes de las federaciones territoriales que están considerando a quién postular como su nuevo líder. Es más que una simple elección; es una búsqueda de un mesías que pueda sacar a la RFEF del caos que se materializó bajo el mandato de Luis Rubiales. ¿Pero será Rocha realmente la solución? Un hombre cuya trayectoria es cuestionada por tener «algún caso», como muchos de sus colegas.

La complicada herencia de Rubiales

Si Rubiales fue el protagonista del escándalo último, es justo decir que dejó a un ejército de barones federativos con un pesado legado. Con presidentes territoriales como Rafael Louzán, quien pasó de ser un bedel a condenarse por corrupción, y José Ángel Peláez, aún vinculado al infame caso Soule, el ambiente es todo menos festivo. Me río al pensar en cómo algunos de estos personajes intentarían jugar al fútbol en un partido en el que el árbitro es, en realidad, el fiscal.

Pero no se trata solo de un puñado de nombres con mala fama. La situación también involucra a figuras como José Ramón Cuetos Lobo, quien enfrenta serias acusaciones de tráfico de influencias y malversación. A veces, la vida parece una película de crimen, ¿no creen? Y lo que es peor, estos líderes han manchado una institución que debería ser un símbolo de orgullo.

Nuevas caras en la lucha por la presidencia

A pesar del panorama sombrío, hay esperanza en la forma de nuevos candidatos dispuestos a tomar las riendas. Entre ellos, tenemos a Álex Aranzábal, expresidente de la SD Eibar y un viejo conocido de la RFEF, quien ha demostrado que, a pesar del desánimo, hay quienes aún optan por dar un paso al frente. Sin embargo, su contrincante, Juanma Morales, CEO del Grupo IFA, se ha presentado silenciosamente como un “paracaidista”, algo que no agrada a los que han navegado por las procelosas aguas del fútbol español.

¿Realmente necesitamos más “paracaidistas” en el fútbol? Quizás necesitemos más personas con experiencia, no solo en finanzas, sino en el corazón y la esencia del deporte que tanto amamos.

Amores y sombras: el caso de Alejandro Blanco

Cuando hablamos de poder yde intereses ocultos, Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español, entra en la conversación como un personaje intrigante. Algunos creen que su sombra se cierne sobre las decisiones en la RFEF, buscando mantener el control detrás de bambalinas. Es fascinante pensar que el deporte está repleto de conexiones, influencias y ambiciones ocultas.

La relación estrecha de Blanco con el fondo bareiní Infinity y su vinculación con la compra del Córdoba CF también ofrece una serie de interrogantes. ¿Es el fútbol realmente un campo de juego limpio o un tablero de ajedrez donde cada movimiento cuenta?

El dilema de Pedro Rocha

A pesar de su retórica de «yo solo era vicepresidente re-pre-sen-ta-ti-vo», la gente comienza a cuestionar si de verdad se puede confiar en alguien que entra a un juicio, incluso si solo es como testigo. Con el TAD inhabilitándolo y los rumores de corrupción aún flotando, la pregunta más inquietante puede ser: ¿qué sucede si se convierte en presidente mientras las manecillas del reloj marcan el tiempo hasta que se pronuncie el veredicto?

Imagínate un mundo en el que Pedro Rocha se convierte en presidente de la RFEF y, minutos después, se entera de que tiene una inhabilitación de dos años en la sala de activación instantánea del poder. Es un guion de suspenso que no creo que los aficionados al fútbol retornen en la vida real, pero definitivamente es uno que las mentes creativas de Hollywood podrían considerar.

Resumiendo el enredo: ¿quién guiará al fútbol español?

Con tantos nombres y tantas tramas, es difícil saber quién se llevará la victoria en estas elecciones de diciembre. Lo único claro es que la RFEF necesita un cambio radical, un líder con integridad y visión. Puede que algunos como Pablo Lozano se estén sintiendo derrotados antes incluso de comenzar, pero siempre hay espacio para la sorpresa en este juego. ¿Se imaginan, por ejemplo, que la figura emergente fuera alguien que ni siquiera ha estado en el radar? Esa es la belleza del deporte: en un día, puedes estar en la cima, y al siguiente, en el suelo.

La pregunta ahora: ¿serán los barones federativos realmente capaces de dejar atrás sus propios intereses y finalmente elegir a alguien que pueda restaurar la credibilidad del fútbol español? Personalmente, tengo mis dudas, pero veo que la esperanza es lo último que se pierde.

Reflexiones finales

El mundo de la RFEF es un microcosmos de complicaciones, ambiciones y enfrentamientos. Durante décadas, hemos vitoreado a nuestros héroes en el campo, solo para descubrir que el verdadero espectáculo también se desarrolla entre bambalinas. Tal vez lo más inquietante de todo es que, incluso si se logra un nuevo liderazgo para diciembre, los ecos de estos escándalos seguirán resonando durante mucho tiempo.

Así que, a todos los fanáticos del fútbol: ¡aguardemos y veamos! Porque, tal vez, lo que se despliegue en los próximos meses determinará no solo el futuro de la RFEF, sino también el legado de aquellos que, por ahora, solo pueden susurrar en los pasillos de poder.

Después de todo, en el mundo del fútbol español, las sorpresas son la norma, no la excepción. Y con ello, el espectáculo continúa.