En la verde Galicia, donde los ríos serpentean como si tuvieran prisa por llegar al mar y los bosques parecen susurrar secretos a quienes se atreven a escucharlos, hay una sombra que se cierne sobre su rica biodiversidad. Actualmente, 201 especies en el catálogo de especies amenazadas del territorio gallego luchan por sobrevivir, de las cuales 76 están en un grave peligro de extinción. Y aquí es donde la historia se torna compleja, porque de estas especies vulnerables solo tres cuentan con un plan de recuperación o conservación. ¿Cuál es la razón detrás de esta indiferencia administrativa? Te invito a unirte a esta discusión donde exploraremos la situación actual, sus implicaciones y, por qué no, las posibilidades de un cambio.
Un análisis del panorama actual en Galicia
La realidad de la fauna y flora gallega es desalentadora. Aunque la legislación gallega de patrimonio natural y biodiversidad establece plazos para la creación de planes de recuperación —tres años para las especies en peligro y cinco para las vulnerables— la mayoría de estos tiempos se han evaporado sin ofrecer soluciones concretas. «¿Es normal que declaremos una especie en peligro y luego simplemente la olvidemos en un cajón?», se preguntaría cualquier amante de la naturaleza. Lo cierto es que esto ha sucedido en muchas ocasiones en Galicia.
Roi Cuba, un biólogo que también preside la asociación ecologista Adega, advierte que esa falta de acción podría llevar a más extinciones. «La situación actual es alarmante, y si no tomamos en serio nuestras responsabilidades, podríamos decir adiós a varias especies de aquí a poco tiempo». Así que si te sientes un poco pesimista, no estás solo. La biología está en nuestro entorno, y seguir ignorando su conservación es como preparar un café sin café: no va a funcionar.
Las voces que claman en el desierto
Cuando el Colexio Oficial de Biólogos lanzó un comunicado en el que instaba a la administración gallega a definir urgentemente medidas para proteger a las especies amenazadas, la esperanza renació por un momento. ¡Por fin! parecía que alguien iba a escuchar. Sin embargo, la realidad es que, desde 2017, solo tres planes han sido aprobados: los del sapoconcho (el galápago europeo), la escribenta das canaveiras (un ave conocida como escribano palustre) y la píllara das dunas (el chorlitejo patinegro). Aún así, los expertos coinciden en que las medidas adoptadas son mínimas y, por tanto, no suficientes.
¿A quién le importa realmente el aguilucho cenizo o la toniña? A simple vista, pareciera que la respuesta es “a nadie”. Si haces una búsqueda rápida en internet, la cantidad de noticias sobre la última película de Hollywood eclipsa a la de estos animales en peligro. Y, sin embargo, como amante de la naturaleza, me siento compelido a preguntar: ¿No deberíamos preocuparnos más por aquello que está al borde de la extinción que por lo que se encuentra en Netflix?
La burocracia y la indiferencia ambiental
Puede que te estés preguntando por qué Galicia sigue perdiendo especies, aun con la legislación que la protege. La administración sostiene que «la gestión de especies amenazadas está asegurada», pero cualquier persona con un poco de sentido común se da cuenta de que las palabras no siempre son suficientes. «Es un verdadero incumplimiento de las normas y promesas», dice Xabier Vázquez Pumariño, otro biólogo quien ha visto transcurrir los años sin ningún avance.
Evidentemente, hay una desconexión entre lo que se legisla y lo que realmente ocurre en el terreno. «Declarar una especie como vulnerable o en peligro de extinción sin hacer nada no significa nada», comenta Vázquez. La realidad es que la burocracia se ha convertido en un obstáculo, donde los planes quedan guardados en un cajón, mientras la biodiversidad se desmorona. Esta pasividad no solo afecta a las especies, también erosiona la confianza pública.
La presión de la industria y la agricultura
Imagina que eres un aguilucho cenizo tratando de criar en un mundo devorado por eucaliptos y proyectos industriales. Aquí, los obstáculos son palpables. Las actividades humanas, como la agricultura intensiva y la instalación de parques eólicos, han reducido el hábitat adecuado para estas especies en peligro. «Las especies amenazadas son como los superhéroes que se enfrentan a un gigante malvado, solo que no tienen el traje de spandex que les proteja», nos dice entre risas Roi Cuba. Pero la broma resalta una realidad abrumadora: su supervivencia está amenazada por decisiones económicas.
Los expertos destacan que la falta de planes de recuperación puede presentarse como una puerta abierta para proyectos que amenazan no solo al aguilucho, sino a todo el ecosistema gallego. ¿Acaso no vale la pena proteger lo que queda de nuestra rica biodiversidad, incluso si eso implica poner freno a algunas iniciativas económicas? Sin dudas, esta es una pregunta complicada que nos enfrentamos.
La lógica del cambio: ¿es posible?
Hay quienes podrían afirmar que la situación se percibe oscura, y con razón. Sin embargo, también existe una luz al final del túnel. La recuperación de especies como el oso pardo ha demostrado que los planes de recuperación funcionan. «Si no crees que la conservación es posible, entonces deberíamos preguntarnos por qué estamos aquí», dice Martiño Nercellas, tratando de inyectar un poco de optimismo en la conversación.
Los expertos coinciden: ampliar los espacios protegidos y cumplir con las normativas internacionalmente establecidas son pasos cruciales. Además, hay un clamor por revitalizar el catálogo de especies amenazadas, actualizarlo y, sobre todo, hacerlo vivir. Esto significaría no solo responder a las necesidades de aquellas especies que están desapareciendo, sino también fomentar un sentido de pertenencia y responsabilidad hacia nuestro entorno.
Ser parte de la solución
Así que, ¿qué puedes hacer tú? Bueno, no necesitas una capa de superhéroe ni una varita mágica. Ser un defensor de la biodiversidad puede empezar en tu propia comunidad. Participar en actividades locales que busquen la conservación de la fauna y flora, compartir información sobre las especies amenazadas y ser una voz activa en las decisiones que afectan al medio ambiente puede marcar una diferencia notable.
Cada pequeño esfuerzo cuenta, y si bien el camino hacia la recuperación está lleno de obstáculos, las acciones individuales pueden sumar para crear un impacto colectivo. En este sentido, reflexionar y actuar es crucial: ¿Cómo puedes tú ser el cambio que quieres ver en tu entorno?
Conclusión: Hay esperanza, pero necesitamos accionar
La situación de las especies amenazadas en Galicia es, sin duda, preocupante. Mientras los planes de recuperación sigan en los cajones, las extinciones aumentarán. Pero al mismo tiempo, hay un fuerte sentido de esperanza. La comunidad científica y ecologista no se rinde y sigue luchando por dar voz a quienes no pueden hablar: nuestra biodiversidad.
¿Te animas a informarte y ser parte de este movimiento? La historia de las especies amenazadas en Galicia no está escrita; aún hay tiempo de cambiar el desenlace. Solo necesitas un poco de voluntad y el deseo de conectar con el planeta que nos rodea. Porque, al final del día, todos somos parte de esta ardua batalla por la vida. La pregunta es, ¿quién se unirá a la causa?