El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha aterrizado de nuevo en el debate fiscal de España, y no con un paraguas en la mano, sino con una lista de recomendaciones que harían sonrojar al más experimentado de los ministros de Hacienda. ¡Qué emocionante! O quizás estemos hablando de otro lío burocrático. Pero no nos adelantemos, que esto tiene su miga.

Deuda, impuestos y la necesidad de cambios estructurales

Para poner un poco de contexto, recordemos que el FMI ha lanzado un informe europeo que sugiere que subir los impuestos a los más ricos y eliminar las subvenciones a las empresas podría ser justo lo que España necesita para salir del atolladero fiscal en el que está metida. En un giro inesperado de acontecimientos (después de todo, ¿quién pensó que el FMI sería el abanderado de la justicia social?), se nos insta a hacer lo que parece obvio: que quienes más tienen, también contribuyan más.

Así que, amigos lectores, aquí estamos, en el 2023, donde, si eres millonario, puedes seguir viviendo cómodamente mientras el resto de nosotros, los mortales, nos preocupamos por cómo llenar la nevera. Pero esperen un momento, porque esto no es solo una queja. El FMI ha hablado, y esto podría tener ramificaciones importantes para nuestras vidas.

¿Qué propone el FMI?

El informe es claro: «Se requiere una priorización del gasto y reformas fiscales estructurales». ¿Qué significa eso? Pues que no solo se trata de subir impuestos como el que sube una colina empinada. Se requiere un ajuste fiscal que realmente priorice nuestras necesidades actuales, que no son pocas: defensa, transición ecológica y, por supuesto, la reducción de las desigualdades.

Un sistema más progresivo

Presentemos una imagen: imagina una balanza donde de un lado los más ricos están llenos de dinero y del otro, la clase media y baja con dificultades para abarcar sus necesidades básicas. El FMI sugiere que, a corto plazo, deberíamos dar prioridad a «partidas de bajo multiplicador fiscal». En otras palabras, adiós a las subvenciones generosas a la contratación que favorecen a aquellos que ya están en condiciones privilegiadas. Suena sencillo, ¿verdad? Si solo fuera tan fácil como decirlo.

La contención del gasto: un eterno juego de malabares

La lógica detrás de esto es que, a largo plazo, necesitamos «colchones» fiscales que nos protejan de futuras crisis. No estoy hablando de almohadas de plumas, sino de verdaderas salvaguardias financieras. La idea es que mejorando la eficiencia del gasto y ampliando la base impositiva, podremos cerrar esas molestas brechas fiscales y, tal vez, conseguir que la Administración tributaria funcione como un reloj suizo.

¿Te imaginas un mundo donde no tengas que esperar eternamente en la fila de Hacienda, con un café frío en una mano y un formulario lleno de preguntas incomprensibles en la otra? (Vale, admito que la burocracia no es mi especialidad, pero eso suena casi utópico).

Electricidad, alimentos y la necesidad de cambiar el enfoque

Por si todavía te estás preguntando cómo ajustamos tanto desajuste, el FMI también ha identificado que las ayudas pueden ser un arma de doble filo. En lugar de ofrecer un apoyo generalizado que al final beneficia a todos (y, en la práctica, muy poco a los que realmente lo necesitan), sugiere que transformemos esas ayudas en programas específicos basados en necesidades.

Imagina que, en lugar de un descuento en cada factura de luz con la esperanza de que te ayude, tuvieras un tipo de ayuda más dirigido. Eso podría liberar recursos que se pueden invertir en infraestructura o en programas de recualificación de mano de obra. ¡Un dos por uno! Este enfoque no solo promueve la eficiencia, sino que también puede fomentar un mercado laboral más fuerte.

Reglas fiscales de la UE: un corsé que aprieta

El regreso a las reglas fiscales de la UE, que fueron suspendidas durante la pandemia, es como un viejo amigo que no sabes si quieres volver a ver. ¿Recuerdas esos momentos de libertad cuando todo el mundo hacía lo que quería sin preocupaciones? Pues bien, esas épocas han quedado atrás, y ahora nos enfrentamos a nuevos límites en el crecimiento del gasto público.

Los expertos coinciden en que España, como muchos otros países europeos, debe reconstruir esos «colchones» fiscales. Pero, seamos honestos: ¿cuántos de nosotros realmente entendemos lo que eso significa? Siempre que escucho la palabra «colchón fiscal», imagino algo acogedor donde no pueda preocuparme por las facturas. Sin embargo, en el contexto real, significa hacer más con menos.

Un compromiso político necesario

Antes de presionarte con múltiples cifras y estadísticas, quiero detenerme un momento y reflexionar sobre el compromiso político indispensable para llevar a cabo estas reformas. Nadie quiere hacer cambios que incomoden, y menos cuando hay fuerzas políticas que se oponen a ello. La vicepresidenta María Jesús Montero mencionó que la transformación de impuestos temporales en permanentes está en el aire. Si esto te suena familiar, es porque estamos en un ciclo sin fin de conversaciones.

La historia detrás del Plan Fiscal y Estructural

Hablemos un poco del Plan Fiscal y Estructural, que se ha convertido en un manto del que el Gobierno intenta cubrirse mientras navega por aguas turbulentas. Este plan contiene la ambición de «promover la convergencia» de la recaudación fiscal de España a los niveles medios de la UE. Para hacerlo fácil, nos anclaremos en esto: España necesita aumentar su contribución al PIB, que actualmente se sitúa en un 36,8%, cerca de cuatro puntos por debajo del promedio europeo. ¡A esto lo llamamos un desbloqueo de potencial!

Las expectativas son altas

El plan ha sido enviado a Bruselas, y se espera que este sea revisado a finales de noviembre. En este mundo de la política, las expectativas son altísimas y las promesas a menudo escurridizas, como un pez en un mar revuelto. Sin embargo, hay un hilo de esperanza: si el Gobierno actúa con rapidez y firmeza, tal vez podamos ver un cambio real. O lo que es más probable, terminar en un limbo de debates políticos interminables.

Reflexiones finales: entre risas y optimismo

Quizás te estés preguntando si la reforma fiscal es realmente la clave para un futuro más próspero y justo en España. La respuesta es que todos queremos creer que sí. Todos anhelamos un sistema donde la equidad fiscal sea más que una idea utópica. Y, aunque a veces la política se asemeja a un juego de malabares, debemos tener fe en que, con esfuerzo y voluntad, lograremos salir de esta montaña rusa fiscal.

Por supuesto, estos cambios no se producirán de la noche a la mañana. Seremos testigos de discusiones acaloradas en el Congreso, y quizás también de más de un eslogan pegajoso en las redes sociales. Después de todo, si hay algo que hemos aprendido, es que cada pequeño paso cuenta, incluso si a veces parece que estamos caminando en círculos.

Entonces, la verdadera pregunta es: ¿estamos listos para abrazar estos cambios, aún si requieren que algunas personas adineradas paguen un poco más? Yo espero que sí, porque al final del día, todos queremos salir de este lío financiero con una sonrisa en el rostro y un futuro más brillante por delante. ¿Y quién no quiere un pedazo de un futuro así?

Así que, mientras el FMI sigue apuntando con su dedo acusador hacia los que más tienen, nosotros seguiremos adelante, recolectando esperanzas y sueños. Al fin y al cabo, parece que en esta vida, la única certeza que tenemos es que los impuestos siempre estarán ahí.