La vida a veces da giros extraños que nos llevan, por lo menos, a reflexionar. Y si hay algo que debería hacernos pensar en la actual situación demográfica de China, es el hecho de que las aulas de lo que antes eran jardines de infancia se han transformado en lugares de recreo y cuidado para los ancianos. ¿Queda algo más interesante que esto?

En un mundo donde se debería celebrar la llegada de nuevos bebés, nos encontramos con que China enfrenta una caída estrepitosa en su tasa de natalidad. En lugar de actividades de juego, el sonido de las risas infantiles se ha visto reemplazado por risas de edad avanzada. Parece un episodio de una serie de comedia de situaciones, aunque la realidad suena más como una dramática reflexión social. Así que, acompáñenme en este viaje a través de los nuevos y asombrosos usos que se les están dando a las aulas vacías de un país que lucha con el envejecimiento de su población.

La caída alarmante de la tasa de natalidad

En la última década, China ha visto cómo su tasa de natalidad ha hecho un aterrizaje forzoso. Desde el final de la política del hijo único en 2015, el país no ha logrado levantar el vuelo demográfico esperado. Según datos recientes, el número de nacimientos en 2022 fue un récord mínimo: solo 9.56 millones de bebés. Esto contrasta drásticamente con la cifra de 18 millones de nacimientos en 2016. ¡Es como si alguien hubiera apretado el botón de «reducir» en la procreación!

Y aquí viene el primer giro de trama: mientras los futuros padres piensan más de una vez en tener otro hijo, las guarderías están vacías y muchas han cerrado sus puertas. Más de 20,000 jardines de infancia se han visto obligados a cerrar en un periodo de solo dos años. Con las tarifas de inscripción exorbitantes y una presión financiera creciente, los futuros padres miran con preocupación el horizonte. ¿Quién puede permitirse tener más de un hijo cuando el costo de vida seguido de la fama de múltiples bebés está al acecho?

Reconversión de aulas: de la infancia a la vejez

En medio de esta crisis, algunas mentes creativas han comenzado a ver el potencial escondido en estos espacios vacíos. En lugar de dejar que las aulas se llenen de polvo y nostalgia, algunos empresarios han decidido sacar provecho del creciente número de ancianos, impulsados a su vez por el número impresionante de personas mayores en el país.

¿Te imaginas entrar a un aula de jardín de infancia y, en lugar de ver juguetes y muñecos, encuentras actividades para el cuidado de ancianos? Es como si tuvieras una máquina del tiempo que va del pasado de la niñez al presente de la vejez. Según Yu Bo, un empresario que solía tener 11 guarderías, decidió releer el libro de jugadas y transformó sus instalaciones en centros de actividades para la tercera edad. Ahora, en lugar de aprender a hacer garabatos con crayones, sus «alumnos» asisten a clases de caligrafía y bailan al ritmo de las canciones de su juventud. ¡Qué cambio!

Las historias de Li Xiuling y Zhuang Yanfang, dos mujeres que también hicieron el cambio, demuestran que la necesidad puede traer consigo oportunidades sorprendentes. ¿Y quién no querría que sus tardes estuvieran llenas de juegos de mesa y actividades recreativas, en lugar de estar atrapados en una habitación vacía?

La paradoja del envejecimiento

Sin embargo, la transformación de escuelas a geriátricos no viene sin dificultades. Aunque convertir un aula vacía en un centro de cuidado de ancianos parece ser una solución inteligente, la falta de estructuras estables y modelos de funcionamiento establecidos pone en jaque la calidad del servicio que se puede ofrecer. La gente mayor no es una sencilla mercancía que se puede ofrecer sin una preparación adecuada. Hay que considerar que muchos de estos ancianos vivieron en un tiempo donde la comunidad y el cuidado eran algo intrínseco en la vida diaria.

Con el gobierno chino proyectando que para 2035, hasta un 30% de la población del país será mayor de 60 años, esta situación se convierte en un campo de batalla sociocultural y económico. La pregunta es: ¿seremos capaces de cuidar a nuestras generaciones mayores con dignidad y respeto? ¿O se convertirá esto en un juego de billar de las decisiones políticas mal tomadas?

La moral del cambio y cómo adaptarnos

Bueno, aquí es donde mi tono de humor puede apagarse un poco. Sí, habrá un futuro incierto, y mientras los «colegios para mascotas» continúan en auge, hay una cruda realidad que no podemos ignorar: la crisis demográfica no solo afecta a la vejez. Al desaparecer la base de niños, ¿qué será de nuestra creatividad, innovación y energía del futuro?

Se me ocurre que se necesitarán más que buenas intenciones para abordar este problema. La capacidad de trabajar en equipo, innovar y formar comunidades se vuelven esenciales. Nuestros modelos educativos deben evolucionar para no solo cuidar a las generaciones más jóvenes, sino también a las mayores. Al final del día, todos estamos en este viaje de la vida.

El papel del gobierno y la cultura

A pesar de que el gobierno ha proyectado un sistema de atención a personas mayores para 2025, hay una innegable brecha en la implementación y la orientación. La idea de que una serie de políticas serán el «curo milagroso» debe ser cuestionada. Queda claro que hay mucho trabajo y reflexión que hacer antes de implementar soluciones.

Mientras tanto, algunas iniciativas comunitarias y privadas están haciendo su parte. Desde grupos de voluntariado hasta programas de mentores que integran a jóvenes y mayores, la comunidad puede ayudarnos a navegar por esa brecha generacional. Quizá está en nuestro ADN como personas trabajar en conjunto para enfrentar desafíos.

Conclusión: Reflexionemos juntos

Recordemos, sin embargo, que aunque la situación se presenta compleja y cargada de incertidumbres, no debemos perder la esperanza. Quien haya experimentado la alegría de una sonrisa, ya sea de un niño o de un mayor, sabe que cada etapa de la vida tiene su propia belleza. La pregunta que queda flotando es, ¿estamos listos para adaptarnos, cambiar y evolucionar?

Los cambios en las aulas chinas de hoy son un claro recordatorio de que, a veces, las soluciones más insólitas pueden ser las más efectivas. La transformación de los jardines de infancia en centros para adultos mayores es un ejemplo de cómo el ingenio humano puede encontrar la luz en medio de la tormenta.

A medida que el telón de fondo de este drama se despliega, recordar que todo está interconectado y que la forma en que cuidamos a nuestros mayores puede reflejar cómo cuidamos a nuestro futuro nos permitirá navegar este mundo en constante cambio. ¿Te has animado a reflexionar sobre tu lugar en esta historia? ¡Es momento de oír las risas de los mayores, y no solo de los niños!