En un mundo tan complejo como el actual, lleno de matices y contradicciones, hay pocos temas que sean tan enigmáticos y debatidos como Hezbolá. Este grupo, que a simple vista podría parecer una contradicción en sí mismo —un partido político que se autodenomina “el partido de Dios”—, ha capturado la atención mundial por sus múltiples facetas: es un movimiento religioso, un partido político, y para algunos, una organización terrorista. Pero, ¿qué es realmente Hezbolá? ¿Y qué significa su reciente protagonismo en las titulares internacionales? En este artículo, desentrañaremos las distintas capas de esta compleja organización y su rol en el actual conflicto en Oriente Medio, apoyándonos en las investigaciones del experto Ignacio Gutiérrez de Terán.
Hezbolá: más que un simple partido político
Si tomamos un instante para reflexionar sobre el nombre “Hezbolá”, que en árabe significa “el partido de Dios”, es difícil no sentir cierta ambivalencia. ¿Un partido, una organización terrorista, un movimiento religioso? Vaya mezcla. A menudo me encuentro en conversaciones con amigos, quienes tienen la idea preconcebida de que Hezbolá es simplemente una facción terrorista, pero eso es solo la superficie. La realidad es considerablemente más compleja.
En su último libro, Hezbolá: el laberinto de Oriente Medio, Gutiérrez de Terán nos ofrece una visión más profunda. Nos lleva por un recorrido histórico que comienza con la revolución islámica de 1979 en Irán y cómo ese evento inspiró a este grupo en Líbano a surgir como un movimiento de resistencia, principalmente en oposición a Israel. En este contexto, Hezbolá se presenta como una alternativa política y social para el sur del Líbano, proporcionando servicios y apoyos sociales a comunidades a menudo olvidadas.
¿Cómo se presenta Hezbolá en el Líbano?
Imaginemos que estamos en las carreteras del sur del Líbano, con las banderas amarillas de Hezbolá ondeando orgullosamente en diferentes edificios —hospitales, escuelas, universidades—. En medio de este paisaje, uno no puede evitar preguntarse: ¿Es realmente un partido político? Sí, pero también es un sistema de bienestar que brinda pensiones a las viudas y apoyo a los desfavorecidos. Muchos libaneses ven en Hezbolá una red de seguridad social cuando el estado parece haber fallado en sus responsabilidades.
Así que, si alguna vez te cruzas con alguien que tiene una visión limitada de Hezbolá, quizás podrías compartirles esta pequeña anécdota de mi vida personal. Recuerdo la primera vez que visité Líbano; el taxista que me llevó al hotel no dudó en mencionarme cómo las comunidades del sur dependían de Hezbolá para sobrevivir. “Es complicado”, me decía, mientras yo intentaba comprender el contexto. Después de escucharlo, me di cuenta de que hablar de Hezbolá es hablar de las realidades del pueblo libanés, una realidad llena de matices.
El antisionismo como motor de Hezbolá
Una de las piedras angulares del ideario de Hezbolá es el antisionismo. Desde su creación, este movimiento se postuló como un frente de resistencia a Israel. El 8 de octubre de 2022, el secretario general de Hezbolá, Hasan Nasrallah, expresó públicamente su apoyo a la ofensiva de Hamás contra Israel desde la frontera sur del Líbano. Esto sugiere que la dinámica de Hezbolá no puede entenderse sin tener en consideración su relación con el conflicto israelo-palestino.
¿Está en el ADN de Hezbolá la lucha constante?
Teniendo en cuenta la historia reciente, uno podría preguntarse: ¿Hasta qué punto se ha sentido Hezbolá obligado a mantener este enfoque? Según Gutiérrez de Terán, la realidad es que, aunque Hezbolá no tenía interés en escalar el conflicto directamente, la presión ejercida por el ejército israelí y los desplazados internos ha llevado a la organización a tomar una posición más agresiva. ¿Es una cuestión de supervivencia, o simplemente responde a las expectativas de sus seguidores y benefactores?
Es difícil no sentir una empatía por las comunidades que se ven atrapadas entre el fuego de una guerra que no eligieron. Luego de algunas charlas con amigos, me he dado cuenta de que muchos de ellos sienten el mismo dolor que estas familias, lo que refuerza la complejidad emocional del conflicto.
La situación actual: una escalada imparable
Aunque Hezbolá ha mostrado un enfoque inicialmente conservador respecto a su intervención en el conflicto, la situación se ha intensificado dramáticamente en los últimos meses. La escalada de violencia ha llevado a la muerte de miles de personas, y la mayoría de los muertos son de este mes. Hasta donde entendemos, Hezbolá parece no tener otra opción que entrar en contienda activa; su existencia misma podría depender de ello.
¿Qué planea hacer Israel?
Las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) están bajo presión para neutralizar a Hezbolá. La lógica detrás de esta presión es clara: según informes e investigaciones, Israel preferiría tratar con Hezbolá antes de avanzar en Gaza. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿es este entorno de guerra una oportunidad para que Israel fortalezca su posición en la región o simplemente una receta para más caos?
Recuerdo haber leído un tuit el otro día que decía: “¿No es curioso cómo la guerra a menudo se utiliza como herramienta de política interna?” Me hizo reír, pero también reflexionar. En muchas ocasiones, aquellos que se ven en las balas no son los que deciden ir a la guerra.
¿Una oportunidad para la paz?
Y aquí llegamos a la pregunta del millón: ¿habrá alguna solución que no implique una guerra abierta en el Líbano? Según Gutiérrez de Terán, la respuesta es un contundente no. La naturaleza del conflicto en curso implica que la única voz que suena por el cese de hostilidades es la del Estado Libanés, que, desgraciadamente, no posee el peso suficiente para calmar la situación. ¿Así que realmente hay esperanzas de una solución pacífica? Puede que sí, pero el camino es largo y lleno de obstáculos.
La fragmentación interna en el Líbano
En medio de esta guerra, varios sectores de la población libanesa han expresado su descontento hacia Hezbolá, señalando que el partido ha dejado de representar los intereses de la gente. Esta división puede ser una espada de doble filo. Por un lado, puede envalentonar a los pueblos que se sienten oprimidos por el yugo de un partido con una narrativa antisionista predominante. Pero, por otro lado, puede suponer una serie de tensiones sectarias que recordarían a la guerra civil de 1975. ¿Podría, en efecto, repetirse la historia? Esa es una pregunta que muchos en Beirut se hacen en voz baja, con una mezcla de ansiedad y resignación.
Hezbolá e Irán: una relación inquebrantable
Para comprender Hezbolá, es crucial considerar su vínculo con Irán. Se ha especulado que, tras la muerte de Nasrallah, podría haber una posibilidad de que Irán decida renunciar al apoyo que ha brindado. Pero al escuchar a Gutiérrez de Terán, la idea de que esta relación pueda romperse parece poco probable.
Con Irán como un aliado clave tanto en términos de financiamiento como de armas, la supervivencia de Hezbolá parece enredada en esta relación simbiótica. Uno no puede evitar preguntarse si esta dependencia supondrá un límite a las acciones de Hezbolá en el futuro.
Conclusión: ¿qué futuro le espera a Hezbolá?
Viviendo en un mundo tan lleno de incertidumbre y conflicto, la pregunta sobre el futuro de Hezbolá sigue latente. A medida que la guerra se intensifica, es posible que solo haya más preguntas que respuestas. Equipados con la narrativa de resistencia pero enfrentados a un mundo en constante cambio, Hezbolá se encuentra atrapado en un laberinto en el que las salidas parecen esfumarse con cada ataque y cada década que pasa.
En una época donde las redes sociales difunden información con una facilidad sorprendente, es esencial explorar todas las facetas del fenómeno Hezbolá. Al hacerlo, quizás podamos apreciar no solo la complejidad del grupo, sino también la gravedad de las realidades que enfrentan tantas comunidades a diario. Al final del día, recordar que detrás de cada cifra hay historias de vidas humanas puede que sea una de las lecciones más cruciales que podamos aprender de este laberinto del Oriente Medio.