La lucha por la igualdad de género ha recorrido un largo camino, y si hay una publicación que ha estado a la vanguardia de este movimiento en España durante las últimas cuatro décadas, esa es la revista Trabajadora. Desde su creación en 1983, ha sido más que un simple medio de comunicación; ha sido un pilar esencial para reivindicar el derecho al trabajo de las mujeres, denunciando la discriminación y abogando por el reconocimiento de los derechos laborales de todas.

¿Te has imaginado alguna vez cómo sería la vida laboral sin la valiente defensa de los derechos de las mujeres? Antes de que publiquemos el primer número de Trabajadora, el panorama no era muy alentador. Recuerdo las historias que me contaba mi abuela sobre cómo su sueldo no contaba, no era más que un dinero extra que ayudaba a cubrir las “necesidades accesorias” de la casa. ¡Un “suplemento” para la familia! Pero hoy, gracias a heroínas desconocidas que se atrevieron a hacer ruido, podemos hablar de derechos laborales sin quedarnos en la superficie.

Un vistazo a los inicios: de la clandestinidad a la reivindicación

En 1976, en plena efervescencia de la transición española, surgió la necesidad de un espacio donde las mujeres pudieran expresar sus inquietudes y realidades en el mundo laboral. Begoña San José fue una de las pioneras, convenciendo a las primeras voces femeninas de CCOO (Comisiones Obreras) de que era esencial crear una estructura que diera visibilidad a los problemas laborales que las trabajadoras enfrentaban. Era un momento difícil, donde el contexto político hacía que la lucha por los derechos laborales se viera como “excesiva”.

Imagina a Begoña y sus compañeras, alzando la voz en un espacio donde la opinión de la mujer aún luchaba por ser escuchada. ¿No le resulta inspirador?

La publicación que rompió moldes

El primer boletín del que devendría Trabajadora nació en 1981, pero no fue sino hasta 1984 que adquirió la forma de revista. En aquellos días, hablar de feminismo y de derechos laborales era casi un tabú. Aquí recuerdo que mi madre, siempre a la vanguardia de lo que significaba ser una mujer trabajadora, nunca dejó de mencionar a esa revista en casa cuando el tema era la desigualdad.

Aquel “folleto” de cuatro páginas rápidamente creció en cantidad de impresiones y se convirtió en una fuente de información vital. En un país donde el desempleo femenino era espectacularmente más alto que el masculino, hablar de la “discriminación real” era revolucionario. ¡Imagínate la polémica que eso debía generar en las reuniones familiares!

Derechos laborales: no solo un tema de números

Desde sus inicios, Trabajadora no solo se enfocó en los datos económicos, sino también en la realidad social que enfrentaban muchas mujeres. En aquellos tiempos, el argumento del “cabeza de familia” aún marcaba, para muchos, la pauta de qué mujer merecía trabajar. La voz de mujeres como Begoña San José era crucial en este sentido. Cuando ella dice que “el salario de las mujeres era para trapos”, se refiere a la objetificación y al nulo valor que se les daba a las contribuciones económicas de las mujeres.

¿Acaso no suena familiar? Hoy en día, aún se escuchan susurros similares en conversaciones casuales.

Batallas y avances en los derechos de las mujeres

Uno de los aspectos más significativos de la revista ha sido su papel en la lucha por los derechos más allá de lo estrictamente laboral. La conexión entre sindicalismo y feminismo ha sido un hilo conductor. La lucha por el aborto y el derecho al divorcio no solo se ve desde una perspectiva personal; también se enmarca dentro de lo que son los derechos laborales. Porque, seamos honestos: el derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo es también un derecho laboral.

Carolina Vidal, actual secretaria de Mujeres e Igualdad de CCOO, enfatiza cómo Trabajadora ha sido un puente entre estas dos dimensiones. Su capacidad de abordar tanto lo laboral como lo social ha sido su mayor fortaleza. ¿No es genial ver cómo las cosas van de la mano, cuando se trata de igualdad?

Cambio y evolución: manteniendo el pulso a la actualidad

A lo largo de los años, Trabajadora ha sabido adaptarse a los cambios de la sociedad. Desde el diseño hasta la diversificación de contenidos, todo ha evolucionado. ¡Incluso ha ido pasando por rediseños! Lo más importante es que siguió en su misión: visibilizar, comunicar y educar.

Eso me recuerda a mis propios cambios de look y cómo, a veces, lo que importa no es la estética, sino la esencia que llevas dentro. Así es la revista. Ha mantenido su esencia desde hace 40 años, aunque en un formato más moderno y accesible, incluso digital.

La brecha salarial: un problema persistente

La crisis del COVID-19 también puso de manifiesto las desigualdades existentes, donde muchas mujeres fueron las primeras en perder sus trabajos o vieron cómo aumentaba su carga de trabajo. La brecha salarial, un tema que Trabajadora ha denunciado desde sus inicios, sigue siendo un problema vigente. A pesar de que hemos avanzado, las mujeres seguimos representando una porción inferior de la masa laboral en términos salariales. ¿Pueden imaginar cómo sería nuestro mundo si ese sistema de ‘trabajadores de primera y segunda categoría’ se desmantelara de una vez por todas?

Cuando Carolina Vidal menciona que «la brecha salarial ya estaba y ahora seguimos hablando de ella», se refiere a la frustración compartida que sentimos muchas, sobre todo cuando se acerca nuevamente el Día Internacional de la Mujer. Pero no todo está perdido; las conversaciones que comenzó Trabajadora siguen reverberando en nuestras luchas cotidianas.

Un futuro brillante: ¿hacia dónde vamos?

Cuarenta años después, la misión de Trabajadora no ha cambiado, pero su enfoque sí. Ya no se trata solo de trabajo y familia, sino también de cómo las dinámicas de poder se han transformado. El término “corresponsabilidad” ha llegado para quedarse en nuestras conversaciones. ¿Acaso no es lo que todas deseamos: que la carga laboral, tanto en el hogar como afuera, se comparta de una forma más equitativa?

Además, para que este sueño se haga realidad, necesitamos el apoyo de todos: hombres y mujeres. La lucha por la igualdad no debe ser solo de las mujeres; es un reto que todos debemos enfrentar juntos.

Conclusiones: el legado de Trabajadora

La historia de Trabajadora es la historia de todas nosotras. Más allá de sus artículos y temas de discusión, esta revista ha creado un espacio donde los derechos laborales y el feminismo conviven en armonía. En una sociedad que continúa lidiando con la desigualdad, su legado es una luz que, espero, siga brillando intensamente durante otros 40 años más.

Así que la próxima vez que veas un número de esta revista, recuerda que no es solo papel; es la historia de mujeres valientes, que no se conformaron y que abrieron el camino para que otras pudieran avanzar. Al final, ¿no es eso lo que todos queremos? Un mundo donde la igualdad de género deje de ser solo un ideal y se convierta en una realidad tangible.

Y aquí es donde me gustaría dejarte, siguiendo el través de nuestra historia: la conversación no ha terminado, y tú también eres parte de ella. ¡Sigamos hablando, sigamos luchando!