El 12 de octubre, una fecha que evoca diferentes sentimientos y recuerdos, ha resurgido como tema candente en el discurso político latinoamericano, especialmente en México. Recientemente, la presidenta Claudia Sheinbaum ha estado insistiendo en un reclamo significativo: ¿por qué España no ofrece una disculpa formal por los “crímenes” cometidos durante la conquista? Si bien la pregunta puede parecer provocativa, es crucial para entender la dinámica de las relaciones entre México y España, y más en concreto, los ecos de una historia que aún resuenan en el presente.

Un poco de historia, por favor

Antes de entrar en detalles sobre la postura de Sheinbaum y su reclamo, déjame ofrecerte un poco de contexto histórico. La llegada de Cristóbal Colón en 1492, aunque comúnmente se celebra como el “descubrimiento” de América, ha sido interpretada de maneras muy diferentes a lo largo de los siglos. Para muchos en América Latina, la fecha marca el inicio de un periodo de violencia, asimilación forzada y genocidio de millones de pueblos indígenas que ya habitaban el continente.

Como anécdota personal, recuerdo cuando era niño y me enseñaron en la escuela acerca de Colón como un noble explorador, un héroe. Sin embargo, al crecer y leer más sobre las historias de los pueblos originarios, esa visión se desvaneció. ¿Cuántos de nosotros hemos tenido esa experiencia de reencontrarnos con la historia de una manera más crítica y reflexiva?

Las palabras de Claudia Sheinbaum

Sheinbaum ha manifestado que ofrecer disculpas no es motivo de vergüenza, sino un acto que “engrandece y acerca a los pueblos”. En su publicación en redes sociales, defendió su postura, argumentando que el 12 de octubre no debería ser celebrado como el “Día de la Raza” o “Día de la Hispanidad”, sino reivindicado como un momento de reflexión sobre el sufrimiento y la resiliencia de los pueblos indígenas.

Ahora, imagina que estás en una fiesta, y alguien comienza a hablar de un episodio vergonzoso de tu pasado. Puede que te incomode, pero los amigos que realmente valoras estarán dispuestos a escuchar y aprender. Así es como veo este reclamo: un llamado a reconocer el pasado para poder avanzar juntos.

Contexto actual: Discursos que dividen

El actual reclamo de Sheinbaum no es un hecho aislado. En años recientes, otros líderes latinoamericanos han hecho llamados similares. Por ejemplo, el expresidente Andrés Manuel López Obrador envió una carta al rey Felipe VI en 2019 exigiendo una disculpa que, hasta el momento, no ha encontrado respuesta. Esto ha sido fuente de creciente tensión diplomática entre México y España.

La falta de una respuesta o un gesto de disculpa por parte de España plantea una pregunta interesante: ¿está España dispuesta a enfrentar su pasado colonial? Es un tema sensible que ha provocado debates acalorados. La historia a menudo se convierte en un arma de doble filo; puede unir, pero también puede dividir.

Ejemplos históricos de disculpas

Sheinbaum no se detuvo ahí. Durante una conferencia de prensa, mencionó diversos ejemplos de gobiernos que han ofrecido disculpas por episodios históricos. Por ejemplo, Japón ha pedido perdón por abusos cometidos durante su ocupación en Corea y China; Alemania lo hizo tras el Holocausto, y Italia se disculpó con Libia por su colonialismo.

Me pregunto: ¿por qué es tan difícil para otros países seguir su ejemplo? Parece que algunas asignaturas de historia parecen más complejas que otras. El acto de pedir disculpas no elimina el dolor del pasado, pero podría ser un paso hacia la reconciliación. ¿No les parece?

¿Realmente es vergonzoso pedir disculpas?

A menudo, la idea de pedir disculpas se enfrenta a resistencias. Algunos sostienen que hacerlo es un signo de debilidad, que podría abrir la caja de Pandora de reclamos históricos. Pero, ¿no es más vergonzoso ignorar el sufrimiento que se ha infligido a través del tiempo? La empatía y el reconocimiento son esenciales para sanaciones colectivas.

Recuerdo cuando un amigo me pidió disculpas por un malentendido que tuvimos. Al principio sentí una mezcla de sorpresa y alivio, pero esa simple acción cimentó nuestra amistad. Y aquí me pregunto: ¿no podría la relación entre México y España beneficiarse de gestos similares?

El papel de la historia en las relaciones actuales

La historia no es solo algo que se enseña en los libros; moldea las relaciones interpersonales, las nacionales y, por supuesto, las internacionales. Es un tejido complejo que une o divide a las naciones. El reclamo de Sheinbaum refleja un deseo de cerrar esa brecha, de reconocer el dolor del pasado para crear un futuro más cercano.

Analizar la historia desde una perspectiva crítica no significa atacar o denigrar a nadie. Más bien, es una invitación a mirar el pasado de manera honesta y abierta. La historia no se puede cambiar, pero sí podemos elegir cómo abordar las repercusiones que aún hoy afectan a nuestras sociedades.

La respuesta española y la evasión histórica

Pasando al otro lado del Atlántico, la postura del Gobierno español parece ser de evasión. ¿Acaso hay temor de abrir viejas heridas? Es comprensible que los líderes quieran evitar conflictos, pero en este caso, el silencio parece ser más peligroso que la reflexión. Es como tener un elefante en la habitación: todos lo ven, pero nadie se atreve a mencionarlo.

Las demandas de disculpas han generado un aumento de la discusión sobre la historia común y las diferentes narrativas relacionadas. Sin embargo, la falta de aceptación por parte de España podría resultar en más tensiones, no solo en las relaciones diplomáticas, sino en la percepción que tienen las nuevas generaciones sobre su propio legado histórico.

Reflexiones finales sobre la verdad y reconciliación

A lo largo de la historia, hemos visto que reconocer errores es el primer paso hacia la sanación. La presidenta Sheinbaum está tocando un tema más amplio que simplemente solicitar una disculpa. Está invocando la necesidad de una reconciliación honesta y constructiva.

Las disculpas son difíciles, pero a veces, el peso de no hacerlo puede ser aún mayor. ¿Qué futuro queremos construir para nuestras próximas generaciones? Al enfrentarnos a las verdades incómodas de nuestro pasado, podemos crear un camino hacia adelante más auténtico y unido.

La postura de Claudia Sheinbaum es un recordatorio valioso de que la historia sigue viva, y que aún queda mucho por hacer en la búsqueda de una sociedad que reconozca tanto sus logros como sus errores. ¿Tomará España finalmente el paso de abordar este capítulo oscuro de su historia?

Lo que está claro es que el diálogo es esencial. Al final del día, todos compartimos este pequeño planeta, y quizás, solo quizás, al enfrentar nuestro pasado juntos, encontremos un futuro más brillante y humano.